Endeudamiento.
Recalentamiento global.
Educación industrializada.
Cultura del pelotazo.
La sociedad del oportunismo (Twitter, entre otros mecanismos…)
Gran hermano.
Las noticias de corazón.
El sensacionalismo periodístico.
Los informativos catastróficos.
La publicidad masiva e impersonal.
El marketing intrusivo y automatizado: spam.
Toda generación (o incluso dos) de estudiantes sin rumbo.
Profesionales sin aspiración más que ser pagados a final de mes.
Sueños formados alrededor de la idea “para toda una vida”.
Manufacturas sin corazón.
Filosofía “compite por precio”.
Política sin escrúpulos.
Religiones intolerantes y fanáticas.
Corrupción, fraude y estafas.
Millones de desempleados.
Suelos que apenas dan para vivir en condiciones decentes.
Contratos profesionales injustos (basura).
Esto está roto querida
El sistema está roto. Y esto no es algo malo necesariamente. Ha habido una ruptura brusca en ese tipo de economía que Adam Smith defendía, la riqueza de las naciones creadas a partir de economías de escala.
Cualquier esfuerzo organizacional construido alrededor de interacciones repetitivas y masificación, está roto.
Si necesitas un mapa o alguien o algo que te diga qué es lo que hay que hacer, es probablemente porque estás saltando dentro de esa lista de un ítem al otro y así sucesivamente.
Lo de siempre está roto. Lo normal está roto. Cualquier cosa que antes funcionaba, ahora está rota.
Estamos malgastando la mejor oportunidad de nuestras vidas. Dirigir nuestros negocios y vidas hacia el lugar que deseamos. Porque por favor, no olvidemos que por primera ve en la historia, hacerlo está en las manos de al menos un 70% de la población mundial. El otro 30% aprovecharía la excepción, sin duda.
La clave está en las excepciones que siempre hemos visto como una amenaza. El desafío está en desprenderse de todas las partes rotas, y engancharse a las singularidades que esta economía disruptiva habilita para salir a flote. Isra garcia