Vamos a hablar de una empresa indudablemente excepcional: más de diez
años de trayectoria coherente, sin sobresaltos ni altibajos, sin
adquisiciones grandilocuentes ni salidas de tono, la han situado ya no
solo como líder en la categoría de las redes sociales centradas en lo
profesional, sino casi como el único contendiente. Competidores
regionales, nuevos desarrollos, ideas afines y vampiros varios han ido
cayendo y viéndose minimizados ante el empuje de una empresa con las
ideas claras y la capacidad de convencer a inversores de que los apoyen
con su dinero.
Cada vez que inicio un curso en temas relacionados con social media,
me pasa lo mismo: muchos participantes, particularmente a partir de
determinada edad, me comentan que “ellos
en las redes sociales no, pero que en LinkedIn sí que están, porque es
un sitio serio“.
Pero ¿qué supone exactamente estar en LinkedIn? ¿Qué nivel de presencia
y qué uso de LinkedIn debemos plantearnos en función de nuestra agenda
personal?
A medida que
LinkedIn ha ido creciendo
hasta alcanzar los más de 260 millones de usuarios, el significado de
“estar en LinkedIn” ha ido cambiando muchísimo. Al principio, bastaba
con tener una cuenta. Con poder ser encontrado en una búsqueda. Después,
el requisito empezó a ser tener un perfil mínimamente digno, con una
foto y algunos datos de tu evolución laboral. Hoy, “estar en LinkedIn”
supone que tu página sea una versión ultradetallada de tu curriculum,
con un párrafo escrito de cada uno de los cargos que has ocupado, qué
hacías realmente en ellos, a cuántas personas gestionabas, qué
presupuesto tenías, que objetivos, y preferentemente, uno o dos
comentarios de personas que compartieron contigo la experiencia, fuese
como compañeros, superiores, clientes, etc. Hoy, lo que espera alguien
que te busca en LinkedIn no es encontrar una forma de contacto – que
puede que también – sino ver con detalle qué es lo que has hecho,
contado en un sitio en el que todos entendemos que se trata de poner tu
trayectoria en valor.
LinkedIn es el sitio donde no solo estás al alcance de millones de
profesionales, sino que además indexa fantásticamente bien. A poco que
hagas, tu ficha pública de LinkedIn aparecerá en la primera página de tu
ego-search. El mix de público-privado que manejes ahí tiene
que ser consciente: nada de opciones por defecto. Si estás en búsqueda
activa de empleo o en fase de prospección de clientes, debes abrir lo
más posible, porque estarás alimentando con tu información procesos que
dependen fundamentalmente de la reducción de la incertidumbre. Si
prefieres, por la razón que sea, ser discreto, recorta la presencia
pública en consecuencia, y afina tu definición de contactos hasta
dejarla en lo que realmente deba ser.
No seas pesado. Lo que hace tiempo era aceptable, enviar mensajes a
todos tus contactos en LinkedIn, hoy resulta a todas luces inaceptable
salvo que tengas algo muy importante que decir (y si es un cambio de
trabajo, no lo digas, ya lo hará LinkedIn por ti). Hacer
spam es
completamente inaceptable, y muchas veces conlleva que un porcentaje
significativo de aquellos a los que sigues vayan a Red > Contactos,
busquen el mensaje en el que los has
spammeado, y hagan clic en
Más > Elimina conexión. Si eres comercial, parte de la base de que
los pecados cometidos por muchos de tu profesión llevarán a que muchos
de los contactos que intentes hacer en LinkedIn sean rechazados… tendrás
que buscar contactos de calidad, personas que no piensen que vas a usar
ese contacto para mandarles basura variada.
Context-awareness: usa bien los tiempos. El momento de
mandarle a alguien una petición de contacto en LinkedIn es cuando lo
acabas de conocer o te acaba de dar su tarjeta,
no cuando lo necesitas.
La red se construye cuando toca, no cuando te interesa a ti porque
estás buscando trabajo. Las peticiones de contacto deben sonar
naturales:
nos hemos conocido, y en lugar – o además – de intercambiar unos trozos
de papel de alto gramaje que acabarán despistados en alguna esquina del
despacho, nos ponemos en contacto en LinkedIn. Así, sí. En plan “nos
vimos hace mil años, ya solo tienes una idea lejana de quien era, si es
que la tienes”, no. Si te doy clase, pídeme contacto cuando te estoy
dando clase, no dos años después. Y por el amor de dios, si te he puesto
una mísera B o una B-, demuestra un mínimo de sentido común y no me
pidas una recomendación.
Actualizar, actualizar, actualizar. Por pura lógica. Si en tu perfil
está tu foto de Primera Comunión, da mala imagen. Si aún tienes el pelo
negro cuando hoy peinas canas, también. Lo de que “no pongo foto”, seas
hombre o mujer, guapo o feo, olvídalo: un perfil sin foto es como un
jardín sin flores o una rosa sin olores. Pero además de una foto
actualizada, debemos plantearnos que la presencia en LinkedIn debe ser
un continuo: cada proyecto, cada cuestión que hagamos con un mínimo de
trascendencia o visibilidad pública, debe acabar ahí. Recuérdalo: como
un curriculum, pero con esteroides, con todo el nivel de detalle que
quieras. Aquello de “el curriculum de una hoja o dos como máximo” no
aplica en LinkedIn.
No seas obvio: no, tener una presencia detallada y profusa en
LinkedIn no implica que estés buscando trabajo. Implica que entiendes
cómo se usa esa red. Los tiempos en que los departamentos de Recursos
Humanos se dedicaban a mirar lo que ponías para ver si estabas en el
mercado ya pasaron. Hoy, se trata de estar ahí, quieras moverte o no. Si
esperas a actualizarlo a que llegue ese momento en que te pones en el
mercado, malo. Los cambios bruscos mosquean. Mejor una evolución
progresiva y natural.
Pide lo que hay que pedir: cuando necesites información, un contacto,
lo que sea, pídelo. Sin convertirte en un pelma, pero sabiendo que una
petición a través de LinkedIn suele recibir más atención que un correo
convencional. Salvo, claro está, que te dediques a enviar estupideces de
esas de “por favor, evalúa mi perfil profesional” a gente que no puede
evaluar nada porque casi no te conoce. En ese caso, abstente. La
sensibilidad sobre qué pedir y a quién pedirlo es una cualidad muy
valorada en un profesional.
Sé detallista. Si una persona de tu red se cambia de trabajo o
comenta algo que te lleve a dedicarle un ratito en tu pensamiento,
díselo. A nadie le molesta recibir un comentario en LinkedIn sobre algo
que ha puesto. No decir nada nunca a nadie te convierte en el vecino ese
que nunca saluda, en un maleducado.
Comparte. Compartir noticias en tu perfil – de nuevo, con lógica y
moderación – puede llegar a ponerte en la situación de ser considerado
un buen
content curator, alguien que te ayuda a mantenerte
informado de lo que pasa en tu industria. No satures a los que te siguen
con varias entradas al día. Si compartes, mejor que expliques, al menos
en un par de líneas, por qué compartiste, qué ves importante ahí. O que
compartas cosas que has hecho tú… no voy a explicar aquí lo importante
que es, si tienes un blog o una página personal relacionada con tu
ámbito profesional, darle salida en LinkedIn… todos sabéis que LinkedIn
es uno de los principales
referrals de tráfico de esta página.
Eso sí, si cuando compartes no te contesta nunca ni el Tato, piensa si
lo estás haciendo bien, si estás compartiendo lo que debes o con quien
debes, o si estás siendo un cansino. Si te va bien, plantéate unirte a
algún grupo especializado que te interese.
Grupos. Los grupos son una de las prestaciones con más empuje en
LinkedIn, y es por algo. Si buscas consideración en una industria, únete
a los grupos en los que esa industria comparte cosas. Fíjate quién los
montó: te señalarán personas con llegada, cuyo nombre suele conocer casi
todo el mundo. Comparte e interactúa, pero de nuevo, sin ser “el
invitado pesado” ni “el perejil de todas las salsas”. Si estás en
búsqueda activa, necesitas estar en los grupos en los que se mueven
cosas relacionadas con la industria que te interesa.
Contactos: no se compite por número de contactos. Se compite por
redes bien tejidas, por racionalidad, por ser capaz de responder de
quienes están en tu red. Por tener contactos con sentido, de los que
eres capaz de decir algo o con quienes sabes que te une algo. Tus
clientes, tus proveedores, aquellas personas
para las que tienes cara y ojos, es lógico que estén en tu red. Las relaciones internas en tu empresa también. Pero responder sí a todo contacto, ser
promiscuo, solo sirve si eres un
head-hunter, un profesor o algún otro tipo de perfil intensamente asimétrico. Si no, no tiene sentido ni dirá de ti nada bueno.
Marca personal. LinkedIn es el sitio perfecto para poner aquellas
cosas que puedan contribuir a tu marca personal. Un artículo que te
publicaron en algún sitio, un vídeo de una charla, un trabajo en el que
te pusieron buena nota, un curso con una notaza (y en ese caso,
aprovecha y pide un
endorsement al profesor)… no seas modesto, no es el sitio de serlo. Pero tampoco seas
atorrante.
Pulse. La estrategia de LinkedIn es claramente pasar de ser un sitio
al que vas a ver cosas relacionadas con tu perfil profesional o el de
otros, a ser un
“destination site”, un sitio al que vas a leer
noticias filtradas en función de tus intereses. Si lo haces bien, las
noticias de LinkedIn deberían darte una idea de “lo que no debes
perderte”, “lo que se comenta en mi industria” o “lo que dicen los que
influyen en mi campo”. La adquisición de Pulse (noventa millones de
dólares) ha sido de las más importantes que ha hecho la compañía, no es
por casualidad. Ponlo en valor. Y sí, eso seguramente significa que
LinkedIn se está convirtiendo en un sitio donde debas empezar a pensar
en entrar todos los días.
Premium. Pagar por una presencia
premium tiene
sentido… cuando tiene sentido. Si estás en búsqueda activa, la
posibilidad de enviar correos a personas que no estén en tu red puede
ser algo que te lleve a amortizar lo que pagas muy rápidamente – pero de
nuevo, no seas pesado ni pedigüeño. Si estás construyendo algo que
requiere visibilidad y alcance, sea un objetivo de tu compañía o uno
personal, pagar
premium puede tener mucho sentido.
La presencia en LinkedIn, hoy, supone mucho más que haber rellenado
hace tiempo una ficha de “hola, este soy yo” hace años, y muchísimo más
que “esa red a la que voy para buscar trabajo”. ¿Cómo estás en esa red?
¿Que aparece de ti en ella, o en tu
ego-search en los
buscadores? ¿Estás seguro de estar poniendo en valor una red con tantas
posibilidades? Y no, no me ha pagado LinkedIn ni me ha regalad nada (por
no regalar, no me han regalado ni una maldita cuenta
premium!
:-) Simplemente me he cansado de explicar todo esto a alumnos,
ex-alumnos y personas con las que me cruzo en cursos y conferencias, y
he querido aprovechar para poner mis argumentos por escrito… E.Dans