Una cita en Microsiervos que contraponía un artículo mío sobre la internet de las cosas con otro del gran Bruce Schneier que evidenciaba la patente falta de seguridad existente en ese entorno me llevó a pensar sobre la relación entre este tipo de factores y la velocidad de adopción de una tecnología determinada.
En efecto, la internet de las cosas es una auténtica jungla. No existen reglas.
Hay muy pocas dudas al respecto: dispositivos de todo tipo, creados por
fabricantes muy diversos, muchos de ellos procedentes de compañías con
muy escasa experiencia (impresionante el desarrollo de la categoría en
sitios de crowdfunding como Kickstarter o Indiegogo),
utilizando diferentes protocolos de comunicación, tecnologías,
sistemas, etc. Sin duda, la extensión de dispositivos de tan diferente
naturaleza en nuestros hogares va a dar lugar a cúmulos de
vulnerabilidades, a posibilidades de todo tipo para quienes pretenden
desde simplemente demostrar conceptos, hasta quienes quieran explotarlos
con algún tipo de finalidad, desde simplemente fastidiar a buscar algún
tipo de beneficio económico. Es tan inevitable como la muerte: no lo
dudes, va a suceder.
Sin embargo, y el propio Bruce lo señala en su artículo, la situación
no es muy diferente a la que ya vivimos durante la adopción de internet
y del ordenador personal. Durante esa época, e incluso a día de hoy,
hemos vivido en un entorno de inseguridad absoluta: los ordenadores en
los que trabajamos son completamente inseguros, están sujetos a
vulnerabilidades de todo tipo, se conectan a través de routers completamente hackeables, (yo mismo, y disto mucho de ser un hacker,
tuve que ponerme a buscar una vulnerabilidad de mi router en la web
para poder cambiar un elemento de su configuración hace una semana… y
como diría un americano, fue easy as 1,2,3… impresiona, la verdad).
Desengañémonos: cada actualización relacionada con la seguridad
ofrece la posibilidad de atacar a aquellos que todavía no la han
instalado, y el hecho de que las actualizaciones sean enviadas
directamente por el fabricante, aunque mejore algo la situación, dista
mucho de convertirla en perfecta. Básicamente, podemos afirmar con casi
total seguridad que si alguien tiene suficiente interés en vulnerar el
sistema que utilizas, lo va a conseguir.
Y la gran pregunta es: ¿ha dificultado de alguna manera esa falta de
seguridad la popularización de los PCs o de internet? Durante años y
años hemos sabido que los sistemas que utilizábamos para cosas que iban
desde almacenar las fotos de las vacaciones hasta conectarnos con
nuestros amigos o con nuestro trabajo eran completamente inseguros… ¿Y?
¿Nos ha llevado de alguna manera a que dejásemos de usarlos? ¿Ha
retrasado o amenazado en el más mínimo grado la popularización de esa
tecnología?
La respuesta, claramente, es NO. Las vulnerabilidades y los problemas
de seguridad son tan intrínsecos al desarrollo tecnológico, que hemos
aprendido a descontarlos como variables del entorno. Los riesgos que
corremos son claros y evidentes, pero los ignoramos convenientemente, en
lo que muchos definirían como inconsciencia total. Pero en el fondo, es
lo mismo que hacemos con casi cualquier tecnología: los riesgos
inherentes a circular en automóvil los podemos ver cada fin de semana en
las estadísticas de tráfico, y eso no evita que sigamos sentándonos al
volante todas las veces que sean necesarias.
Cuando una tecnología alcanza el nivel suficiente de madurez, se
desencadena su dinámica de adopción, y nada puede detenerla. Que la
seguridad no esté perfeccionada o diste mucho de tener un nivel
mínimamente aceptable puede llevarnos a elucubrar sobre las posibles
consecuencias de ello, pero no detenernos cuando decidimos empezar a
usarla. No tengo nada claro que eso sea bueno, pero tras presenciar
infinidad de curvas de adopción, tengo claro que es así.
La internet de las cosas viene. Viene con todas sus vulnerabilidades y
riesgos. Nos dedicaremos a instalar todo tipo de cacharrería variada en
nuestros hogares, sobre nuestros cuerpos o en nuestros automóviles
sabiendo que muchas de las cosas que instalemos nos arriesgarán a
problemas de todo tipo, a intrusiones, a consecuencias que podrán ir
desde problemas de funcionamiento hasta compromisos mucho más
peligrosos, incluyendo riesgos económicos o de integridad física… y aún
así, las instalaremos. Es como cuando empujas una piedra ladera arriba:
cuando llegas a la cúspide, nada ni nadie va a impedir que empiece a
rodar ladera abajo. Los problemas de seguridad, a efectos de adopción,
son cuestiones que se empiezan a tener en cuenta después, cuando la
magnitud de su incidencia se convierte de verdad en generalizada o
acuciante. Mientras tanto, no lo dudes: la adopción tendrá lugar, aunque
ello nos aboque a un entorno de inseguridad generalizada. Si tienes que
apostar por ello – sea como inversor, emprendedor o usuario, – ya lo
sabes: los problemas de seguridad no van a interferir en el proceso de
adopción. Si acaso, serán tenidos en cuenta más adelante. Posiblemente, mucho
más adelante. Nos dedicaremos a construir auténticos castillos de
naipes, asentados sobre bases completamente inestables e inseguras.
Seguramente irresponsable. Pero es lo que hay. E.Dans
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