viernes, 31 de enero de 2014

Cambio dignidad por reconocimiento


Un premio es un digno reconocimiento a una hazaña que cambia el curso de las cosas. Puede ser un premio que recibes por ayudar a que las cosas en la universidad se hagan de otra manera, quizás porque has creado una iniciativa social como change.org que está creando movimientos que crean cambio, puedes que seas esa persona que ha ahorrado tantos miles de Euros en tu organización gracias a las ideas y decisiones que tomaste cuando nadie quería hacerlo o quizá puede que seas el modelo de negocio más disruptivo de Europa, como blur-Group en 2011.
Con esto quiero decir que has hecho un trabajo inalcanzable, has ido más allá de donde muchos llegaron, has depositado horas y horas de esfuerzo, pasión, atrevimiento y valentía y has merecido sobresalir del resto porque has cruzado la línea prohibida.
¿Cuánto cobras por una noche?
Sin embargo, todo esto se prostituye estrepitosamente cuando antes de ser reconocido por ese trabajo, llega alguien y te dice que está organizando unos premios y que para participar debes reunir una serie de requisitos, de entre los cuales podría destacar los siguientes (voy a ir de menos a más escandalosos):
  • Facilitarles información acerca de ti.
  • Establecer una vía de colaboración donde les puedas proporcionar el trabajo que hará que puedan decidir si eres merecedor del premio o no.
  • Promocionar que has sido nominado a “los premios” en tus canales de comunicación y marketing: Facebook, Twitter, blogs, etc. a través de gráficas, banners, “badges”, etc. (esta es la más común). Aquí se cumplen dos objetivos, primero te auto-promocionas como mandan los cánones del ego y segunda, das a conocer la marca / proyecto / agencia / organización que hay detrás de esos premios para que así logre más alcance.
  • Proporcionarles algún tipo de incentivo que ellos puedan ofrecer a su audiencia como reclamo para sus propios fines.
  • Cederles un espacio físico (o virtual) de tu negocio para que ellos puedan promocionarse bien a gusto.
  • Introducir “casualmente” en tu evento, conferencia o taller a uno de sus responsables.
  • Estudiar “con cariño” las propuestas de trabajo que por su parte recibas.
  • Comprar mucho de lo que ellos venden o contratar mucho de lo que ofrecen.
  • Adquirir espacios publicitarios que sorprendentemente ofrece esta organización.
  • Realizar una transacción económica por un importe que garantice el premio (dije que iba a ir de menos a más ).
Premios, sí, reconocimientos, por favor, galardones, claro, pero que signifiquen el resultado del esfuerzo al haber confrontado el terror de la crear algo único.
Vender tu dignidad por un puñado de euros, un trozo de mármol y algunos aplausos, es venderte realmente bajo.
Isra Garcia
 

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