jueves, 30 de enero de 2014

Cambiando nuestras percepciones sobre la impresión tridimensional

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IMAGE: Kadriya Gatina - 123RFLa impresión tridimensional es una de esas tecnologías que nos está permitiendo presenciar en tiempo real un desarrollo de potencial y aplicaciones similar a una explosión.
Aunque las primeras impresoras tridimensionales datan de los años ’80, no ha sido hasta alrededor de 2010 cuando ha empezado a popularizarse su uso con el desarrollo de modelos de cada vez mayor simplicidad y menor coste, al tiempo que surgen nuevas variaciones y tecnologías que incrementan su utilidad y posibilidades.
Por un lado, ya hemos visto cómo algunos modelos de impresoras 3D llegaban hasta las ofertas de las grandes superficies, de la mano de compañías orientadas al mercado de consumo que ahora forman parte de conglomerados cada vez mayores. Si unes este fenómeno con las tiendas en la calle, con la posibilidad de hacerte tú mismo tu propia impresora tridimensional de la mano de proyectos DIY como RepRap y con el fenómeno de los hackerspaces, esa multidimensionalidad y variedad de jugadores le da un aspecto de “sopa primordial” interesantísimo.
Por otro, vamos viendo cómo las primeras limitaciones que estaban en boca de todos los críticos empiezan a desaparecer: desde los primeros modelos que imprimían únicamente en dos tipos de plástico termofusible, vamos avanzando hacia aparatos capaces de imprimir en fibra de carbono o en metal, tanto a nivel de pequeño taller como a escala industrial, o aparatos capaces de imprimir objetos de múltiples colores y múltiples materiales en un solo paso.
Si empiezas a recopilar aplicaciones actuales para la impresión tridimensional, te puedes encontrar bien a gusto con una lista de treinta tipos de usos, desde fabricación de piezas de aviones de combate con un enorme ahorro de tiempos y presupuesto, hasta cuestiones que van desde prótesis a selfies y figuritas decorativas de todo tipo (incluyendo fetos, a modo de “imprime a tu bebé“), maquetas, o incluso tejidos vivos. O una casa. El famoso temor ante la idea de hordas de pandilleros imprimiendo pistolas ha resultado ser mucho más sensacionalismo que otra cosa: si quieres hacer una pistola, hay mil maneras mucho más prácticas de hacerla.
El acceso y la familiaridad con este tipo de tecnologías va a determinar muchísimas cosas en el futuro, y va a afectar a la forma de hacer las cosas en una muy amplia gama de industrias de todo tipo, a través de efectos que van desde el prototipado rápido hasta la fabricación directa de elementos en series cortas o incluso únicas. Recuérdalo: si no lo ves venir, es que te está fallando la vista. E,Dans
 

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