domingo, 5 de enero de 2014

Google y el despliegue de su estrategia de hardware

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ChromebookLa contabilización final de las ventas de portátiles durante el pasado año 2013  dejan una muy interesante sorpresa: el fuerte ascenso de los Chromebook, que pasan de una participación de mercado prácticamente testimonial a casi un 10%, superando las ventas de los MacBook de Apple en casi cinco a uno en el mercado norteamericano.
La primera sorpresa surgió en las navidades de 2012: un Chromebook fabricado por Samsung se hizo con el liderazgo de ventas de la categoría en Amazon. Desde entonces, resulta cada vez más normal ver buenas reviews de diferentes modelos de Chromebook con precios sumamente agresivos y competitivos, e incluso hemos visto aparecer aparatos destinados a la parte alta del mercado con prestaciones y precios elevados.
El fuerte crecimiento sorprende a todos excepto a Microsoft: cuando la compañía de Redmond comenzó a hacer un especial y agresivo enfoque comparativo de los Chromebook en sus anuncios utilizando a los protagonistas del popular docu-reality Pawn Stars, estaba claro que algo se olía en ese sentido: el ascenso de los Chromebook supone un ataque directo a la línea de flotación de dos productos fundamentales de la compañía, Windows y Office, a cambio de un riesgo muy escaso o nulo para Google. Sin embargo, el viejo concepto de “no es un ordenador de verdad, porque si no tienes conexión no sirve para nada” resulta cada vez más trasnochado. Decididamente, no es la máquina que debes comprarte si pasas tiempo en un entorno de escasa conectividad, pero sí resulta una opción muy razonable, sobre todo considerando su precio, en un mundo con conectividad cada vez más ubicua (mayoría del tiempo en la WiFi de casa, de la empresa, o conectado mediante la tarjeta de un proveedor de telecomunicaciones).
La estrategia, en realidad, presenta un fuerte paralelismo con la que Google ha seguido en segmentos como los smartphones o los tablets: en los primeros, el desarrollo de una plataforma con una licencia relativamente abierta que promueve la competitividad entre diferentes fabricantes ha posibilitado un apabullante y envidiable dominio del mercado mundial, mientras la compañía se permite el lujo de hacer descuentos agresivos en su serie Nexus o en los primeros modelos de Motorola, Moto X y Moto G, que provienen ya de la colaboración fluida de ambas compañías. Mientras, en tablets, otra sorpresa inesperada: en la muy significativa cita navideña de 2013, tanto Samsung como la serie Nexus superaron holgadamente en crecimiento a los iPad de Apple, que además se vieron prácticamente igualados por los Kindle Fire de Amazon.
El hardware es para Google un negocio, en principio, entre lo marginal y lo accidental. ¿Podemos, por tanto, hablar de “estrategia de hardware” en una compañía en la que el hardware es un negocio completamente secundario? El dominio del mercado de hardware es interesante por las posibilidades de dominio que otorga, pero no como una fuente de ingresos en sí misma para la compañía, lo que posibilita una forma de competir mucho más agresiva. Google actúa fomentando la competencia entre fabricantes cediendo a estos el margen que les corresponda en función de cómo sean capaces de hacer las cosas, ganando a cambio base instalada para tus productos de software. El hecho de que Motorola pertenezca a la compañía corresponde más al ámbito de las compras defensivas, para hacerse con una cartera teóricamente amplia de patentes, que a una orientación estratégica en sí misma, mientras que en el resto de los casos hablamos mucho más de una colaboración con fabricantes que de un desarrollo de productos propios como tales.
Para Apple o Microsoft, sus verdaderos rivales, competir con una compañía así que se apalanca en fabricantes poderosos como Samsung y muchos otros resulta sumamente difícil. Para Google, todo indica que la estrategia está funcionando a las mil maravillas y dando lugar a dominios cada vez más consolidados en este segmento, que por otro lado resultan muy difíciles de combatir si no es aplicando estrategias similares. Como estrategia, aunque no parece agresiva porque no se basa en una confrontación directa con sus competidores, sí lo es en realidad, porque resulta un ataque muchísimo más difícil de contestar. Y sin duda, a juzgar por los resultados, está siendo verdaderamente eficaz para la compañía.
 

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