martes, 13 de junio de 2017

Indignidad, o cómo machacarme a mí mismo


Indignidad-isra-garcia


Dentro de mi profesión, el marketing y la pasión, entusiasmo y dedicación que siento a diario por el alto rendimiento. Hace ya algunos años que me embarqué en un viaje hacia conocerme, rediseñarme y reconstruirme a mí mismo. Esto solo es posible en descubriendo y destapando las partes que menos te gustan, las más vulnerables, el lado oscuro. La indignidad.
Recientemente descubrí algo revelador y tremendo para mí, mi tendencia a machacarme, a no sentirme digno, a pensar que no merezco lo que he ganado, vivo o el resultado que yo mismo cree. Creerte inadecuado. Pensar que eres un fraude. La sensación de sentir que no eres lo suficiente auténtico, que sea lo que sea aquello que hagas, no te has demostrado nada. Eres inadecuado, no merecedor de cualquier cosa buena que te pase. Esto es peligroso damas y caballeros. Es la indignidad.

Una trampa destructiva

Fui consciente de que mi mente hacía todo lo que podía para evitar el dolor crudo de sentirse insuficiente. No merecedor. Cada vez que nuestras deficiencias son expuestas, reaccionamos intentando cubrir nuestra vulnerabilidad más profunda. Durante todos estos años desarrollé una variedad de estrategias diseñadas para esconder esta gran y destructiva trampa, la indignidad. De esta forma pensaba que estaba compensando lo que creía que no funcionaba en mí.

1. Crearte a ti mismo para distraerte

No hay nada de malo con esto, todo lo contrario. Aunque en ocasiones puede servir para encubrir algo todavía más doloroso. Nos embarcamos en experiencias vitales, experimentos o proyectos de crecimiento personal, uno detrás de otro. Intentas hacer cosas que nadie hace, ser disruptivo, sobresalir de ti mismo. Otras personas, de forma más primitiva también lo hacen, cumplir con el estereotipo perfecto para el cuerpo y la personalidad perfecta. Siempre sonriendo, permaneciendo en dieta perpetua, mostrando en Instagram lo genial que es tu vida, contratando un/a coach. Empujándote a dejar tu trabajo y emprender. Completar un maratón o na distancia Ironman. Cursos de desarrollo personal. Meditación. Adquirir disciplina. Iniciarte en actividades de impacto social. De forma cierta, cualquiera de estas actividades puede producir mucho bien, pero muy a menudo esconden deseos ansiosos que dejan el siguiente mensaje: "es la indignidad, no me lo merezco".
En lugar de relajarnos y disfrutar de lo que somos, quién somos y sea lo que sea lo que estamos haciendo, nos comparamos con un ideal e intentamos sobrepasar.

2. Abrazar un riesgo poco real

Hago como si parece que arriesgo, pero lo que hago en realidad es jugar seguro. Huimos del fracaso que sabemos que tenemos que enfrentar. Queremos hacer muchas cosas porque hacer una sola podría ser demasiado arriesgado. ¿Qué sucede si fallamos en unas cuantas cosas? ¿Qué sucede si fracasas en la única cosa que estás intentando? Si tienes éxito, no sigues intentando en cosas arriesgadas, por el que el miedo a fallar es todavía más grande. Necesitamos expandir horizontes, pero jugando seguro. Cuando un riesgo importante entra en juego, retrocedes y entonces vas a por riesgos menores que no necesitas confrontar.

3. Huir del presente

Salgo corriendo ante la experiencia de vivir en el presente. Trato de escapar del sentimiento de miedo y pena contándome historias sobre lo que está sucediendo en mi vida. Mantengo ciertos temas clave en movimiento, así mi mente me mantiene ocupado: los proyectos que tengo que lanzar y desarrollar, qué ha funcionado y qué no, cuál es el siguiente problema, qué me preocupa, racionalizar pensamientos y sucesos. También podrías incluir, cómo otros te ven y que piensan de ti, juzgar a los demás, encajar con la persona ideal, decepciones o incertidumbre sobre cualquier cosa. Vivimos en un estado flotante de ansiedad, ni siquiera necesitamos preocupaciones o problemas para imaginar desastres. Vivir en el futuro (o en el pasado) crea a ilusión de que somos los dueños de nuestra vida y que somos casi perfectos. Qué gran error.

4. Hacer, hacer, hacer

Me mantengo ocupado todo el tiempo, mi mayor miedo es no hacer nada. En nuestra sociedad, hacer cosas es una forma de distraernos del dolor que produce la muerte de un ser querido, la ruptura matrimonial o las inseguridades internas. Si paramos de hacer cosas corremos el riesgo de conectar con el sentimiento insoportable de que estamos solos y no valemos nada. Es por eso que tratas de llenar huecos, tiempo, cuerpo, mente, emociones. Consumes, compras y parloteas. Si ese hueco existe, compruebas Facebook, envías Whatsapps, ves una película o comes algo. Cualquier cosa es buena para enterrar el sentimiento de vulnerabilidad y deficiencia que vienen bajo las palabras de indignidad, "no lo merezco".

5. El crítico interno

Me he convertido en mi propio peor crítico. Ese comentario de turno o incluso esa voz que nos recuerda a veces o muy a menudo que la cagaste. Que podrías haberlo hecho mejor, que no deberías haber dicho esto o lo otro. Incluso que hay otros que lo hubieran hecho mejor que tú. Cuando solo prestas atención a las peores cosas sobre ti piensas que estás controlando tus impulsos y reacciones, reconociendo tus debilidades y quizá mejorando tu carácter. No es así, créeme.

La indignidad que viene desde dentro

Esta es la verdad que duele, pero es real, al menos para mí. Estas y otras estrategias, no son más que artimañas de nuestra mente para reforzar todas las inseguridades que sostienen el sentimiento de la indignidad de no merecerte. Lo que estoy aprendiendo es que, cuanto más historias, de manera ansiosa, nos comamos a nosotros mismos sobre lo que hacemos mal, aquello en lo que no somos buenos, eso en lo que fallaremos, o las cosas que se convierten en defectos nuestros y de los demás. Cuando hacemos eso, más se fortalece el estado que genera sentimientos de deficiencia, insatisfacción y autosabotaje. Cada vez que revivo una derrota cuando tengo mil y una razones más para revivir victorias, refuerzo la angustia de no considerarme merecedor o suficiente para tener lo que tengo o ser quien soy.
Otra cosa, esto de aquí va para aquellos que buscan reafirmación: cuando te esfuerzas en impresionar o devaluar a otras personas, potencias la creencia subyacente de que no eres tan bueno como crees. Esto no significa que no puedas competir de manera sana, sí, lo que el esfuerzo debe ir en tu trabajo y en reconocer y disfrutar tu propia competencia.
Siempre que tus esfuerzos, intentos, pensamientos o deseos estén liderados por la creencia de que eres menos de lo que eres, seguirás siendo merecedor de nada. Seguirás siendo indigno porque así lo permites.
Sé que muchos de vosotros habéis, estáis o estaréis ahí. Así que os cuento lo que sé, he aprendido y siento. Es la historia más profunda que hay ahora mismo en mí. Es otro tipo de automarketing.
¿Quieres autenticidad? Empieza por aquí.

Isra Garcia
 

Copyright © Poligonos Industriales de Petrer Design by BTDesigner | Blogger Theme by BTDesigner | Powered by Blogger