Queda firmado cuando estás comprometido con tu negocio, con tu carrera o contigo mismo.
Adquirir
el compromiso de perder cosas que realmente te importan para hacer que
cosas que no están a tu alcance sucedan. Dejar marchar gente que
quieres, alejarte de los placeres cotidianos cercanos para perseguir
proyectos, carreras o vocaciones que quizá no consigas. Incluso después
de haber invertido mucho tiempo y dinero.
Con
la reciprocidad, porque si en negocios o relaciones no aprendes a dar
cómo aprendes a tomar. Sea lo que sea aquello que intentes, morirá. ¿Qué
es lo que das a diario por aquello que obtienes a diario?
Comprometido
con la idea de alejarte de la multitud y centrarte en una pequeña
porción de posibles clientes que podrías llegar a satisfacer. Trabajar
para ellos cada día e ignorar la muchedumbre. Subir a un escenario y ser
igual de consciente, valioso y humano, delante de 5.000 personas, como
delante de 14. Estar comprometido con la profesionalidad que viene junto
a la excelencia de hacer tu mejor trabajo no importa qué, y no con la
popularidad de la influencia.
A
entrenar (tu talento, habilidad, disciplina o tu gracias) a través de
la tormenta y la lluvia. A través de los dolores de cabeza o agotamiento
físico o mental. Comprometido a seguir entrenando tu alto rendimiento
cuando no genere ningún resultado. A seguir creyendo en tu equipo a
pesar de las decepciones y la frustración. A seguir invirtiendo en ti
aunque no hayas progresado todavía.
Comprometido con el “yo” y el “nosotros". Por orden. De lo contrario, no conseguirás tu meta.
Compromiso
es respeto a ti mismo y nunca podrás respetarte hasta que no hayas
probado el sabor de finalizar algo. Hasta que no atravieses el huracán
que significa liderar un proyecto empresarial de principio a fin, no
podrás respetarte, no habrá compromiso. Hasta que no pases entre medio
del infierno que requiere dominar un arte para entenderlo y aplicarlo,
el respeto por ti mismo no aparecerá.
Comprometido contigo mismo
Lágrimas,
esfuerzo, dolor innecesarios y todavía sigues y al día siguiente
apareces, preparado o preparada para cualquier cosa, a continuar
luchando. Ese es el momento que marca la diferencia. El compromiso no es
fácil. Igual que la valentía. A finales de 2015 me hice a mí mismo una
promesa, el resultado de lo que mi trabajo muestra al mundo, solo será
un 20% de todo el compromiso, lucha, esfuerzo, disfrute, respeto y
dignidad que hay detrás. Esto fue un punto de inflexión descomunal para
mí. Me comprometí conmigo mismo como jamás lo había hecho.
Cada
vez que necesitas algo que no puedes ofrecerte a ti mismo, estás a
merced de otra persona (o empresa) y cuando no hay respuesta y no
sucede, quedas quebrado. Entonces, te conviertes en las consecuencias de
aquello que se te fue privado o no conseguiste.
Esto
es una urgencia. Cada presidente la ha sentido, cada maestro, cada rey,
cada luchador, cada ganador, cada soldado, cada agente del cambio la ha
sentido. Cada inconformista. La urgencia de abandonar. No importa que
no tengas el dinero, los estudios, el apoyo o la familia para no
abandonar. No lo hagas. Te tomará el triple de tiempo, te costará más
que a otros, tendrás que esforzarte 10 veces más que tu compañero, pero
no lo hagas.
Vive comprometido. Marcarás la diferencia, tú diferencia.
isra garcia |
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