Los
estudios de Robin Dumbar concluyen que la cantidad de individuos que
pueden desarrollarse en un sistema determinado son 150 personas. Es
decir, con un gran esfuerzo 150 personas pueden mantenerse juntas dentro
de un entorno, comunidad, tribu o vecindario. Es una teoría que traté
de probar en mi experimento social media 150.
Sin embargo, los resultados del experimento y lo que vengo observando y
comprobando en estos años, tanto en círculos vitales de personas de mi
alrededor, como en los míos propios, demuestra, que la teoría no es del
todo cierta. La hipótesis tiene sentido y de forma antropológica aplica a
una sociedad y a un sistema. Excepto que no aplica al actual. Excepto
que nunca permaneces conectado a las mismas 150 personas en un mismo
entorno, dentro de un mismo contexto y características, donde la
multitud reina.
Me
explico, el estilo de vida actual es más superficial. Las tecnologías e
Internet nos separan más de las personas que tenemos cerca y nos hacen
llegar a otras nuevas con las que parece que establecemos un vínculo,
pero nunca tan sólido. La información nos desconecta y nos distrae de
las relaciones. El trabajo es elusivo, aislante y egocéntrico. La
economía nos fuerza a competir y a ver rivales en lugar de personas a
nuestro alrededor. Las costumbres nos retraen y nos aportan de
interacciones, nos cierran en lugar de abrirnos. Los hábitos están
enfocándose más hacia lo persona que a lo grupal. Además los
comportamientos tienen de no socializar más que un puñado reducido de
personas que son como nosotros, actúan como nosotros y piensan como
nosotros. Esto junto a la cultura de la (des)conexión que nos atasca y
desvía nuestra atención hacia otro lado.
A día de hoy, pienso que el Número Dumbar
quedaría reducido a un 30 o 50 personas como mucho, que a su misma vez
no permanecen todas conectados al mismo tiempo todo el rato. Eso es
obvio. si hablamos de la teoría de los Seis Grados de Separación,
hoy, en este mundo hiper-desmedido y sobresaturado de conexión, no
funcionará con la misma eficacia de hace unos años. Principalmente
porque en la ecuación entraría otra variable que antes no era
considerada, la escasez de atención a la multitud y el valor que cada
día más damos al tiempo que disponemos.
Huye de la multitud
La
conclusión (y aterrizaje) sobre estos descubrimientos es que cada
audiencia, comunidad, masa o tribu, pronto o tarde, va a fallar. O si
quieres leerlo de forma más dramática, va a decepcionarte. No cumplirá
con tus expectativas.
Por
que esa multitud está formada por personas que no están conectadas a ti
ni tú a ellos. Hay un/a traidor/a, un/a interesado/a, un/a oportunista,
un/a “hater”, un cínico, el ansias, un trepa o un pobre diablo, entre
otros. Muchos de ellos anónimos.
Esta
masa pierdes interés y fuerza cada día. Esta multitud denigra tu arte.
Este público tan extenso no te toma en serio, ni sabe ser serio.
Crea tu ecosistema humano
Las
buenas noticias. En cambio, estas 30 o 50 personas sí, son reales, las
conoces, sabes sus nombres y ellos el tuyo. Conocéis vuestras historias.
Compartís, resonáis. Magia.
Estas
personas te mirarán a los ojos. Te darán un feedback deslumbrante. No
temblarán cuando tengan que pararte los pies. Comprarán tu producto.
Utilizarán tu servicio. Dejarán una reseña no para quedar bien, si no
para ayudar a otros futuros compradores.
Las
personas que importan, un número reducido, mantendrán sus promesas. Son
personas generosas. Creceréis juntos. Cambiaréis las cosas juntos.
Cuando
no te sientas bien del todo. Cuando sientas que tu trabajo no impacta
lo suficiente. O cuando pienses que estás solo/a y cuando tengas dudas o
cuestiones valores. Aparta a un lado la multitud (y nos les tomes
demasiado en serio).
Siempre que te sea posible, concéntrate en un número pequeño de amigos, familiares, colegas y clientes. Personas específicas.
La
multitud ni te da de comer, ni es tu amiga, ni van a estar ahí cuando
la necesites. Muchas personas no es sinónimo de hacer las cosas bien y
poder dedicarte a quien te merece. Mucha gente a tu alrededor es un
concepto sobrevalorado, una y otra vez.
Escápate del tumulto.