Vivimos en la abundancia de elecciones y posibilidades. Hoy los clientes tienen más opciones como la tuya disponibles, a un solo click. Hoy cualquier empresa puede escoger proveedores más baratos, eficientes y comprometidos, en tu misma área de especialización. La variedad de sabores para un helado es interminable. Las alternativas a la comida de restaurante tradicional son tan extensas como el océano atlántico. Hacer marketing es una variable que cualquier persona pude incluir en su vida, lo mismo sucede con comunicar, cualquiera puede ser su propio departamento de prensa. Una persona que abre un blog parece ser considerada un blogger, al igual que un profesional que sube a dar una charla a un escenario, pasa a ser un conferenciante. Un experto es aquel que habla de algo repetidamente, se supone. La abundancia se impone como estilo de vida, qué gran error.
Cuanto menos trabajo mediocre hace más impacto eres capaz de causar. Cuantos menos clientes atiendes más eres capaz de encantar. Cuanto más cierras tu área de influencia y alcance más valiosa se vuelve. Cuanto más consciente eres en tus decisiones empresariales mejores resultados obtienes. Cuanto menos apareces más vales. Cuanto menos “popular” te vuelves más demandado consigues ser. Cuanto menos personas son las que tratas de entretener, más ganas por ello.
Cuantas menos conferencias, eventos, actos o proyectos son en las/los que participas, mejores resultados logras, más aprendes, disfrutas más, mejores experiencias, proyectos, fracasos, éxitos y aventuras puedes compartir. Y últimamente, llegas a entregar un valor y utilidad cada vez más altos y escasos en un mundo donde cualquiera es speaker, marketer, autor, blogger o experto en algo. (y sí, más y más incrementan tus honorarios y oportunidades de negocio, por lo menos las mías)
En un mundo lleno de abundancia, la escasez es una estrategia ganadora. “Sí” es fácil, en cambio “no” es poco común y por lo tanto valioso. Isra Garcia