Hoy, dadas las circunstancias en este nuevo mundo de aprendizaje fluido y conectado, muchos nos preguntamos donde entra en juego la educación superior. Es justo decir que la accesibilidad a la información, la inmediatez, las tecnologías disruptivas y el movimiento maker están causando estragos en la manera que solíamos pensar sobre la educación superior. Los estudiantes de hoy no necesitan una persona más adulta y sabia que permanezca levantada dando clases magistrales en medio de una clase llena de cientos de ellos. Ahora que la información está en todos lados, dar clases va sobre compartir aprendizajes especiales y experiencias vitales, dar clases va sobre retar, provocar, incomodar, inquietar, empujar.
De enseñanza a proyectos
Un entorno de universidades basadas en proyectos parecería más como un jardín de infancia, no un aula aburrida, estaría formada por grupos pequeños y un director de proyecto que abarcara dos tres o cuatro grupos, esa personaactuaría como líder. Estaría más concentrado en habilidades de mentoring, o a ser ese tipo de instructor que no te da el manual a seguir, sino te permite hacer con la posibilidad de poder fallar o que tu trabajo no funcione – dos formas de decir lo mismo – pero te guiará hacia el aprendizaje.
El futuro de los esfuerzos
No es el ocaso de la educación, pero algo en lo que vamos a tener que esforzarnos en estos próximos 20 años es en encontrar la manera de ayudar a los estudiantes a desarrollar sus habilidades, hábitos y métodos de trabajo a través de proyectos y otra cosa importante, ser buenos trabajando junto con ellos para ayudarles también a ser quienes quieren ser o lo que ya saben que son.
Muchos profesores están adaptándose excepcionalmente bien a estos cambios y están preparándose para ello. No puedo decirte el número de ultra-profesores de élite, presidentes de escuelas de negocios, decanos y formadores de universidades o colegios que han venido a enviar un mensaje como este “no podemos esperar hasta que el éxito o el fracaso nos fuerce a cambiar”
Habrá bajas importantes
Muchos centros, universidades, escuelas de negocios o colegios no lo conseguirán, otros lugares con menos recursos se fusionarán o desaparecerán porque la propuesta de valor no estará basada en ninguno de sus fundamentos. Podrán haber deudas, bancarrotas, consolidaciones y cierres. El cambio está siendo – y será – rápido y feroz, pero para mejor. La educación superior convencional está destinada a morir, en su lugar nacerá una nueva centrada en justamente lo contrario a lo que llevan años tratando de inculcar.
Como sociedad no podemos permitirnos perder las universidades, pero las universidades o cualquier tipo de educación superior, no puede permitirse el lujo de permanecer en el mismo estado industrializado que hace 20 años, siendo optimistas.