jueves, 28 de enero de 2016

No envíes a un humano a hacer el trabajo de una máquina

Accelerometer and gyroscopeEn una prueba más de la superioridad de la máquina sobre el hombre, Uber comienza a controlar a los conductores que ofrecen el servicio en su plataforma mediante el recurso a los sensores de los terminales que les proporcionan, concretamente las lecturas de acelerómetro, giroscopio y GPS.
Según la entrada publicada en el blog de la compañía, recogida y comentada por medios como The Guardian, TechCrunch o Fast Company, la compañía monitorizará los datos recogidos por los sensores de los smartphones de los conductores siempre que el pasajero haya registrado algún tipo de queja o comentario a través de la aplicación, con el fin de aclarar las circunstancias de lo sucedido. La idea es eliminar el sesgo que puede surgir de la información extraída de ambas partes: hablamos en muchos casos de sensaciones relativas, de hábitos al volante o de percepciones subjetivas en función de las condiciones del tráfico, que pueden además estar influenciadas por cuestiones como la empatía entre conductor y pasajero. Las percepciones sobre las circunstancias de la circulación son a menudo diferentes entre el conductor, que no solo va sujeto al volante sino que además puede, en muchos casos, anticipar las maniobras de la conducción, y del pasajero que va sentado sin una atención permanente a la conducción y sin más sujeción que la que proporciona un asidero o un cinturón de seguridad.
Dado que la compañía ofrece por lo general el mismo modelo de smartphone a todos sus conductores, resulta relativamente sencillo acumular experiencia y aprendizaje sobre las lecturas de sus sensores, y recurrir a ellas de manera reactiva en caso de que la seguridad del viaje sea cuestionada. La combinación de GPS, acelerómetro y giroscopio permite evaluar, por ejemplo, la velocidad a la que el vehículo circula asociada a la vía concreta en la que se encuentra, las características de las frenadas o la sensación de aceleración angular en las curvas, lo que ofrece una evaluación sumamente completa de las circunstancias de la conducción. Además, permite evaluar el uso que el conductor hace del terminal, que en principio debería estar anclado en su peana en el salpicadero y no ser utilizado de manera constante durante la ruta para otro tipo de actividades. Visto así, preguntar al conductor o al pasajero termina siendo completamente redundante, algo que se seguirá llevando a cabo simplemente por una cuestión psicológica o de empatía, pero… ¿qué es la información imperfecta extraída de las percepciones relativas de una persona, comparada con la fiabilidad de las lecturas de un riguroso sensor? Desde hace muchos años, lo habitual cuando mi mujer y yo viajamos en el mismo automóvil, es que conduzca ella. Yo soporto razonablemente bien cómo conduce ella (o me resigno más fácilmente), pero ella considera que yo soy excesivamente brusco en mis maniobras, algo que yo tiendo generalmente a negar. Voy a tener que pedir a Uber información sobre las lecturas de referencia de sus sensores para poder poner fin a esta discusión :-)
How's my driving decal
La cuestión me recuerda las pegatinas que los vehículos de reparto o industriales en general llevan en algunos países, en las que suele preguntarse algo así como “How is my driving?” acompañado de un número de teléfono, esperando que cualquier otro automovilista perjudicado por una mala maniobra del conductor informe a la compañía para que intente corregir esa actitud en su conductor. En un mundo en el que todos llevamos en el bolsillo o en el salpicadero un ordenador plagado de sensores, todo ese mecanismo resulta directamente imperfecto y redundante.
Pero más allá de la circunstancia concreta, lo interesante resulta ese recurso a la sensorización para suplementar las percepciones humanas: en compañías tecnológicas como Amazon o Uber, resulta cada vez más normal que toda toma de decisiones deba proceder de un análisis desapasionado de los datos, de una lectura de algún tipo de métrica o del resultado de un test. Para tomar decisiones, nada de gut feeling, intuición o creencias: tráeme datos de un A/B test o algún otro tipo de evaluación objetiva. Que el conductor jure por todo lo jurable que circulaba como si estuviese llevando a su abuelita al supermercado no quiere decir absolutamente nada si el GPS revela que iba a 90 por una calle estrecha, que clavaba los frenos como un poseso o que tomaba las curvas como Carlos Sáinz en medio del rally de los mil lagos. Hasta aquí hemos llegado con la relatividad de las percepciones humanas, a partir de ahora, y mientras estemos aún obligados a que sea un imperfecto humano quien conduzca, dame lecturas de los sensores de una máquina. La tecnología siempre tiene la respuesta correcta.
 

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