
Este último fin de semana vi dos partidos de fútbol en televisión, uno detrás de otro. La señal de ambos vino a través de la web, y los vi perfectamente, sin prácticamente ningún corte ni interrupción y con una calidad aceptable, a pesar de estar en una zona rural. Hace unos pocos años, esta posibilidad suponía una opción prácticamente imposible. En el camino, varios factores: un incremento notable del ancho de banda disponible, un cambio en el parque doméstico de televisiones hacia modelos con mucha mayor y más sencilla capacidad de conectividad, y algunos proveedores de contenidos que se han decidido a explorar ese mercado – o en mi caso, de ofrecérmelo como opción.
La publicidad que pude ver en los intermedios de los partidos, sin embargo, fue completamente convencional. ¿Qué podría hacer Google con esos contenidos y espacios publicitarios si aplicase las tecnologías de personalización y gestión que lleva muchos años mejorando en la web? ¿Cuánto podría valer ese mercado publicitario si lo sacásemos de su particular prehistoria – el mismo anuncio para todo el mundo y emitido de manera completamente unidireccional – y lo trajéramos a la realidad del siglo XXI? ¿Cuánto estarían dispuestos a pagar los anunciantes por un nivel más elevado de calidad y por un abanico diferente de posibilidades vinculadas a esos impactos? ¿Qué alcance podrían dar a esas negociaciones proveedores capaces de pensar en términos globales, no únicamente restringidos a un país determinado? Las conversaciones entre Google y la NFL podrían estar restringidas a un producto como el Sunday Ticket, relativamente restringido a unos dos millones de clientes de los que aproximadamente un tercio son locales comerciales como bares y cafeterías, o podrían tal vez llegar a tener un alcance mucho mayor.
Con el progresivo despliegue de fibra hasta un número creciente de hogares, y desarrollos como Chromecast, un dispositivo sencillo y de tan solo $35 al alcance de cualquiera, en pleno lanzamiento exitoso, un acuerdo con la NFL daría a Google definitivamente la posibilidad de dar un golpe de mano importante al mercado de la publicidad en televisión, y llenaría de especulaciones muchos otros mercados en torno a contenidos como la Liga española, la Premier League inglesa, el Calcio italiano o la Bundesliga germana.
La web ya es el segundo canal en inversión publicitaria tras la televisión. ¿Podemos llegar a imaginarnos el cataclismo que supondría que los míticos anuncios de la Super Bowl pasasen a ser de repente gestionados por una empresa como Google? ¿Estamos ya a punto de ver el primer asalto serio a la última gran plataforma publicitaria convencional? E.Dans