Un
día descubres el poder de las ideas, en ese momento todo cambia, hasta
el día – posiblemente más tarde en el tiempo – en el que te das cuenta
de que una idea tiene valor, utilidad, retorno e impacto cero, hasta que
no se convierte en un proyecto, iniciativa, negocio, producto,
servicio, dibujo, escultura, canción, sonido, widget o diseño.
Una idea puede venir de cualquier cosa; arte, ciencia, negocios, amor, política, cultura, tecnología. Puede venir de alguien, o puede ser tuya propia – no importa mucho esto. Lo que importa es que te impulse lo suficientemente fuerte como para llevarla a cabo, sin importar mucho el resultado – al principio. Esto te elevará, hará que tu vida merezca la pena. En ese momento, empiezas a darte cuenta de lo esencial que es transformar ideas en hechos. Esto, eventualmente y quizá, te llevará a ganarte la vida decentemente, si apuntas por ello. Espera, de repente, estás rodeado por personas aduladoras que valoran ideas más que ejecución. No. Mira, tiene sentido. Quiero decir, la mejor idea en el mundo es aquella que intentas. Así que después de que empieces a ignorar a la creencia de las grandes, medianas o pequeñas ideas, considera en accionar cada una de esas ideas que tienes, empieza a monitorizar todo durante el proceso. Para de leer tantos libros. Para de descargas tantas APPs. Para de descargar tantos informes. Empieza a diseñar una parte del día donde aplicas tu idea y mides el resultado que genera. La verdad y la belleza no se pueden reemplazar por indicadores. Cierto. Eso es el núcleo de una idea, pero debes seguir hacia la profundidad, entrar en la idea y sacarla fuera. De lo contrario, dedícate a otra cosa. La próxima vez que alguien te diga “¿Cuál es tu idea?”, hazte un favor y piensa en pasos para no llamarlo idea, sino realidad. En unos meses o un año, te lo agradecerás. Photo credit: jarito. IG - Empowering people, business and communities. - isragarcia.es // isragarcia.com |
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