Algunos medios se hacen eco de un proyecto de la Wikimedia Foundation,
la fundación sin ánimo de lucro que opera Wikipedia, para la creación
de un motor de búsqueda libre, un proyecto que obviamente la llevaría a
adoptar un rumbo de colisión con una Google convertida ya en la empresa
más valiosa del mercado.
Al parecer, la fundación obtuvo $250,000 el pasado septiembre de la Knight Foundation, una una fundación privada sin ánimo de lucro norteamericana dedicada a apoyar ideas de transformación que promuevan el periodismo de calidad, la innovación en los medios, las comunidades participativas y el fomento de las artes. Según The Register, los fondos serían la primera parte de un proyecto más amplio valorado en $2.5 millones y destinado, según la carta de concesión, a “hacer que la información más relevante de internet sea más accesible y curada abiertamente, y a crear un motor de datos abierto totalmente libre de intereses comerciales”, llevado por la preocupación de que “hoy en día, los motores de búsqueda comerciales dominan la búsqueda de Internet, empleando tecnologías propietarias para consolidar los canales de acceso al conocimiento y la información de Internet”.
Que Jimmy Wales afirme, en una FAQ dedicada al proyecto, que “we are not building Google” no elimina la sensación de que la fundación podría estar pensando en reeditar lo que en su momento intentó plantear con Wikia Search, un fugaz proyecto lanzado por el propio Wales en septiembre de 2008 que cerró en mayo de 2009 tras no ser capaz de generar popularidad. La idea de Wikia Search giraba en torno a la constatación de que muchas páginas de Wikipedia eran habitualmente el resultado mejor posicionado en una gran cantidad de búsquedas en Google – algo lógico considerando su estatus de página neutral y que muchas otras páginas vinculaban como referencia – y que, posiblemente, esto podría consolidarse como un motor de búsqueda “curado por personas”: si todos los expertos del mundo en un tema confeccionaran voluntariamente una página sobre esa temática y proporcionaran las fuentes utilizadas, el resultado podría parecerse mucho a la página de resultados de un motor de búsqueda, con la ventaja de poder mantenerse, gracias al criterio de las personas, relativamente libre de contaminación comercial. En aquel momento, al comunicar el cierre de Wikia Search, Wales escribió en su página personal que “volvería a la búsqueda una y otra vez en mi carrera, sea como inversor, como colaborador o como animadora”.
Pero más allá de los planes de Wales y de la Wikimedia Foundation, lo que me parece interesante es especular sobre la deriva hacia lo libre y gratuito de los servicios en la web. Hablemos de cosas que, a día de hoy, son pura tecnología-ficción: la ilustración que acompaña esta entrada es un simple diseño hipotético que he creado en un momento con lo que podría ser la página de inicio en un motor de búsqueda. ¿Qué ocurriría si el proyecto fuese real, y además se convirtiese, como dice la propia fundación, en “the Internet’s first transparent search engine”? Antes del año 2001, momento de lanzamiento de Wikipedia, cualquier empresa editora de enciclopedias se habría carcajeado sonoramente ante la posibilidad de que su negocio desapareciese a manos de una enciclopedia gratuita y libre que terminase siendo la mejor, la más actualizada y la más completa del mundo. He mantenido sesiones de discusión con toda la cúpula directiva de Planeta encabezada por el fallecido Jose Manuel Lara bastante posteriores, en torno al 2006, en las que trataba de explicarles por qué la Wikipedia terminaría con su negocio, ante su más absoluta incredulidad y negación de la realidad. ¿Podría llegar a ocurrir algo similar con los motores de búsqueda? Cualquier parecido entre la cultura empresarial de Google y la de Planeta sería mera coincidencia, pero ¿sería posible imaginar un futuro en el que el motor de búsqueda predominante fuese libre, gratuito, sin publicidad y operado por una fundación sin ánimo de lucro que lo financia mediante donaciones?
El éxito de Google a la hora de crear un motor de búsqueda mejor que sus predecesores y competidores tiende a evitar la discusión sobre las posibles alternativas a su dominio. A todos los efectos, competir con Google hoy se antoja imposible: las barreras de entrada, simplemente en términos de gestión de la operativa de la base de datos que recoge la copia de todas las páginas de la web lo convierte en una tarea enormemente compleja. Google ha desarrollado una vasta cantidad de tecnologías de cara a mejorar la eficiencia de sus bases de datos, por no citar el inmenso trabajo alrededor de la mejora continua de los algoritmos de búsqueda. Varias empresas potentes y con recursos han intentado competir con Google haciendo algo parecido a lo que hacía Google, mediante algoritmos basados en la relevancia social, y todas ellas han fracasado. Sin embargo, la idea de páginas de resultados editadas por voluntarios, gobernados mediante una serie de reglas similares a las que rigen Wikipedia, y que diesen lugar a un motor de búsqueda libre podría llegar no solo a tener un evidente atractivo, sino a convertirse, con la gestión adecuada, en una seria preocupación para Google.
La misión de Google es “organizar la información del mundo y hacerla accesible y útil de forma universal”. La necesidad de convertir esa actividad en un negocio intrínsecamente rentable nos ha llevado a aceptar no solo que la publicidad ocupe cada vez un área más prominente en la página, sino a que, además, los resultados de búsqueda estén, cada vez más, sometidos a una progresiva editorialización: muchas búsquedas en Google conducen no a los resultados, sino a un producto de la compañía que trata de agruparlos o compararlos de una u otra manera. La idea de que esas actividades de agrupación o comparación puedan llegar a estar desarrolladas por humanos resulta, como mínimo, provocativa: oponer la inteligencia y los ciclos ociosos de las personas – tal y como se hace en Wikipedia – a los algoritmos intensamente automatizados de Google.
Que Google esté cada vez más amenazada por las autoridades anti-monopolio y acosada por las protestas de compañías que pretenden competir con ella en diversos aspectos evidencia una cuestión clara: la búsqueda, cada día más, se ha convertido en algo tan importante que sería mejor que no estuviese dominado por una sola compañía. ¿Y si la alternativa no viniese de un competidor tradicional, sino de un proyecto colaborativo de este tipo? Una de las propiedades más claras de la web es su poder como reductor de costes de transacción: ¿implica esto que alternativas colaborativas, que precisan de importantes esfuerzos de coordinación, pueden llegar a disfrutar de ventajas frente a competidores corporativos tradicionales?
E.Dans
Al parecer, la fundación obtuvo $250,000 el pasado septiembre de la Knight Foundation, una una fundación privada sin ánimo de lucro norteamericana dedicada a apoyar ideas de transformación que promuevan el periodismo de calidad, la innovación en los medios, las comunidades participativas y el fomento de las artes. Según The Register, los fondos serían la primera parte de un proyecto más amplio valorado en $2.5 millones y destinado, según la carta de concesión, a “hacer que la información más relevante de internet sea más accesible y curada abiertamente, y a crear un motor de datos abierto totalmente libre de intereses comerciales”, llevado por la preocupación de que “hoy en día, los motores de búsqueda comerciales dominan la búsqueda de Internet, empleando tecnologías propietarias para consolidar los canales de acceso al conocimiento y la información de Internet”.
Que Jimmy Wales afirme, en una FAQ dedicada al proyecto, que “we are not building Google” no elimina la sensación de que la fundación podría estar pensando en reeditar lo que en su momento intentó plantear con Wikia Search, un fugaz proyecto lanzado por el propio Wales en septiembre de 2008 que cerró en mayo de 2009 tras no ser capaz de generar popularidad. La idea de Wikia Search giraba en torno a la constatación de que muchas páginas de Wikipedia eran habitualmente el resultado mejor posicionado en una gran cantidad de búsquedas en Google – algo lógico considerando su estatus de página neutral y que muchas otras páginas vinculaban como referencia – y que, posiblemente, esto podría consolidarse como un motor de búsqueda “curado por personas”: si todos los expertos del mundo en un tema confeccionaran voluntariamente una página sobre esa temática y proporcionaran las fuentes utilizadas, el resultado podría parecerse mucho a la página de resultados de un motor de búsqueda, con la ventaja de poder mantenerse, gracias al criterio de las personas, relativamente libre de contaminación comercial. En aquel momento, al comunicar el cierre de Wikia Search, Wales escribió en su página personal que “volvería a la búsqueda una y otra vez en mi carrera, sea como inversor, como colaborador o como animadora”.
Pero más allá de los planes de Wales y de la Wikimedia Foundation, lo que me parece interesante es especular sobre la deriva hacia lo libre y gratuito de los servicios en la web. Hablemos de cosas que, a día de hoy, son pura tecnología-ficción: la ilustración que acompaña esta entrada es un simple diseño hipotético que he creado en un momento con lo que podría ser la página de inicio en un motor de búsqueda. ¿Qué ocurriría si el proyecto fuese real, y además se convirtiese, como dice la propia fundación, en “the Internet’s first transparent search engine”? Antes del año 2001, momento de lanzamiento de Wikipedia, cualquier empresa editora de enciclopedias se habría carcajeado sonoramente ante la posibilidad de que su negocio desapareciese a manos de una enciclopedia gratuita y libre que terminase siendo la mejor, la más actualizada y la más completa del mundo. He mantenido sesiones de discusión con toda la cúpula directiva de Planeta encabezada por el fallecido Jose Manuel Lara bastante posteriores, en torno al 2006, en las que trataba de explicarles por qué la Wikipedia terminaría con su negocio, ante su más absoluta incredulidad y negación de la realidad. ¿Podría llegar a ocurrir algo similar con los motores de búsqueda? Cualquier parecido entre la cultura empresarial de Google y la de Planeta sería mera coincidencia, pero ¿sería posible imaginar un futuro en el que el motor de búsqueda predominante fuese libre, gratuito, sin publicidad y operado por una fundación sin ánimo de lucro que lo financia mediante donaciones?
El éxito de Google a la hora de crear un motor de búsqueda mejor que sus predecesores y competidores tiende a evitar la discusión sobre las posibles alternativas a su dominio. A todos los efectos, competir con Google hoy se antoja imposible: las barreras de entrada, simplemente en términos de gestión de la operativa de la base de datos que recoge la copia de todas las páginas de la web lo convierte en una tarea enormemente compleja. Google ha desarrollado una vasta cantidad de tecnologías de cara a mejorar la eficiencia de sus bases de datos, por no citar el inmenso trabajo alrededor de la mejora continua de los algoritmos de búsqueda. Varias empresas potentes y con recursos han intentado competir con Google haciendo algo parecido a lo que hacía Google, mediante algoritmos basados en la relevancia social, y todas ellas han fracasado. Sin embargo, la idea de páginas de resultados editadas por voluntarios, gobernados mediante una serie de reglas similares a las que rigen Wikipedia, y que diesen lugar a un motor de búsqueda libre podría llegar no solo a tener un evidente atractivo, sino a convertirse, con la gestión adecuada, en una seria preocupación para Google.
La misión de Google es “organizar la información del mundo y hacerla accesible y útil de forma universal”. La necesidad de convertir esa actividad en un negocio intrínsecamente rentable nos ha llevado a aceptar no solo que la publicidad ocupe cada vez un área más prominente en la página, sino a que, además, los resultados de búsqueda estén, cada vez más, sometidos a una progresiva editorialización: muchas búsquedas en Google conducen no a los resultados, sino a un producto de la compañía que trata de agruparlos o compararlos de una u otra manera. La idea de que esas actividades de agrupación o comparación puedan llegar a estar desarrolladas por humanos resulta, como mínimo, provocativa: oponer la inteligencia y los ciclos ociosos de las personas – tal y como se hace en Wikipedia – a los algoritmos intensamente automatizados de Google.
Que Google esté cada vez más amenazada por las autoridades anti-monopolio y acosada por las protestas de compañías que pretenden competir con ella en diversos aspectos evidencia una cuestión clara: la búsqueda, cada día más, se ha convertido en algo tan importante que sería mejor que no estuviese dominado por una sola compañía. ¿Y si la alternativa no viniese de un competidor tradicional, sino de un proyecto colaborativo de este tipo? Una de las propiedades más claras de la web es su poder como reductor de costes de transacción: ¿implica esto que alternativas colaborativas, que precisan de importantes esfuerzos de coordinación, pueden llegar a disfrutar de ventajas frente a competidores corporativos tradicionales?
E.Dans