Brian Chesky, cofundador y CEO de Airbnb, publica una breve pero impresionante nota en Medium detallando cómo, en junio de 2008, presentaron su idea ante siete inversores importantes de Silicon Valley, y fueron rechazados por los siete: cinco correos electrónicos con sus correspondientes negativas que hoy aparecen reproducidos en el artículo, y dos más que ni siquiera llegaron a contestar. Sin duda, no debe ser un momento del que los emprendedores tengan muy buen recuerdo.
Aquella ronda de financiación pretendía levantar $150.000 sobre una valoración total de un millón y medio de dólares, y fue un sonoro fracaso: ninguno de los siete inversores convocados quiso poner ningún dinero en el proyecto. Cinco portazos sonoros y dos silenciosos, que posiblemente duelan incluso más. En aquel momento, poner $150.000 habría supuesto hacerse con un 10% de la compañía.
Hoy, en julio de 2015, Airbnb está valorada por encima de los 24.000 millones de dólares, por encima de los 21.000 millones que vale el gigante del negocio hotelero Marriott. En matemáticas sencillas, aquellos $150.000 de 2008 por un 10% de la compañía valdrían hoy $2.400 millones. Treinta y un inversores le han entregado por el momento $2.300 millones a lo largo de siete rondas de financiación, tras una historiaque, a lo largo de siete años, no ha estado exenta de sustos y problemas de todo tipo.
La compañía, a la que los propietarios pagan un 3% del importe de cada alquiler y los huéspedes una comisión de entre un 6% y un 12%, representa ya un 1% sobre el total del mercado global de pernoctaciones, y en cinco años espera llegar a suponer un 10%. Una historia que comenzó con dos personas a las que no les llegaba el dinero para pagar el alquiler de su casa en San Francisco, y que montaron una página sencilla para ofrecer tres plazas en colchones hinchables a $80 la noche.
La próxima vez pienses en términos de emprendimiento, recuerda esta historia. Lo único que podía permitir hacerse una idea de lo que Airbnb podía significar era un análisis del componente de innovación que poseía: algunos aún siguen pensando que esa plataforma es simplemente eso, un sitio donde algunos locos ponen detalles de sus propiedades, y otros locos aceptan hospedarse en ellas. Pero no, la idea no es tan simple: detrás de ella hay elementos de estandarización de la propuesta de valor, de sistemas de evaluación que permiten reducir la incertidumbre, de seguros que protegen de daños a la propiedad, y de elementos que, de acuerdo tanto con propietarios como con huéspedes, justifican con creces las comisiones pagadas.
Muchos de los que ofrecen sus propiedades en alquiler en Airbnb nunca las habrían ofrecido en alquiler de no existir Airbnb, del mismo modo que muchos de los que hoy se hospedan en Airbnb no habrían jamás esperado planificar y llevar a cabo sus estancias mediante semejante fórmula. Pensar que unos están en esto para evadir impuestos y los otros porque son unos cutres que no quieren pagar un hotel de verdad es ser sencillamente corto de miras, no fijarse en que las transacciones están mediante este sistema mucho más controladas que antes, y que en el catálogo de inmuebles hay absolutamente de todo, desde habitaciones compartidas en pisos en las afueras, hasta viviendas con techos altos y maderas nobles en pleno centro de la ciudad.
Esos elementos, los que algunos no fueron capaces de ver en 2008 y los que otros siguen sin ver aún ahora, son los que componen la innovación. A Airbnb le irá bien, mal o regular en el futuro, y serán capaces de alcanzar o no las metas que se han propuesto en función de infinidad de circunstancias de todo tipo: gestionar una empresa no es en absoluto sencillo, y más aún cuando en ella existe un componente tan importante de cosas nuevas, de caminos inexplorados. Pero para la historia queda la valoración actual, y aquellos correos de rechazo de aquellos inversores en el año 2008. El valor de la innovación… y lo difícil que resulta a veces valorar sus posibilidades!