Fue el día en el que comunicaron que probablemente deberíamos cancelar o posponer La Gran Hazaña. El mundo se vino encima de mí, quede aplastado, prácticamente.
Sin motivación alguna
Ese día fue el viernes 18 de septiembre, cuando Edgar contactó con Nando, Oscar y conmigo para comunicarnos que sería muy posible que no pudiéramos continuar con este importante y esperanzador proyecto de cambio social – aquí las razones. En ese momento no me pareció tan mal, decidí que mi compromiso hasta que finalmente supiéramos si continuábamos con la fecha inicial – el 3 de noviembre – o no, sería el de seguir llevando la preparación del desafío con la misma devoción y determinación que si no hubiéramos recibido la noticia, de esta manera también continuaría con el experimento 80 días para probar improbable y lo finalizaría. Poco después me daría cuenta de que eso sería una misión suicida.
Al principio me resistí a la idea de no bajar el ritmo, pero poco a poco la desmotivación fue ganando terreno hasta tenerme completamente sumiso.
No era capaz de seguir
Nunca jamás había entrenado a fondo sin un objetivo, sin una inspiración. En estos últimos dos años, después de Ultraman UK, aquello que realmente me ha movido era el impacto positivo producido en otras personas, ver cómo el deporte, o mejor aún, aquello que sale de ti cambia las cosas y mejora la vidas de personas en condiciones desfavorables, te proporciona el fulgor necesario para tumbar muros y conseguir imposibles.
Cuando sentí que había perdido esto, me he sentido vacío, desanimado y desganado. No encontraba una razón para seguir. No quería entrenar, sino dormir, bajar los brazos, rendirme. Cuando finalmente salía a entrenar, tardaba en convencerme casi una hora, cuando regresaba estaba molido, como lesionado, agotado, extenuado. Qué sensación tan desagradable. Durante 25 días no he disfrutado, quería dejarlo y abandonar. Han sido días inexplicables, en lo personal, afectado, en lo profesional, no rendía como era habitual.
Encuentra un hito
Ahora ya hay un nuevo hito, el 16 de febrero de 2016, fecha en la que finalmente se realizará el desafío solidario. Voy a entrenar estas dos semanas a tope hasta los Autos Locos de Red Bull y entonces bajar el ritmo. En diciembre, a principios reanudaré los ciclos de intensidad, entre medio trabajaré velocidad, flexibilidad, potencia y fuerza, Vicente Úbeda me echará una una mano.
Vuelvo a recuperar lentamente la ilusión y motivación perdida durante todos estos días, aunque reconozco que no es lo mismo. Me cuesta empezar cada día, no tengo el mismo impulso, no es el cuerpo, que funciona grandiosamente, es la mente. Se siente traicionada, lo sé. Para mí es otra de estas batallas que merece la pena librar, cada día, demandante, pero enriquecedora cuando declaras victoria.
Es el camino
Estoy débil, en este aspecto, no soy el que era antes del 18 de septiembre, esto me ha condicionado, inevitablemente. Lo sé, lo reconozco, lo acepto y lo interiorizo.
Tengo miedo de haber invertido demasiado en algo que posiblemente no suceda. Tengo miedo de no poder “desquitarme” del fracaso en Desafío por la Vida. Lo que otros digan me da igual, no me importa. No me afecta. Soy invulnerable a ello, no bromeo. La deuda no es con el mundo, es primero conmigo mismo y segundo, con las personas a las que sirvo con esta causa.
Ahora sé que esto es justamente lo que más quiero y necesito hacer para primero sobresalir de mí mismo y crecer, y segundo por la causa. Hemos concluido donar el 50% de la recaudación a los niños vulnerables del país y el otro 50% a los damnificados por el desastre natural que supuso el terremoto en Chile.
Los frenos nos aguantarán mucho más
Ayer cuando desperté, dormí dos horas más, no me apetecía mucho entrenar. Busqué todas las excusas posibles para dilatar el entrenamiento, desayuno, emails, tareas, organizar la casa, etc. El mar estaba impracticable para nadar, el tiempo apuntaba lluvia, mal día para rodar con la bicicleta. Entonces salí, nadé 2.2 kilómetros hasta que las olas me sacaron del mar. Rodé con la bicicleta hasta que la lluvia me devolvió a casa, entonces armé el rodillo y alargué el entrenamiento tres horas y diez minutos más.
Hoy, probablemente, volveré a encontrar la misma historia. Bien, volveré a empujar hacia delante. Mañana me encontraré frenado, volveré a hacer fuerza y apretar los dientes. El martes, el miércoles, el jueves, el viernes, misma historia. Estoy seguro que si genero la tracción delantera necesaria día tras días, los frenos no aguantarán mucho más. Yo estoy seguro de que sí. Isra Garcia