Posiblemente hoy leas titulares de todo tipo hablando de la adquisición de EMC2 por parte de Dell por $67.000 millones, lo que la convierte en la operación de este tipo más importante de la historia de la tecnología, más del doble del valor actualizado de la compra de Compaq por HP en septiembre de 2001. Además de su volumen, te dirán que la operación da lugar a un gigante de la tecnología en el ámbito corporativo, que la sitúa como una de las compañías más importantes del mundo, y que va a haber que tenerla muy en cuenta. En efecto, pocas cosas gustan más al mercado que una adquisición con un precio elevado.
Sin embargo, la gran verdad es que la operación como tal es un movimiento desesperado de una compañía que intenta huir como sea del fortísimo declive del mercado de los ordenadores personales, y que la compañía adquirida, a pesar de sus saneadas cuentas y de ser la dueña de VMware, es en realidad una compañía que fabrica y vende infraestructuras en un mercado en el que cada vez las infraestructuras son menos importantes.
Para la adquisición, Dell ha tenido que endeudarse hasta lo indecible: tendrá que hacer frente a unos intereses de más de $2.500 millones anuales, y se verá sin duda forzada a intentar equilibrar su balance vendiendo otras divisiones. De hecho, Silver Lake, el fondo de capital privado copropietario de Dell, se aproximó a empresas como HP, Huawei o Lenovo la semana pasada para intentar precisamente negociar la venta de su división de ordenadores personales, operación que seguramente veremos en breve – aunque ahora resultará una venta más compleja, porque el que piense en comprar sabrá que Dell está desesperada por vender. Muy posiblemente, veremos también a Dell vender o plantear un spin-off de la joya de la corona de la empresa adquirida, VMware, con el fin de obtener esos fondos que le permitan reducir su deuda a niveles razonables.
Resulta interesante leer la opinión de Meg Whitman, CEO de HP, sobre la operación, haciendo referencia precisamente al importe de la misma, al nivel de apalancamiento financiero en el que Dell se ve obligado a incurrir, y a cómo semejante deuda va a reducir su flexibilidad, su inversión en I+D o su nivel de servicio al cliente. Aunque las críticas de Meg Whitman vengan, en realidad, de uno de los mayores competidores de la empresa que conforma la fusión de Dell y EMC2 y, por tanto, diste mucho de tener una posición objetiva, no cabe duda de que tiene parte de razón, y que no le falta, además, experiencia en el tema: las fusiones de grandes compañías como estas suelen ser enormemente complejas, plantear problemas de todo tipo a nivel de coordinación y eliminación de redundancias, y suponer complicaciones derivadas del choque de culturas entre la empresa compradora y la comprada. ¿Realmente fue provechosa la adquisición de Compaq por HP, vista con la perspectiva que tenemos ahora? Sí, sirvió a HP para ocupar durante algunos años el trono mundial de la fabricación de ordenadores personales, pero… ¿dónde está ahora HP?
Precisamente HP es la gran perjudicada de esta operación. Se hablaba de que Meg Whitman llevaba tiempo tratando de acicalar y poner guapa a la compañía para venderla en buenas condiciones, una operación para la que las sospechosas más habituales serían EMC2 u Oracle. Con EMC2 ahora en manos de una Dell sin posibilidades de adquirir nada en una larga temporada, la posición vendedora de HP se debilita enormemente, la lista de posibles compradores se reduce, y el precio, consecuentemente, baja por debajo del nivel que podría llegar a hacerlo atractivo. Hace mucho tiempo que no leo nada interesante de HP, y cada vez que tengo noticias de la compañía, entiendo perfectamente el porqué.
La gran verdad es que, como decíamos, hablamos de un movimiento desesperado. Las ventas de ordenadores personales llevan cayendo catorce trimestres seguidos, y el negocio parece indefectiblemente destinado a caer en manos de fabricantes chinos o de países con costes de fabricación lo más bajos posibles, como bien supo ver IBM hace ya casi dos años. Los que fueron gigantes de la informática corporativa,Dell, EMC2, HP y Cisco, son hoy muertos vivientes que aún cosechan importantes márgenes, pero que ven progresivamente cómo cada vez más empresas dejan de pagar sus millonarias facturas para caer en manos de compañías más modernas y con planteamientos alejados de la pura infraestructura. Amazon, Microsoft, Google y otros proveedores de servicios en la nube ajustan cada vez mejor sus servicios para el mercado corporativo, la presión sobre los márgenes empieza a ser cada vez mayor, y los contratos millonarios de hace algunos años se revisan cada vez con más cuidado. A medida que se vive la transición hacia una nueva generación de CIOs y CTOs, las grandes comilonas y los eventos con los que estas compañías empezaban o cerraban sus negociaciones van haciéndose cada vez menos frecuentes.
No nos confundamos: la operación es importante. Queda mucho dinero a ganar en esta industria, Joe Tucci obtiene un retiro dorado muy merecido, y Dell, tras las adecuadas reestructuraciones, despidos masivos y ventas, habrá conseguido consumar su estratégico cambio de tercio: de un mundo del PC en caída libre, a un entorno corporativo también menguante, aunque amortiguado por la tremenda inercia en la toma de decisiones de las grandes corporaciones. Para Dell, plantear otra reconversión más drástica habría requerido reinventar completamente la compañía en un momento delicado, algo seguramente implanteable. Pero no parece que la operación vaya a ser capaz de revertir tendencias, ni de ser mucho más que una huída desesperada de un segmento cada vez menos interesante. Las compañías que un día fueron bandera de la industria tecnológica, hoy están en horas bajas, y el liderazgo, tanto en ingresos como en creación de tendencias, corresponde a compañías drásticamente diferentes. E.Dans