Un interesante artículo en Wired, titulado apocalípticamente “The IT Department is dead. Long live the IT Department“,
construye un escenario obviamente sesgado entrevistando a cuatro
fundadores de compañías que ofrecen software de uso corporativo con
filosofía de software de consumo, pero llega a una conclusión correcta e
inapelable: los departamentos corporativos de IT necesitan una completa
redefinición.
En muchas de las empresas que conozco, la imagen perfecta que define al Departamento de IT es la del Mordac
de las tiras de Dilbert: siempre vigilantes para dificultar e impedir
cosas, plantear restricciones y problemas, y hacer la vida mucho más
difícil para todo aquel que pretenda hacer algo productivo. Alegando
razones como la seguridad, la estandarización, el mantenimiento o el
coste, los departamentos de IT se convierten en auténticos peajes que
hay que pagar para poder trabajar en determinadas empresas, en una serie
de posibilidades a las que hay forzosamente que renunciar porque han
sido supuestamente escritas en piedra.
El problema evidente de ese planteamiento es que la tecnología ha
evolucionado muchísimo en los últimos años. La seguridad ya no se
obtiene reinventando la rueda mediante sistemas construidos desde cero,
sino utilizando herramientas adecuadas y probadas en el mercado. Lo
importante, cada día más, es poder adaptarse a la forma en que cada
persona quiere trabajar, y no forzar a todo el mundo a trabajar de una
manera rígida y predeterminada. Los sistemas que no se adaptan al
usuario solo generan que el usuario los termine adoptando por su propia
cuenta y riesgo, fuera del asfixiante control corporativo, dando lugar a
problemas potencialmente mayores.
Llevamos muchos años trabajando con las prioridades equivocadas. Las
máquinas de ayer eran un recurso escaso: rígidas, unívocas e
inflexibles, determinaban metodologías de trabajo inalterables que todos
debíamos seguir so pena de perder eficiencia. Las máquinas de hoy,
además de no desplegarse únicamente bajo el mantra de la eficiencia, son
ubicuas: las tenemos en todas partes, en nuestras casas, en nuestros
bolsillos, en nuestros maletines, y son variadas, ofrecen infinidad de
posibilidades que se adaptan a nuestra forma óptima de vivir y de
trabajar. Ya no es posible defender una manera única de hacer las cosas.
En la empresa de hoy, la prioridad deben ser las personas, los
usuarios, no las restricciones que supuestamente imponen las máquinas o
los sistemas.
En ese panorama, ¿qué es lo que deberíamos esperar de un Departamento
de Sistemas corporativo? Que fuese capaz de ofrecernos una mirada
amplia, informada y completa del paisaje existente en el mercado, del
“estado del arte”. Que no se enrocasen en formas de hacer las cosas que
han sido ya exponencialmente superadas. Que no fuesen víctimas del “efecto Mar Muerto“. Que
identificasen en las nuevas herramientas todas las posibles
oportunidades para ofrecer más comodidad, más conveniencia y más
inspiración a la forma de trabajar de nuestros empleados, dentro de
restricciones de seguridad que tengan sentido, que no pretendan que todo
lo que hacemos esté custodiado con el mismo nivel de seguridad que
aplicaríamos a Fort Knox. Que cuando llegases a preguntarles por una
herramienta, no solo la conociesen ya, sino que la hubiesen descargado,
instalado, y sometido a veintiuna pruebas. Que siendo profesionales de
la tecnología, supiesen algo más del progreso de la misma que el nivel
mínimo que tiene un usuario medio bien informado. Y que además, tuviesen
la empatía suficiente para entender lo que suponen las restricciones
que plantean para la forma de trabajar de cada uno de los empleados de
la compañía.
¿Está tu Departamento de IT a ese nivel? Si no lo está, está
perjudicando a tu compañía a todos los niveles. Su productividad. La
moral de sus empleados. Su flexibilidad. Sus costes. Su capacidad de
atraer y retener talento. Su competitividad. Y no es solo es una
cuestión de presupuesto. Es fundamentalmente una cuestión de actitud.
Browse » Home