La
reciente presentación de iOS9, la nueva versión del sistema operativo
de Apple para dispositivos móviles, trae consigo una novedad, las extensiones para bloqueo de contenidos en Safari,
que suena extremadamente coherente para la marca de la manzana, pero
que también parece representar un auténtico jaque al rey Google, una
jugada maestra que podría redefinir todo el panorama de la publicidad en
internet.
Dar libertad a los desarrolladores para ofrecer filtros de bloqueo de contenidos en Safari –
el término “contenidos” es claramente aquí un eufemismo que en realidad
quiere decir “publicidad” – supone algo tan importante como que Apple
reconoce la importante pujanza de las apps de bloqueo de publicidad (crecimiento del 41% el pasado año para alcanzar los casi doscientos millones de usuarios activos), su más que segura llegada y popularización en la plataforma smartphone, y lo que es más importante, lo beneficiosas que pueden llegar a ser para el usuario. Las primeras pruebas con el bloqueo de contenidos activadollevadas a cabo en la beta actual de iOS 9 ofrecen
impresionantes resultados en cuanto a la mejora del tiempo de carga, la
optimización de la duración de la batería y el consumo de los planes de
datos.
La
realidad es la que es: muchas de las páginas que consumimos hoy se han
convertido en una espantosa propuesta de valor para el usuario: a cambio
de la información que realmente quiere obtener, el usuario tiene que
aceptar una ingente cantidad de datos en forma de anuncios y multitud de trackers que pretenden recoger sus hábitos de navegación. Con el bloqueo llevado a cabo mediante una lista de sitios y scriptsal
nivel del sistema operativo, esos contenidos simplemente son
rechazados, el navegador no tiene ni que procesarlos para decidir qué
bloquear durante la carga de la página, y la velocidad mejora de manera
significativa. Una cosa es pretender basar tu modelo de negocio en la
publicidad, y otra muy distinta que un usuario tenga que aceptar, para obtener una decena de KB de contenidos, varios MB de anuncios ytrackers que no le aportan nada más que molestias, tiempos de carga inaceptables, consumo de batería y amenazas a su privacidad.
Cuando el balance se torna tan profundamente inaceptable, la decisión
de instalar un bloqueador de anuncios es solo cuestión de tiempo y
conocimientos. En el smartphone, hacerlo supone generalmente tener que instalar una app desde fuera del sitio al que tradicionalmente los usuarios van a buscar sus apps, desmarcar la opción que hace que nuestro terminal únicamente acepte apps de
fuentes autorizadas, fiarse del desarrollador, descargar un archivo, y
tener cierta impresión de estar haciendo algo relativamente “irregular”.
Sin embargo, para el futuro usuario de un iPhone con iOS 9, la decisión
y el procedimiento podrían ser infinitamente más sencillos y amigables.
Recordemos que la decisión de Apple no es la de desarrollar un bloqueador de publicidad y hacer redundantes a los existentes, sino permitir a los desarrolladores que las ofrezcan en forma de extensiones.
En un iPhone con iOS 9, esto llevará a que la navegación mediante
Safari no solo sea más rápida, sino también a una importante mejora en
la experiencia de usuario, que posiblemente, en función de la intensidad
de sus hábitos de navegación, podrá ver como su batería consume menos y
su plan de datos dura más. Para los anunciantes, el bloqueo supondrá
ver cómo muchos de sus anuncios son sencillamente rechazados por un
segmento de usuarios que muchos consideran premium,
un público al que simplemente no van a poder llegar mediante publicidad
convencional en páginas de creadores de contenidos. La idea de Apple,
lógicamente, es que estos anunciantes deriven su publicidad hacia iAd, la opción que la compañía ofrece dentro de iOS para gestionar la publicidad en apps como
News y otras, lo que ofrecería una posibilidad importante de poner esta
división en valor – al tiempo que podría permitir un control superior y
centralizado de la experiencia de usuario.
Para
Apple, una jugada maestra: en un solo movimiento, incrementa el
atractivo de iPhone para usuarios que consumen mucho contenido, y
disminuye el de un competidor que vive de manera inmensamente
mayoritaria de la publicidad. Ante un incremento de la proporción de
usuarios que bloquean anuncios en el navegador porque buscan una mejor
experiencia, los anunciantes podrían verse forzados a llevarse su
publicidad hacia iAd, y Apple se llevaría su comisión por ello y ganaría
control sobre lo que sus usuarios ven o dejan de ver (recordemos que
Apple tiende a ser sensiblemente más estricta en sus directrices sobre
los contenidos que considera aceptables).
Desde
un país como España, en el que la penetración de iPhone alcanza
únicamente un 12% (aunque se ha duplicado frente al 6% del año
anterior), puede ser difícil entender la magnitud de una jugada así,
pero plantearla en escenarios como los Estados Unidos (47%) o el Reino
Unido (42%) puede ofrecer una valoración sensiblemente diferente para
muchos anunciantes. Para Apple, supone poner en valor iAd, una división
hasta el momento relativamente pequeña, atacando la línea de flotación
principal de tu competidor, y planteando al mismo tiempo una mejora de
la experiencia para tus usuarios, que ven reconocida una tendencia – el
bloqueo de publicidad – que iba a terminar produciéndose en cualquier
caso: en esta partida de ajedrez, un auténtico jaque al rey frente a un
competidor que, además, tiene relativamente complicado responder con una
jugada similar, debido al importante nivel de vigilancia al que la
tienen sometida las autoridades antimonopolio. A partir de otoño, con el
lanzamiento oficial de iOS 9, veremos la evolución del tema. E.Dans