jueves, 6 de agosto de 2015

Liderazgo responsable, la antítesis del restrictivo

Te presentamos el caso de un directivo que rescata las relaciones con sus colaboradores para empoderar los objetivos de la organización.

Liderazgo responsable, la antítesis del restrictivo

Genera engagement con sus colaboradores, retroalimenta y es directo con lo que necesita

POR: ANTONIO PIÑÓN, GO BUSINESS, HUMAN CAPITAL ESTRATEGIES.
Anteriormente hablamos sobre los efectos negativos que genera un liderazgo restrictivoal que muchos directores y CEOs están acostumbrados porque, antiguamente se creía que generaban buenos resultados. Pero ahora que hablamos de balance positivo para la empresa, también nos referimos a generar valor en y para la organización. Y ahí es donde se integra el perfil del líder responsable.
El líder responsable es claramente visible en algunos ejecutivos de éxito. Citaré el caso del “Sr. M”, un cliente con el que trabajé y cuyo nombre no puedo citar por ética profesional. Pero es un ejemplo palpable de esas conductas clave que nos servirán para conocer al líder responsable.
El “Sr. M” tiene el hábito de incluir en su agenda la actividad de visitar (no de revisar) los espacios de trabajo, sean individuales o colectivos, de cada miembro que integra la organización que dirige.

No necesita voceros

Él personalmente se acerca, no en un afán de supervisión, sino de contacto. Pregunta a veces sobre la familia, la salud, el sentir en la empresa y, sin un énfasis inquisitivo, el avance de algún proyecto en particular.

Consigue una sana retroalimentación

Se presta a brindar retroalimentación en esos breves instantes en los que hace contacto con sus colaboradores, incluso a atreverse a hacer comentarios de reconocimiento. Su conducción es formal, amable, espontánea. Si bien, su semblante es serio, esboza en lo necesario algunas sonrisas de apertura y confianza.

Es constante

Sería imposible que tocara cada espacio en un solo recorrido, pero sin duda al cabo de algunas semanas o tal vez meses lo logre hasta repetir el ciclo. No sólo lo lleva a la práctica en su día a día, además lo hace en cada evento de la empresa, en donde ya sea de pie o de mesa en mesa, mantiene la actitud de acercamiento. De hecho, es el promotor principal de que existan diversos convivios y reuniones informales para el equipo de trabajo, invierte recursos y su propia presencia en cada evento.

Es directo y estratega

De lo observado, lleva a la mesa adecuada sus impresiones con la expectativa de soluciones e ideas al respecto.  Ha formado un vínculo de confianza con su equipo, y también con los equipos de los que le reportan directamente, sin desviar nunca la atención de los objetivos e indicadores clave de la compañía. Asimismo, jamás pierde de vista el ser directo y el tomar decisiones cuando es conveniente.
Esta simple inclusión en la agenda de este líder tiene sin duda un gran impacto en la organización y es un claro ejemplo de lo que el interés serio, genuino y formal en las relaciones puede conseguir.
Ahora imagina esto trasladado a los clientes, proveedores, socios comerciales y otras organizaciones. Es un hecho que esta persona tiene un gran poder de influencia y muchas más relaciones de apoyo para sus resultados.

¿Qué debe hacer alguien bajo este concepto de Líder Responsable?

Mis recomendaciones son las siguientes:
1. Incluir como parte de la agenda personal de cada líder el hábito de acercarse a los lugares de trabajo y relacionarse positivamente con los miembros del equipo. Esto será un gran ejemplo para toda la organización. Antes todos tenían que buscar al líder, ahora, él se acerca.
2. Formular una cultura en la que cuidar las relaciones sea un pilar importante dentro de la Planeación estratégica, códigos de ética y conducta, así como en las obligaciones de los líderes. No sólo entre los miembros de la organización, sino con todas las partes externas involucradas.
Podemos aquí referirnos al trato, la cortesía, la atención, el escucha, la empatía, el entendimiento; situaciones que en muchas ocasiones sólo vemos reflejadas en las áreas que atienden a los clientes.
3. Incluir dentro de los esquemas de evaluación de personas, los temas asociados a las relaciones. Es decir, hay que medir las percepciones sobre las personas y sus competencias sociales (líderes). También en el futuro los cambios que pudieran presentarse deben ser monitoreados.
4. Tener claridad, desarrollar un modelo adecuado de relaciones y permear a la gente lo que la organización espera (con precisión) de cada uno de sus miembros a este respecto. Por ejemplo: reglas y políticas en el trato a proveedores, competencias de los líderes, etc.
5. El líder debe fomentar el trabajo en equipo y asignar las más posibles tareas conjuntas para ejercitar las relaciones productivas entre sus áreas.

¿Qué es lo que se gana?

Tanto estudios como diversas opiniones podrán coincidir conmigo en que uno de los factores que el mayor desgaste que tienen las personas dentro de las organizaciones, son las relaciones.
Tal vez la principal sea la que se tiene con el jefe inmediato. En múltiples análisis de Clima Organizacional lo he constatado. Por ejemplo, en un estudio de Clima se encontró que el 34% de los encuestados mostró un deseo de cambiar de organización a causa de la relación con su jefe.
Este desgaste conlleva a problemas de rotación, productividad, efectividad, costos y también calidad de vida de los miembros.
Un líder responsable (bajo el concepto que hemos estado manejando) tiene claro que el “desgaste” no debe ser necesario para el logro de los objetivos y, en contraparte, puede traer muchas ventajas.
1. Mayor flujo de información.
2. Emociones más positivas en los miembros, que facilitan la motivación y el enfoque a los resultados.
3. Un mayor compromiso con los líderes y por ende con la organización y los objetivos.
4. Un ambiente de confianza para trabajar sobre las “soluciones” y no sobre los “culpables”.
5. Un lugar de trabajo atractivo para el talento. Por ende menor rotación.
Relaciones más productivas con clientes y proveedores que pueden ocasionar mayores ganancias y diversos apoyos.
1. Equipos de trabajo coordinados y con mayor colaboración entre sí (con resultados visibles en tiempos y calidad de respuesta).
2. Más posibilidades de influir positivamente ante cambios en la organización y con mucha menor resistencia (y costo) ante los mismos.
3. Calidad de vida para todos los miembros, tanto al interior como al exterior.
 

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