Un
espacio diáfano, limpio, ordenado. Se notan manos de expertos en el
diseño de la exposición y del surtido. La imagen de marca bien
definida.
Entramos a primera hora de la mañana,
quizá éramos los primeros clientes del día y, mi mujer busca un modelo
concreto que vio semanas atrás en otra sucursal de la cadena.
En ese mismo instante, nada más entrar,
un repartidor trae cuatro cajas con una carretilla: – Aquí te traigo el
pedido; me dijeron que eran tres cajas y al final han sido cuatro.
Mientras, una de las dos dependientas le pregunta a mi mujer: – ¿Estás
buscando algo concreto?
- De estos dos modelos quisiera saber si lo hay en mi talla, le respondió.
La dependienta, tras buscar en el
almacén, le informó que de uno sí y del otro no. Justamente no había el
que más deseaba, a lo que la dependienta, empatizando inmediatamente con
ella le dijo: -Claro, es que ese es más bonito y se ha vendido muy
bien.
Ni corta ni perezosa cogió el packing
list del pedido que acababa de llegar y tras repasarlo abrió un par de
cajas para comprobar que el zapato de esa talla no había llegado. El
paso siguiente fue comprobar informáticamente si había disponibilidad
del zapato. Sí la había.
-El lunes los tienes aquí, informó la chica. (Era viernes)
-No somos de aquí, pero el jueves que viene puedo pasar. Le informó mi mujer.
Rápidamente la dependienta le dio más opciones.
-Puedo investigar rápidamente si lo hay en alguna otra tienda de la zona…¡Mira!, en la del centro comercial tal,
sí que lo hay. ¿Quieres que llame para que te lo reserven? Te guardamos
el pedido un máximo de tres días, sólo has de decirme tu nombre.
Fue magia para mis oídos; una gestión de manual.¿Difícil?Juzguen ustedes mismos.
Esa
misma mañana, recogimos el ansiado modelo antes de llegar a casa. En
esta ocasión, esta otra tienda tenía mucho ambiente; la caja funcionaba
con una cadencia envidiable y se notaba cierta tensión controlada en las
dependientas. Transmitían que les gustaba. Sólo eran dos y se
coordinaban entre ellas perfectamente. Una de ellas tras atender a una
clienta se acercó a la caja de cobro y le preguntó a su compañera: ¿Qué
puedo hacer por aquí? ¿Están ustedes atendidos?.
Sin duda alguna es un ejemplo de buen
hacer en la que todos los componentes de la organización están
implicados. Un ejemplo de cómo se han de hacer las cosas para conseguir
ya no sólo la venta, sino la fidelización del cliente. Para transmitir
todo este buen hacer no hace falta, necesariamente, tener una gran
experiencia en zapaterías. Símplemente hay que tener los conceptos
claros y transmitirlos adecuadamente.
Esa misma mañana, que fue día de compras, en el mismo establecimiento en el que basé el primero de mis artículos “Mi visita a una conocida cadena nacional de perfumerías”, viví una situación cuanto menos, vergonzosa.
Una clienta, atraída por una de las
promociones expuestas en el escaparate, entró en el establecimiento para
preguntar sobre la misma. A nosotros nos estaban cobrando.
La chica de la caja le explicó la
promoción muy adecuadamente, cuando de pronto, una compañera la
corrigió. Sin previo aviso, se enzarzaron en una discusión sobre cómo
funcionaba la promoción en la que ambas y ninguna, tenía razón.
La clienta, atónita, al igual que nosotros, decidió sencillamente abandonar el establecimiento ante tanta indecisión.
Esto fue la guinda de un pastel que
comenzó durante la visita; un dependiente protestaba a viva voz con otra
compañera sobre la “tontería” de abrir esa tarde, ya que cuando llega
la época de la Romería del Rocío la población en la capital disminuye
sensiblemente.
Mientras conducía a casa, reflexionaba
por las experiencias de compra de esa mañana. Me pregunté si la misma
persona que entrenó y formó a las dependientas de la zapaterías lo haría
igual de bien en la cadena de perfumería, o si por el contrario, por no
pertenecer al sector no lo haría bien…
Aquí los que diseñan los perfiles de los
candidatos tendrían mucho que decir, y los que se encargan de la
formación, más. A veces, en la selección se dan por hecho situaciones
que nada tienen que ver con el desempeño del puesto, es decir: con la
realidad. No lo digo por la selección dependientes, sino por la
selección de los mandos.
En retail y distribución visto y
comprobado que la experiencia previa en los diversos sectores (textil,
alimentación, bazar…) no es garantía de que lo básico se cumpla. La
correcta atención al cliente, el aprovisionamiento, la limpieza, el
orden, las ganas de trabajar y el sentido comercial es la base para
vender lo que se quiera en un punto de venta. Todos conocemos ejemplos
de profesionales, a todos los niveles, que han saltado de uno a otro,
con el mismo éxito del que no lo ha hecho y a veces, incluso más.
Me pregunté si las empleadas de las zapaterías lo harían igual de bien en la perfumería y viceversa.
Seguramente las chicas de las zapaterías
lo harían igual de bien, y en el caso contrario también terminarían
haciéndolo bien. Porque a mi modo de ver se trata de dirigir,formar y
controlar adecuadamente.
En el comercio, como en la vida, hay que
tener lo básico claro y asumido. Que un dependiente se queje de tener
que trabajar, en una provincia que cerró el primer trimestre del año con
una tasa de paro del 40% (más de cien mil desempleados para una
población que no llega al medio millón), o que sea incapaz de dominar
como es debido las promociones vigentes es hiriente, sobre todo cuando
se manifiesta delante de sus “jefes”, y peor aún, estando tu superior
inmediato de cuerpo presente.¿Quién es el responsable en estos casos?
Sería interesante conocer los pormenores y
analizar por qué se producen las distintas situaciones. Bien es cierto
que hay días buenos y días malos, así como entornos de trabajo hostiles.
Yo sólo me remito a unos hechos situados
en el deteriorado contexto que vivimos. No hay nada inventado y muchos
de ustedes recordarán situaciones similares a las anteriores.
Posiblemente en la zapatería son
conscientes de que están construyendo una catedral y en la perfumería
sólo están picando piedra.