¿Cuántas veces has faltado a tu palabra? Esta es una práctica común que impacta negativamente en nuestra identidad y credibilidad.
Para el ser humano todo ocurre en conversación, lo cual define nuestras percepciones, prioridades, relaciones, acciones y resultados; sin embargo, para la mayoría de las personas el efecto conversacional, es decir, el impacto de sus palabras y conversaciones, es accidental, ya que emplean, dan y rompen su palabra con excesiva facilidad. ¿Quién no ha tenido una conversación negativa, llegado tarde a una cita o incumplido un acuerdo sin darle mayor importancia? Esto refleja el poco interés que se le da a la palabra.
Vivimos en una red de conversaciones de la misma manera que un pez vive inmerso en el agua. Al igual que el pez, estamos tan acostumbrados a nuestro entorno que no nos damos cuenta de este. Creemos que porque tenemos una vida entera usando la palabra y comunicándonos, somos muy buenos haciéndolo y que hablar es barato, es decir, que nuestra palabra tiene poco que ver con los resultados que obtenemos. Nada podría estar más alejado de la verdad.
Nuestra palabra no es barata a menos de que la abaratemos. Así, si no somos capaces de llegar a la hora que dijimos o cumplir nuestros acuerdos con otros, de igual manera nuestra palabra no tendrá el peso necesario para lograr los compromisos de vida que tenemos con nuestra familia, nuestra empresa y con nosotros mismos.
Prácticas para honrar tu palabra
Para poder alterar nuestra comunicación, acciones y resultados es necesario que transformemos nuestra relación con la palabra. Esta transformación exige honrar nuestra palabra tanto como nuestro ser, lo cual implica tres prácticas simples pero no fáciles:- Hacer lo que dijiste que ibas a hacer, cuando dijiste que lo ibas a hacer y como dijiste que lo ibas a hacer.
- Comunicar a otros inmediatamente cuando no sea posible cumplir tu palabra y hacerte responsable del impacto que esto tenga.
- No participar en conversaciones negativas con otros y/o contigo mismo y salir de éstas tan pronto te des cuenta que lo estás haciendo.
Observa tus pensamientos, ellos se convierten en tus palabras.
Observa tus palabras, ellas se convierten en tus acciones.
Observa tus acciones, se convierten en tus hábitos.
Observa tus hábitos, ellos se convierten en tu carácter.
Observa tu carácter, se convierte en tu destino.