Hay grandes
profesores, profesores que cambian vidas. Sin embargo,
cada vez es más difícil encontrarlos, hoy cuando más lo necesitamos, es cuando
más escasean, no hay suficientes, necesitamos más. Lo que no estoy muy seguro
es que necesitemos más funcionarios que vayan al colegio o universidad a
meramente hacer su trabajo, cumplir con sus obligaciones, impartir la lección,
corregir exámenes y otorgar una puntuación, a ganarse el sueldo. Esta gran y
respetable figura tiene en sus manos una de las mayores responsabilidades del
mundo, moldear, educar y hacer crecer a nuestras futuras generaciones
potenciando su personalidad, actitud, experiencia y habilidades núcleo.
Insisto, hay
fantásticos profesores que cambian vidas. Exacto, todos hemos tenido algún
profesor así, recuerdo con una tremenda diferencia, mientras estudiaba en
UCA (EE.UU), a Amy Hawkins, profesora de liderazgo, RRPP, persuasión, campañas
y relaciones interpersonales. Su trabajo, pasión, ilusión y atención creó
algo que me ayudó a cambiar y mejorar algunas cosas. Dejó algo dentro.
Esto es
genial, pero por alguna extraña razón, únicamente recordamos uno o quizás
dos de estos profesores. Trabajemos porque nuestras futuras generaciones
recuerden 12 o 15 de 30 o 40 que pasen por su vida y dejen algo imborrable en
ella. Sería una gran estadística. Sería un gran cambio. Isra Garcia