Un día te levantas y bueno, no te levantas. Se acabó. Fin de la historia. Obvia el resto, no necesitas pensar nada más, no servirá de nada. A partir de ahí ya no cuentas. Muy duro.
El inconveniente aquí es que no sabes cuando va a llegar ese día. De repente, llega un día y alguien a quien amas (madre, abuelo, hermana, primo, mejor colega, gran compañero de trabajo o vecina) llega al fin de su historia (muy corta, corta, medio-medio, bastante larga o larguísima), sin avisar, de sopetón y justo cuando más dulce (o amargo) era todo. Muere. Nota: hablo de otra persona, porque si fueras tú, no tendría sentido seguir.
Vivir mucho está sobrevalorado
¿Qué sucede entonces? ¿Cómo te sientes? ¿Cómo reacciones? ¿Cuál es la postura que adoptas? ¿Tu comportamiento a partir de ahí? ¿Qué cambia? El resultado a partir de aquí es impredecible ¿Pero sabes algo? Todos hemos estado aquí. Con mayor impacto o menor, indirecta o directamente con más dolor o menos, pero todos hemos estado.Te diré lo qué hacer:
- Vive más rápido, muy muy rápido, frenéticamente, a un ritmo casi fratricida, pero al hacerlo no pierdas ni un ápice de intensidad, disfrute y agradecimiento por cada día que pasa.
- Actúa de manera atrevida, casi insultante frente al riesgo. Búscalo, encuéntralo y luego lánzate a él.
- Aprecia cada uno de los segundos que pasan en tu reloj como si fuera el último. No es necesario que vuelvas a ser agradecido, simplemente haz algo que demuestre ese gran aprecio.
- Toma decisiones, de vital importancia y delicadas o insignificantes, basadas en el ritmo acelerado de tus pálpitos.
- Haz el caso justo (muy poco) a (casi) todo el mundo, ignora a la masa en gran proporción. Fíate más de tu intuición.
- Empieza de cero, o de 100.000, sube o baja, haz lo que quieras. Justamente lo que te haga sentir bien contigo mismo y el mundo.
- Invierte tu tiempo en que otras personas vivan la vida que merecen vivir. Desata su pasión, ilusión y desenfreno.
- Sigue menos, lidera más.
- Desfragmenta la ansiedad en hechos ridículos e improbables. Desenfoca tus complejos. Estudia profundamente el miedo, permanece un tiempo ahí, entiéndelo y conócelo. Aprende sus movimientos y comportamiento tan bien, que nunca más vuelva a ser una novedad.
Que la ilusión por el momento te deje totalmente ciego y no vuelvas a ver nada más que lo increíble que tienes entre tus manos, el tiempo de vivir antes de morir. Después de todo, puede que no quede tanto tiempo como pensabas. Isra Garcia