viernes, 30 de mayo de 2014

4 formas de usar la confianza como empowerment laboral

La confianza es uno de los mejores antídotos a nuestros temores, nos ayuda a calcular riesgos y nos puede llevar a acciones transformadoras.

4 formas de usar la confianza como empowerment laboral

La confianza o la falta de ésta nos llevan a obtener resultados diametralmente distintos.


La confianza tiene vida propia, nace, crece, evoluciona, se destruye y sólo en algunos casos se puede restaurar. Todos hablamos de ella, buscamos propiciarla, nos duele cuando alguien la rompe, luchamos por recuperarla cuando la hemos perdido, pero la realidad es que requiere de un trabajo de tiempo completo, de mucho esfuerzo para mantenerla viva, tanto en nosotros como en nuestras relaciones.
En su libro “La Empresa Emergente”, Rafael Echeverría define la confianza como el fundamento de toda relación social que no esté sustentada en la fuerza.
La confianza es el elemento unificador básico, el que hace de "cemento" en la relación.
Observamos el mundo, a los demás y a nosotros mismos a partir de una disposición de confianza o desconfianza y a partir de ésta definimos el tipo de relaciones que estableceremos tanto en el presente como en el futuro. La confianza o la falta de ésta nos llevan a obtener resultados diametralmente distintos. Nos abre o nos cierra posibilidades. Nos impulsa o nos paraliza. Te recomendamos leer: 3 reglas de lenguaje corporal para inspirar confianza

Como recurso de cambio

1. Los beneficios de la desconfianza

Todos sin excepción somos y/o nos sentimos vulnerables ante ciertos acontecimientos o personas. Entre menor sea nuestro grado de confianza mayor será el temor que experimentemos y la sensación de amenaza.
La falta de confianza es una señal de alerta. Ya sea porque alguien me hizo algún daño o bien porque yo mismo fallé ante ciertas situaciones en el pasado, es así que genero el juicio de que podría volver a sucederme. La desconfianza puede ayudarme a actuar con mayor cautela y disminuir riesgos ante las situaciones futuras, a partir de mis experiencias pasadas.

2. Minimizar los miedos

Ninguno de nosotros está exento a que le suceda una tragedia, a ser traicionado, a fracasar etc., por más que intentemos prevenirnos es imposible que tengamos el control absoluto sobre nosotros, sobre los otros y/o sobre las situaciones.
Es la confianza uno de los mayores antídotos a nuestros temores. Es a partir de ésta que tenemos la apertura para recibir lo que la vida nos ponga en frente con la mejor actitud, sabiendo que seremos capaces de trascender cualquier barrera. La confianza no elimina los riesgos y las contrariedades, pero nos brinda mayores recursos para emprender acciones de manera consciente y a partir de múltiples opciones.

3. Calcular riesgos

El exceso de confianza también puede hacernos una mala jugada. El arte está en lograr diferenciar aquellas situaciones en que debo arriesgar más y aquellas en las que debo actuar con mayor prudencia.
No se trata de ser blanco o negro. Caer en el escepticismo o en la ingenuidad. Cada situación requerirá de diferentes dosis de confianza o desconfianza, dependiendo de las experiencias que haya vivido antes con determinada persona o circunstancia.

“Confiar en todos es insensato; pero no confiar en nadie es neurótica torpeza”. Juvenal

4. ¿Conservar o transformar?

De acuerdo con Echeverría, la desconfianza nos impulsa a emprender acciones que buscan la conservación. Se trata de acciones de protección, dirigidas a incrementar nuestra seguridad y a reducir nuestra vulnerabilidad.
Cuántas veces no nos mantenemos en una relación, tanto laboral como personal, por todas las razones posibles, menos por la confianza. Quizá por el miedo a un cambio o simplemente por miedo a tomar una decisión equivocada. A veces simplemente nos conformamos con relaciones estancadas que no nos permiten crecer en ningún sentido.
La confianza, por el contrario, nos lleva a acciones transformadoras, capaces de generar y conquistar nuevos mundos, futuros y posibilidades. Se trata de acciones de innovación, de invención.
Ejercicio:
  • Probablemente te haya pasado alguna vez (y si no imagina) que entras a la sala de cine equivocada y resulta que llegaste justo en el final de la película que estabas por ver. Aunque te da coraje, entras a ver la película en la sala correcta desde el principio.
  • Ahora que conoces el final, probablemente tu emocionalidad será distinta en los momentos de suspenso y drama. Quizá no te enganches tanto como los demás espectadores pues tú ya sabes cómo terminará.
  • La próxima vez que te sientas paralizado o enganchado en tus temores y/o preocupaciones, trata de visualizar el final, puede ser que termine como esperabas o quizá no, pero puedes estar seguro de que será como debía de ser.
 

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