El proyecto es la creación de Jacob Cook, un joven programador de Montreal que, harto de la pérdida de autonomía que suponía depender de la nube de un tercero, y especialmente irritado por el cierre de Google Reader, decidió diseñar un servidor doméstico sencillo que cualquiera puede instalar en un Raspberry Pi de 35€, conectar a un puerto de su router, y utilizar para almacenar archivos, calendarios, contactos, un servidor de correo electrónico, un blog o página personal pequeño, etc.
La idea de un servidor personal en casa no es obviamente nueva, pero sí la de rebajar drásticamente el nivel de conocimientos tecnológicos necesarios para hacerlo: algo que cualquiera se pueda instalar muy fácilmente y que disponga de plugins con los que configurar de manera sencilla cualquier servicio personal de este tipo. Plantearlo mediante el uso de un Raspberry Pi, un ordenador radicalmente barato, que cabe en una cajetilla de tabaco, pero que tiene una enorme solidez, un mínimo consumo y que muchos han definido como “el servidor doméstico perfecto“, añade un extra de atractivo al proyecto, que sin embargo anuncia que liberará toda su creación para que se pueda instalar sobre cualquier otra máquina – incluyendo ese PC viejo que tenías en una esquina de tu casa y no sabías qué hacer con él.
What is arkOS? from The CitizenWeb Project on Vimeo.
El proyecto ha solicitado financiación mediante una página de crowdfunding en la que ha alcanzado por el momento el 21% de su objetivo de $45.000 a falta de veintitrés días. Pero independientemente de que lo consiga o no y del desarrollo futuro de arkOS, la idea que subyace no deja de resultar atractiva en muchos sentidos: plantear una descentralización radical de la web, retomando el control sobre muchos de los servicios que utilizamos.
Vivimos un escenario sumamente interesante: al tiempo que se incrementa progresivamente el ancho de banda disponible para conexiones domésticas, vemos cómo disminuye el coste del hardware para procesar y almacenar (un Raspberry Pi cuenta en torno a los 35€, un disco de un 1 TB alrededor de los 50€) y, paralelamente, descienden las barreras de entrada de conocimiento necesario para instalar y configurar este tipo de servicios. Combinando esto con la presión que supone un entorno en el que cada vez nos sentimos menos dueños de nuestros datos, o más sometidos a espionaje y control por parte de terceros que van desde empresas a gobiernos, la idea no deja de tener su cierto atractivo. E.Dans