A
estas alturas, tener dudas acerca de la relevancia de la tecnología en
el mundo que habitarán nuestros hijos es ya una cuestión que raya en la
irresponsabilidad.
Mientras países como el Reino Unido se preocupan ya de introducir en el currículum educativo contenidos relacionados con la tecnología como ciencia en
lugar de pretender enseñar simples herramientas como proceso de textos,
hoja de cálculo o programas de presentaciones, el sistema educativo
español mantiene a los niños básicamente a expensas de la iniciativa de
sus padres en lo que al desarrollo tecnológico se refiere.
Preparar a un niño para un futuro en el que estará rodeado por todas
partes por tecnologías no consiste simplemente en dejarle jugar con el
ordenador, el smartphone, el tablet o la consola. Es
necesariamente algo más que utilizar la tecnología para “apagar” a los
niños cuando molestan mucho. El uso habitual de dispositivos
tecnológicos puede ayudar a desarrollar una cultura de familiaridad, de
eliminación del “miedo reverencial” que teníamos las generaciones
anteriores acostumbradas a que la tecnología fuese algo caro, escaso e
intocable, pero no es suficiente. Además, es bueno intentar estructurar
ese aprendizaje para que alcance metas como la comprensión de lenguajes
de programación sencillos, la construcción de aparatos, o en general, el
desarrollo de una actitud que no se limite a la consideración de
usuario.
Situar a nuestros hijos en un entorno rico en tecnología que
favorezca el desarrollo de sus habilidades no es necesariamente caro,
aunque implica lógicamente una cierta inversión. Entre las herramientas
que favorecen ese aprendizaje cabe destacar varias iniciativas
relacionadas con el MIT, pero pueden señalarse además algunas otras. De
la colaboración del MIT Media Lab con la danesa LEGO surgió en 1998 la primera versión de LEGO Mindstorms,
un kit de motores y sensores que, junto con un pequeño ordenador
central metido en una pieza ensamblable, permitían el montaje de
pequeños robots programables. Lego Mindstorms EV3 es su versión actual, disponible en la tienda de la compañía o en Amazon.es, recomendado para niños de más de diez años, y con un precio que supera los trescientos euros.
También procedente de una iniciativa nacida y crecida en el MIT Media Lab es el lenguaje Scratch, con una página multilingüe
que permite que los niños desarrollen habilidades de programación de
una manera visual y sencilla, además de a intercambiar programas y
aprender de lo que han desarrollado otros. Empiezas haciendo moverse a
un gato por la pantalla, y acabas entendiendo la lógica de la
programación y creando incluso juegos sencillos. Puede utilizarse con
cualquier ordenador, una máquina vieja que tengamos fuera de uso, o
incluso con un Raspberry Pi de 35€.
Esa misma máquina, un Raspberry Pi, que supera ya los dos millones de unidades vendidas,
puede ser una muy buena manera de introducir a un niño en el mundo de
la computación. Mantener la máquina bien configurada y actualizada tiene
poca dificultad más que seguir algunos tutoriales, y existen una buena cantidad de proyectos pensados para niños.
Además del precio de la máquina, indudablemente barata, necesitarás
pensar en un monitor, un multiplicador de puertos USB con cargador
propio, un cable HDMI y un pequeño pincho WiFi, pero seguimos hablando de presupuestos bastante razonables.
Otro proyecto clásico de open hardware, Arduino, ofrece también un buen número de proyectos diseñados para ser realizados por niños, sin necesidad de hacer soldaduras gracias a sus cables y tableros de conexión, o incluso robots ya desarrollados y pensados para enseñar a los niños la lógica de la programación. O en ese mismo ámbito de la robótica didáctica, este proyecto reciente puesto en marcha por antiguos ingenieros de Google y Apple, Play-i,
con dos robots, Bo y Yana, y múltiples accesorios (además de ser
compatibles con Lego Mindstorms), y que estarán disponibles a mediados
del año próximo.
El desarrollo de juguetes de este tipo está en pleno apogeo (si
conocéis otros proyectos similares, por favor, añadidlos en los
comentarios), y resulta fundamental adoptar una mentalidad adecuada con
respecto a los mismos. No hablamos solo de juguetes: hablamos de
actitudes proactivas, de proyectos desarrollados con tus hijos, de
asumir que no vas a poder ponerlos a jugar con cosas que tú mismo no
entiendes, y que seguramente esos mismos juegos que compras para tus
hijos puedan incluso llegar a cambiar tu aproximación a la tecnología.
Pero por encima de todo, está la idea de preparar a tus hijos para vivir
en un entorno en el que estarán de manera permanente rodeados de
objetos programables, y en que muchas de las habilidades que se demanden
tendrán que ver con esos primeros contactos con la tecnología. Vete
poniéndote las pilas. Y no, esas pilas no están incluidas :-)
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