Cada vez que hago algo, lanza o un
proyecto, comparto una idea, levanto el teléfono y hago una llamada, envío un
email para avanzar en la campaña, empujo a otras personas para dar el máximo y
obtener resultados más brillantes, meterme en nuevos líos, aventuras o retos y
estar siempre alerta por algo más que pudiera ocurrir. En todas esas ocasiones,
siempre me pregunto a mi mismo si el tipo de ambición que me empuja a hacer lo
que hago es buena o mala, la respuesta – por parte de mi mismo también – suele
ser, “depende de cuan ambicioso seas y qué estés dispuesto a hacer, sacrificar
– o a llevarte por delante – para conseguir lo que te propones.”
Durante mi
vida, he conocido mucha gente ambiciosa, sí, muchos de ellos son raros,
diferentes, extravagantes, peculiares, incluso excéntricos, pero mayormente
insanos. En ocasiones ocupo un lugar entre ellos, este es un ejemplo muy reciente.
¿Estás loco?
¿Son estas
personas todo esto por que son ambiciosas, o son ambiciosas porque son
diferentes? ¿codo o culo?
Pienso que
cada día más personas están locas y son ambiciosas, a su
propia manera. Todos estamos locos. Estás loco. Así que si vas a volverte una
persona loca de remate, ser normal sería un buen ejemplo de volverte loco.
Pienso que podrías canalizar toda esa energía que implica volverse loco en algo
útil y de provecho, algo que genere inputs, valor, que cambie el resultado.
Ejemplo: la ambición.
Utiliza la ambición
Algo
indudable, cualquier cantidad de ambición te va a hacer sentir secretamente
culpable, así que hazte la pregunta “¿estoy loco?”
Eres
ambicioso y estás loco, sí, porque lo que haces requiere tomar riesgos,
adentrarte en la incertidumbre, obviar las directrices de tu jefe, empujar a tu
equipo, desacreditar al crítico, levantar tu cabeza más allá de la muchedumbre
y caminar entre piedras al rojo vivo. Todo esto secretamente no aterroriza.
Cosas que
precisamente propulsan a nuestras especies hacia delante.