Los problemas de Google con la legislación anti-monopolio no terminan en la Unión Europea. Además de los litigios pendientes en la eurozona, le acaba de surgir un nuevo frente en un lugar paradójico: Rusia. Paradójico, porque es precisamente uno de los pocos países en los que el buscador no tiene una posición dominante, y es segundo detrás de otro competidor, Yandex, que posee un 60% del mercado.
Esta situación, que además de en Rusia solo ocurre en China (donde Baidu alcanza una cuota del 80%), en Corea del Sur (donde Naver alcanza una cuota del 50%), en Japón (donde Google acaba recientemente de adelantar a Yahoo! Japan) y en Kazajistán (donde domina Mail.ru), no ha servido para proteger a la compañía de las autoridades anti-monopolio, dado que la demanda no se refiere en este caso al ámbito de la búsqueda, sino a las prácticas de la compañía con respecto al sistema operativo Android. Lo que las autoridades rusas han encontrado punible como abuso de posición dominante es el hecho de que Google obligue a los fabricantes de terminales que deseen incorporar Android a incluir su suite de herramientas, una práctica denominada bundling – crear un lote indisociable entre un producto dominante y otros que se pretende que se beneficien de esa posición – que muchos consideran homologable a lo que Microsoft llevaba a cabo con Windows, que también fue en su momento objeto de litigio, y que la propia compañía de Redmond lleva tiempo señalando.
En el año 2001, Microsoft fue encontrada culpable de prácticas contra la competencia por incluir en su sistema operativo Windows, entonces completamente hegemónico, un navegador gratuito, Internet Explorer, que eliminaba de facto el espacio competitivo para otros navegadores: al encontrarse un programa gratuito ya incluido en su sistema operativo, que a su vez venía preinstalado en su ordenador, el usuario tenía un incentivo mucho menor para tratar de seleccionar otro navegador alternativo, y menor aún a pagar por él. Esta práctica, que en su momento fue responsable de la caída de Netscape, mantiene un paralelismo total con la demanda ahora planteada a Google: ahora hablamos de un sistema operativo distinto, Android, y de una plataforma asimismo diferente, los smartphones, pero el comportamiento resulta muy similar.
Desde países en los que Google mantiene un dominio muy marcado puede resultar difícil hacerse a la idea de qué es lo que en realidad se persigue. Sin embargo, desde un país como Rusia, en el que competidores diferentes plantean alternativas a productos de Google como los mapas, el correo, etc., parece mucho más lógico y razonable que competidores como Yandex tengan quejas por el hecho de que la inclusión forzada de productos competidores a los suyos en los terminales con Android pueda llegar a suponer un desincentivo para que los usuarios opten por sus aplicaciones.
La cuota de mercado mundial de Android en el segundo trimestre de 2015 es, según IDC, del 82.8%. En Rusia, según Statista, esa cuota era, en julio de 2015, de un 64.5%, frente a un 24.4% del siguiente competidor, iOS. Con cifras de ese tipo, que Android se sitúe en la diana de los organismos reguladores de la competencia es una simple cuestión de lógica, y los argumentos esgrimidos parecen tener poca discusión en función no solo de los hechos, sino también de los precedentes históricos. De hecho, la propia Google parece estar dando pasos de cara a corregir esta situación, aunque por el momento se limitan aofrecer opciones a los usuarios para que puedan eliminar sus aplicaciones, no a los fabricantes de terminales. De hecho, parecen existir precedentes en los que Google parece haber ejercido presiones sobre fabricantes como Acer, al que llegó a amenazar con la exclusión de Android si fabricaban terminales con el sistema operativo Yun OS, creado por Alibaba como fork de Android con la idea de adaptarlo al mercado chino. Finalmente, Alibaba terminó por ofrecer su sistema operativo únicamente a pequeños fabricantes chinos y a Meizu, un fabricante popular en el mercado interno en el que ha llevado a cabo una toma de posición, del mismo modo que otros forks como CyanogenMod son ofrecidos sobre todo por marcas como OnePlus, que no mantienen una relación de dependencia con Android.
Las autoridades rusas cuentan ahora con un plazo de diez días para publicar una sentencia completa. En el caso de conllevar sanciones, Rusia se convertiría en el primer mercado en el que las prácticas de Google con respecto a Android son consideradas abusivas, adelantándose a la propia Unión Europea, que anunció que estudiaría el caso el pasado abril. Es muy posible que la decisión rusa, de hecho, llegue a influenciar el desarrollo del caso europeo, lo que podría llegar a suponer un problema para la compañía en un producto que considera enormemente estratégico de cara al futuro.