Un miedo dominante sobre los académicos es que la educación online reemplace completamente las aulas y los profesores. Esto es poco probable que suceda, al menos a corto o medio plazo. Los estudiantes todavía ven valor en ser expuestos a muchas personas con nuevas ideas, creen en profesores que cambian vidas y en construir una tribu de conexiones poderosas con las cuales hacer sus ideas realidad, encontrar mejores oportunidades o destacar en el trabajo. Sin embargo, si pienso que esos mismos estudiantes no atenderán la universidad durante cuatro años seguidos. Los cursos introductorios de “fundamentos”, “principios básicos” o “iniciación” pueden ser cubiertos ridículamente fácil (y de manera económica) por MOOCs (“massive open online classes”) o lanzaderas.
Una vez los estudiantes poseen la información que necesitan, el siguiente paso será llegar a la universidad para hacer uso de las facilidades y los profesores con la finalidad de ponerse manos a la obra en la parte experiencial, la parte práctica, aprender aquello que no puede ser enseñado estudiando un libro. La explosión de todas las cosas diferentes que no representa una universidad, su presencia en el ecosistema de aprendizaje, ambas cosas forzarán y permitirán a universidades re-enfocarse alrededor del tipo de aprendizaje que no puede tener lugar en otro tipo de escenario.
El resultado de esto podría ser una educación mixta y personalizada. Quizá algo así como el equivalente a un año de clases en cursos online, quizá dos años trabajando en ejecutar, desarrollar, experimentar e intentar, y el último año lanzando y comprobando el impacto de su trabajo en un entorno de mercado real. El futuro de la educación será uno donde veamos una simbiosis, con una parte de experiencia real en la universidad (nada de teorías o lecturas) y una parte de experiencia online (con las instrucciones de aquello que se pretende conseguir) Isra Garcia