Desde Noysi me
pidieron que les diese mi opinión sobre la evolución de la comunicación
corporativa, un tema sobre el que llevo bastante tiempo trabajando y
escribiendo, y en el que estamos viviendo una transición muy intensa que
nos lleva a evolucionar desde el arcaico papel hacia medios más
eficientes.
El papel es una tecnología que
data del siglo II antes de Cristo. Las razones para que las compañías
sientan un apego tan enfermizo por el papel tienen que ver con el
control de los flujos de información al anclarlos a un objeto físico,
pero en los tiempos que vivimos, el papel es el enemigo absoluto de la
productividad y la eficiencia, además de ser un grave obstáculo para la
circulación de la información. Podría obtenerse una muy buena métrica de
la eficiencia de las compañías simplemente pesando la cantidad de papel
que producen.
Del
papel, evolucionamos hacia métodos como el correo electrónico, que data
ya de los años ’70 como puede constatarse en anuncios como el que
ilustra esta entrada, y que claramente se han convertido también ya en
una tecnología obsoleta de cara a su uso en comunicación corporativa. En
nuestros días, hay muchos directivos que si realmente tuviesen que
contestar todos los correos en los que figura su nombre, no podrían
hacer ninguna otra cosa por simple falta de tiempo. La plaga del CC,
convertida en una especie de testigo de la gestión y convertida en un
elemento que escala la pirámide jerárquica de maneras imposibles ha
convertido la comunicación corporativa en algo frustrante y, de nuevo,
muy poco eficiente.
El
trabajo en documentos compartidos y la mensajería instantánea se
perfilan como las grandes esperanzas. Por supuesto, no hablamos de
barbaridades como lo que supone utilizar algo como WhatsApp en un
entorno corporativo, sino de herramientas que combinen esas prestaciones
con la integración de otras, como gestión de proyectos, y que ofrezcan
capacidades sofisticadas de búsqueda de información, creación de
repositorios, definición de canales y grupos, y todo ello con la
seguridad que precisan los entornos corporativos. No he probado la
herramienta de Noisy, pero se encuentra en un mercado muy interesante en
el que, lógicamente, no solo no le van a faltar competidores a todos
los niveles – señal de que, en efecto, hablamos de una transición y de
un fenómeno real – sino que además, algunos de esos competidores forman
ahora parte, como es el caso de Slack, de ese privilegiado club de los
unicornios, empresas que ya superan en valor los mil millones de dólares
pese a haber sido creadas hace muy poco tiempo. Junto con Slack, otras
como Yammer, propiedad de Microsoft, o como Asana o Trello, que
provienen de contextos como la gestión de proyectos. Herramientas que
trasladan la idea de comunicación ágil, con amplísimas posibilidades
para circular la información con los niveles de control adecuados, y
sobre todo, que permiten un balance razonable de eficiencia
comunicativa. Quien no es capaz de entender las ventajas de trabajar en
equipo con documentos compartidos en entornos como los definidos por
estas herramientas, es simplemente porque no lo ha probado con una
mentalidad suficientemente abierta: las ventajas son tantas, que parece
imposible que una empresa pueda resultar mínimamente competitiva sin
ellos.
A continuación, algunas de mis ideas al respecto. El vídeo dura únicamente dos minutos y medio: E.Dans
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