El turismo cultural
ha crecido de manera importante en los últimos años en España. Sin
embargo, otros países, con un patrimonio más escaso, han conseguido
mayor proyección en este ámbito. La definición de este producto como un
segmento propio sigue siendo una asignatura pendiente, según concluye un
estudio de la Escuela de Organización Industrial (EOI). Mantiene la etiqueta de actividad complementaria por la difícil fusión entre turismo y cultura.
España dispone de un patrimonio artístico y cultural de los más ricos del mundo. Su oferta turística
va mucho más allá de los miles de kilómetros de playas que concentran
sus costas. No en vano se sitúa en la segunda posición a nivel mundial
por el número de lugares declarados Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, el turismo cultural registra un índice muy inferior a otros países, como Francia o Reino Unido, que con una riqueza patrimonial inferior han conseguido un mayor posicionamiento en este segmento.
La diferencia está en la mejor gestión de los recursos en dichos mercados, mientras que nuestro país registra un menor aprovechamiento cultural y turístico de los bienes patrimoniales, según un informe de la Fundación para la innovación tecnológica, Cotec, titulado Innovación en el sector del patrimonio histórico.
Un estudio más reciente de la Escuela de Organización Industrial (EOI), Turismo cultural: Patrimonio, museos y empleabilidad,
constata que existe una gran distancia entre el sistema turístico y el
sector cultural. Afirma que en la práctica no hay una fusión completa
entre ellos que permita que el producto cultural se valore e identifique como un segmento unificado. Suele tener un carácter complementario, además de estar considerada como una modalidad que alude a todas las tipologías de recursos,
desde los patrimoniales a los naturales. Incluso ha incorporado un
sesgo más geográfico, ligado al territorio y las características propias
del destino, dando lugar al turismo urbano y al de interior.
Avance en las estrategias
Desde las diferentes administraciones se han diseñado estrategias para salvar el difícil equilibrio entre turismo y cultura, e intentar vincular un segmento más ligado a la economía con otro donde el patrimonio no es un producto de consumo al uso. De este modo, sin prisa pero sin pausa, se han realizado importantes avances. Entre 2005 y 2011 los visitantes atraídos por una motivación cultural se incrementaron un 90%, mientras que el total de los turistas sólo lo hizo en un 1,4%.
Entre las principales carencias de este producto,
el informe destaca una formulación propia necesaria para el sector
empresarial y profesional, a pesar de los planes que se han desarrollado
desde el año 2000, como el Plan Integral de Calidad del Turismo Español (PICTE 2000-2006) y el Impulso al Turismo Idiomático y cultural 2001-2003, actualmente integrado en el Plan Nacional de Integral del Turismo Español (2012-15). Su objetivo es buscar una solución para las debilidades de esta oferta como la falta de transformación de los recursos
en productos aptos para el consumo de los visitantes, problemas de
gestión, de planificación y promoción, además de la escasa presencia de
los mismos en los canales comerciales.
Empieza así a despuntar esta alternativa de ocio, pero la imagen de España como destino cultural está más enfocada en la actualidad hacia el turismo urbano, con especial incidencia en Madrid, Barcelona, las Ciudades Patrimonio de la Humanidad y otras con monumentos relevantes como Granada y la Alhambra.
De los 56,7 millones de turistas internacionales que visitaron España
en 2011, 9,4 millones vinieron atraídos por nuestro patrimonio cultural,
es decir, el 17% del total y un 26% más que en 2010.
Dos perfiles de turista
La EOI distingue así dos perfiles muy distintos, según la motivación: turistas culturales, cuando la cultura es la causa básica del viaje, y aquellos que ocasionalmente consumen este tipo de productos. Estas dos clases de visitantes, con diferencias cualitativas y cuantitativas, pueden ser la base de diferentes estrategias turísticas en los destinos, apunta dicho informe.
Las actividades culturales comprenden las visitas a museos,
pueblos, monumentos, festivales musicales, ópera, teatro y otras
manifestaciones. Teniendo en cuenta esta definición, en el caso de las
llegadas, en 2011, 29,5 millones de turistas tuvieron alguna experiencia de ese tipo,
es decir, más de la mitad de los que nos visitaron, mientras que en el
periodo 2005-2011 el incremento es equivalente al del número de
turistas.
En el primer caso destaca que el perfil del turista medio se corresponde con el de un hombre procedente de Francia, de entre 25 y 44 años, que viaja sin paquete turístico y que se dirige fundamentalmente a Cataluña. En el segundo, la figura más habitual es la de una mujer británica,
que se desplaza en avión, que está entre los 25 y 44 años, y que
también se decanta por esta comunidad autónoma como principal destino.
En 2011, el turismo cultural aportó 8.500 millones de euros al conjunto de los ingresos del sector, el 16.1% del total, un 43,3% más que en el año anterior. El gasto medio
en este tipo de viajes fue de 908 euros, mientras que en los
desplazamientos que tuvieron otra motivación fue de 939 euros. En el
caso de las personas que no utilizan viajes organizados,
se ha detectado un aumento del 44,6% en este tipo de recorridos y un
gasto medio diario de 101 euros, un 56,4% más alto que en el resto de
los viajes, a pesar de que la estancia media es inferior.
Desde el punto de vista de los destinos turísticos, destacan Madrid, donde un 35,5% de los turistas llegaron por motivos culturales, después Cataluña, con un 33,2%, Andalucía, con un 16,4%, y la Comunidad Valenciana,
con un 11,3%, en 2011. Los datos correspondientes a 2012 confirman la
fortaleza de Cataluña pero testimonian un descenso de Madrid y Andalucía. En cuanto al viajero nacional, Castilla y León y Madrid se posicionan como los principales enclaves receptores de los residentes en España, a tenor de los datos de Familitur referidos a 2010 y 2011.
Gestión del destino
El estudio realiza un detallado análisis de los museos en España, como atractivos clave del turismo cultural,
y entre sus conclusiones destaca que en el 65% de los mismos, los
visitantes son mayoritariamente no residentes, mientras que casi en el
26%, los residentes son los principales usuarios. Analiza el posicionamiento de estos centros como atractivo turístico y concluye que sólo el 51% de ellos se declara posicionado turísticamente.
En lo relativo a la gestión turística del patrimonio, resalta que una de sus grandes dificultades es la escasa coordinación entre estos espacios y las autoridades
responsables de establecer las estrategias para el destino. Es decir,
escasa colaboración entre un sector mayoritariamente público como el de
los museos y el área empresarial del turismo.
Formación de los profesionales
La formación de los profesionales marca otra gran distancia entre los dos ámbitos de actuación. En las empresas puramente turísticas, como hoteles o agencias de viajes, sus trabajadores tienen una preparación más especializada, mientras que en el ámbito cultural, el profesional procede de distintas disciplinas, en general más relacionadas con las humanidades. La citada investigación echa en falta conocimientos específicos en los planes de estudio que faciliten una fusión completa entre ambas actividades y, en consecuencia, se valore como un segmento unificado. Los expertos proponen una formación concreta en dichos planes y la creación de una figura mixta, de especialista, como instrumento de consolidación del turismo cultural, hasta el momento la figura del guía es uno de los perfiles que se identifican con las actividades culturales.