Seguir
haciendo algo es uno de los hábitos más potentes que conozco.
Sea lo que sea: un profesor, un estudiante,
parado, jubilado, ama de casa, bibliotecario, asistentes de vuelo o taxista.
Pase lo que pase: seas criticado o denigrado,
pierdas tu trabajo o incluso no tengas dinero con lo que pagar la hipoteca.
Digan lo que digan: no eres lo suficientemente
bueno para ser un deportistas profesional, eres demasiado mayor para lograr
sobresalir del resto en ese puesto de trabajo o incluso no podrás leer,
escribir ni hablar como el resto debido a tu dislexia y problemas de
comprensión oral y escrita.
Vayas donde vayas: al colegio, trabajo, evento
social, universidad, congreso o en tu casa.
Si crees en lo que haces, eres feliz haciéndolo
y el resultado de hacerlo crea alguna clase o tipo de cambio – por muy pequeño
o insignificante que pueda parecer – sin duda sigue, has tomado el camino
correcto. Aunque pueda parecer que estás haciendo algo que podría no funcionar
y te apuntarán con el dedo o no serás aceptado, hay que
seguir. Parar, no, por favor.
Mi apuesta, ya hace tiempo que la hice, es por
ti, sólo tienes que seguir. Isra garcia