Los escoceses celebran un referéndum que podría modificar el estatus político que han mantenido durante los últimos 307 años.
'¿Debe ser Escocia un estado independiente o continuar integrado en el Reino Unido?', es la pregunta que responderán los escoceses.
Escocia está tomando en estos momentos una de las decisiones más importantes de su historia: separarse o mantenerse dentro del Reino Unido. Y la decisión no es menor, pues por un lado da respuesta a sensación ahogada de independencia en
parte importante de los escoceses, también representa serios retos para
su sociedad y su economía. Los últimos 307 años de relación con la
corona británica no se olvidarán solo con un sí o un no.
Así, este 18 de septiembre los escoceses celebran un referéndum que podría modificar el estatus político que han mantenido durante los últimos tres siglos y el resultado, de acuerdo con los últimos sondeos antes de la votación, el “No” se imponía con 45% de los votos contra el 41% “Sí”, siendo relevante que el número de indecisos (14% de los encuestados) se elevaba y que serían a fin de cuentas los que pudieran inclinar el fiel de la balanza sobre una de las opciones.
“¿Debe ser Escocia un estado independiente o continuar integrado en el Reino Unido?” Es la pregunta –pactada por los gobiernos británico y escocés en octubre de 2012– que contestarán unos 4.3 millones de residentes tendrá derecho a expresar su opinión en las urnas. Y no hay espacio para la ambigüedad.
Hace meses este tema no representaba un foco de alerta para los mercados y los inversionistas, ya que se daba por descontado que la sociedad escocesa rechazaría la separación y se mantendría en la unión con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, sin embargo la idea de una Escocia independiente tomó fuerza y durante las últimas dos semanas las encuestas muestran verdaderas posibilidades de que el “Sí” dé la sorpresa.
Pero, ahora bien, ¿cuáles serían las consecuencias de que los escoceses votaran a favor de la independencia? La decisión, obviamente, impactará en ambos lados de la moneda, pues tanto el Reino Unido como Escocia enfrentarían fuertes retos e incertidumbres con esta emancipación, aunque algunos consideran que sería la unión la que resulte más lastimada, al igual que el resto de Europa, ya que probablemente la libra esterlina y otros activos del reino continuarán bajo mayor presión.
Además, dado que Escocia es un país que suele estar más a favor de la UE que el resto del Reino Unido, la emancipación podría aumentar la probabilidad de una eventual salida del Reino Unido de la UE, lo que aumentaría aún más las incertidumbres en la región.
Los partidarios del sí, han centrado su campaña en que económicamente, todo irá mejor y podrán aplicar sus propias políticas culturales y socioeconómicas, sin depender de Westminster.
Para los independentistas escoceses todo está claro y observan el futuro secesionista con optimismo, gracias a que tienen confianza en la riqueza que generan de manera individual –anualmente reporta un PIB nominal de 235,000 millones de dólares que se traduce en 7.6% del PIB del reino–, lo que le asegura mantenerse como “una de las naciones más ricas del mundo” y ser un “exitoso estado independiente", según se lee en la propaganda electoral a favor del “Sí”.
Asimismo, quienes apoyan la separación no encuentran el sentido en mantener la unión si por sí mismos podría integrarse dentro de los 20 países más ricos del mundo.
Esto por el simple hecho de que se estima que el 90% de las reservas de petróleo de Reino Unido están en el Mar del Norte y pasarían a ser escocesas. Escocia cuenta con las reservas petroleras más grandes de la Unión Europea (entre 25 y 30 miles de millones de barriles de petróleo crudo) y es responsable de poco más de 70% de la producción de hidrocarburos del Reino Unido.
Otro argumento, solo que más político y más entroncado con los tiempos de crisis que corren, es el relacionado con el rechazo del gobierno escocés a los que considera fracasos del gobierno británico (encabezado por David Cameron), sin olvidar que históricamente el escocés es más de izquierdas que los ingleses y han rechazado la política de recortes de Cameron.
Aunquem, para los separatistas, el panorama ideal es una Escocia que siga reconociendo a Isabel II como jefa de estado nominal, tenga la libra como moneda y esté dentro de la UE y la OTAN.
Del otro lado de la moneda, los que apoyan el “No” han recurrido más a los argumentos emocionales para persuadir al electorado, como el propio primer ministro británico que dijo hace unos días que “le partiría el corazón” la separación y suplicaba "que no se rompiera esta familia", que de ocurrir “sería para siempre”.
Pero también señalan que razones que apuntan al bolsillo, por ejemplo, que la salida de la UE (los escoceses parecen mostrarse bastante europeistas), el abandono de la libra, la marcha de grandes empresas, el encarecimiento de las hipotecas y el riesgo para las pensiones serían apenas algunos de los daños que sufriría la economía escocesa.
El gobierno de Londres y el de Edimburgo llevan meses exponiendo informes sobre los desastres y bondades de la eventual independencia y así cada vez que los expertos británicos hacen público un reporte sobre el negativo impacto de la separación en el sistema financiero escocés o la continuidad de Escocia dentro de la UE, la administración separatista convoca a una docena de especialistas que desmienten esos datos.
Incluso Londres dice que los escoceses ganarán 1,400 libras más por persona y año si se quedan en Reino Unido, 400 libras más que lo que el Ejecutivo de Edimburgo promete a sus ciudadanos si optan por la independencia.
Los escoceses no pueden saber a qué carta quedarse, pero al menos para la causa unionista parece ser más efectiva esta propaganda, ya que escoceses y bancos comenzaron a trasladar millones de libras a Inglaterra en los últimos días para protegerse.
¿Pero qué significa la independencia para Escocia? Para el director general de Análisis Económico de Grupo Financiero Banorte, Gabriel Casillas, más allá de un aspecto histórico y de identidad nacional, la diferencia entre ser o no independiente sería contar con su propia política fiscal y monetaria, incluyendo la supervisión bancaria.
Por el lado fiscal, según explica en su columna en el diario El Financiero, la independencia de Escocia significaría decidir la política impositiva y de gasto público en su totalidad.
No obstante lo anterior, también significaría absorber parte de la deuda pública del Reino Unido y hacer frente tanto al pago de intereses como al del principal, con los costos implícitos que impongan las calificaciones crediticias que las agencias como S&P, Fitch y Moody’s decidan asignar.
Por el lado monetario, Escocia tendría que adoptar una moneda y probablemente crear un banco central para conducir las políticas monetaria y cambiaria, así como servir de prestamista de última instancia para los bancos, señala el experto.
“Además, regular y supervisar el sistema financiero. Nada de esto está definido todavía. Así, debido a que falta determinar una gran cantidad de asuntos fiscales, monetarios y financieros si los votantes escoceses deciden separarse del RU, la posible independencia de Escocia está generando mucho escozor (casi valga la redundancia) entre los participantes de los mercados financieros internacionales”, destaca.
Si bien una ajustada victoria para la continuidad de la unión es hasta el momento el principal panorama, si llegara a prevalecer la independencia de Escocia, los mercados y los inversionistas deberían prepararse para algunas incertidumbres generales en la Unión Europea.
Para esto, Nick Bate, economista para el Reino Unido de Bank of America Merrill Lynch Global Research, señala que es útil considerar los efectos registrados en este grupo de países derivados de la crisis de la zona euro en 2012, que involucró problemas de rompimiento de su divisa y un riesgo de redominación.
En la medida en que la crisis de la eurozona se intensificó de la primavera al verano de 2012, las revisiones a la baja de los pronósticos de crecimiento del Banco de Inglaterra entre los reportes de inflación de febrero y agosto podrían ser representaciones razonables para los efectos correspondientes en el Reino Unido. Ultimadamente, el Banco de Inglaterra bajó sus pronósticos en alrededor de 1 punto porcentual cada año durante ese periodo.
Existen razones por las cuales el impacto de un voto escocés por dejar el Reino Unido podría ser más moderado. Europa representa alrededor de la mitad de las exportaciones del Reino Unido, las cuales mostraron continua debilidad a lo largo de la crisis de la eurozona. Sin embargo, Escocia representa una parte mucho más pequeña de las exportaciones del RU, con alrededor del 10%, por lo tanto amortigua el impacto sobre esta nación de cualquier voto a favor de la separación.
Además, la crisis en la zona euro tuvo efectos significativos sobre los bancos del Reino Unido, aumentando los costos de financiamiento en alrededor de 150 puntos base, lo cual contribuyó a un correspondiente endurecimiento de las condiciones crediticias para su economía en general.
Incluso, agrega el especialista del BofA, con el mercado con un riesgo significativo de separación, los costos de financiamiento de los bancos más expuestos del Reino Unido han subido en 15 puntos base en su mayoría – disminuyendo el riesgo de endurecimiento de condiciones crediticias para el resto del Reino Unido–.
Sin embargo, la incertidumbre sobre una serie de cuestiones escocesas – tal vez la más importante la moneda– podría llevar hacia cierta cautela por parte de una serie de consumidores, negocios y actores del mercado financiero, amortiguando así la demanda en el Reino Unido.
“Si la crisis de 2012 en la zona euro impactó al PIB del Reino Unido en alrededor de 1 punto porcentual, desde nuestra perspectiva la independencia escocesa podría tener efectos más moderados: cercanos a los 0.25 y 0.50 puntos porcentuales, a pesar de las significativas incertidumbres en torno a este tipo de estimaciones”, concluye el análisis.
Así desde las siete de la mañana de este jueves (hora local –1:00 horas en México–) y hasta las diez de la noche (16:00 horas en México) estarán abiertos los 5,579 colegios electorales y se espera que el resultado se dé a conocer a primera hora del día siguiente (19 de septiembre) entre las 6:30 y 7:30 horas.
En caso de ganar el “Sí”, la independencia no se aplicaría de manera inmediata el día siguiente, sino que la formación del nuevo estado escocés sería un proceso lento y complejo que culminaría el 24 de marzo de 2016, con la entrada en vigor de una nueva carta magna y unas elecciones en mayo de ese mismo año.
Así, este 18 de septiembre los escoceses celebran un referéndum que podría modificar el estatus político que han mantenido durante los últimos tres siglos y el resultado, de acuerdo con los últimos sondeos antes de la votación, el “No” se imponía con 45% de los votos contra el 41% “Sí”, siendo relevante que el número de indecisos (14% de los encuestados) se elevaba y que serían a fin de cuentas los que pudieran inclinar el fiel de la balanza sobre una de las opciones.
“¿Debe ser Escocia un estado independiente o continuar integrado en el Reino Unido?” Es la pregunta –pactada por los gobiernos británico y escocés en octubre de 2012– que contestarán unos 4.3 millones de residentes tendrá derecho a expresar su opinión en las urnas. Y no hay espacio para la ambigüedad.
Hace meses este tema no representaba un foco de alerta para los mercados y los inversionistas, ya que se daba por descontado que la sociedad escocesa rechazaría la separación y se mantendría en la unión con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, sin embargo la idea de una Escocia independiente tomó fuerza y durante las últimas dos semanas las encuestas muestran verdaderas posibilidades de que el “Sí” dé la sorpresa.
Pero, ahora bien, ¿cuáles serían las consecuencias de que los escoceses votaran a favor de la independencia? La decisión, obviamente, impactará en ambos lados de la moneda, pues tanto el Reino Unido como Escocia enfrentarían fuertes retos e incertidumbres con esta emancipación, aunque algunos consideran que sería la unión la que resulte más lastimada, al igual que el resto de Europa, ya que probablemente la libra esterlina y otros activos del reino continuarán bajo mayor presión.
Además, dado que Escocia es un país que suele estar más a favor de la UE que el resto del Reino Unido, la emancipación podría aumentar la probabilidad de una eventual salida del Reino Unido de la UE, lo que aumentaría aún más las incertidumbres en la región.
El sí o el no, sus puntos clave
La situación de Escocia enfrenta a dos bandos, cuya percepción es diametralmente opuesta sobre los beneficios y las desventajas de mantenerse en el Reino Unido, pues lo que para algunos es una fortaleza de la economía escocesa, para otros es uno de los puntos flacos que se resuelven al estar bajo el cobijo de la reina Isabel.Los partidarios del sí, han centrado su campaña en que económicamente, todo irá mejor y podrán aplicar sus propias políticas culturales y socioeconómicas, sin depender de Westminster.
Para los independentistas escoceses todo está claro y observan el futuro secesionista con optimismo, gracias a que tienen confianza en la riqueza que generan de manera individual –anualmente reporta un PIB nominal de 235,000 millones de dólares que se traduce en 7.6% del PIB del reino–, lo que le asegura mantenerse como “una de las naciones más ricas del mundo” y ser un “exitoso estado independiente", según se lee en la propaganda electoral a favor del “Sí”.
Asimismo, quienes apoyan la separación no encuentran el sentido en mantener la unión si por sí mismos podría integrarse dentro de los 20 países más ricos del mundo.
Esto por el simple hecho de que se estima que el 90% de las reservas de petróleo de Reino Unido están en el Mar del Norte y pasarían a ser escocesas. Escocia cuenta con las reservas petroleras más grandes de la Unión Europea (entre 25 y 30 miles de millones de barriles de petróleo crudo) y es responsable de poco más de 70% de la producción de hidrocarburos del Reino Unido.
Otro argumento, solo que más político y más entroncado con los tiempos de crisis que corren, es el relacionado con el rechazo del gobierno escocés a los que considera fracasos del gobierno británico (encabezado por David Cameron), sin olvidar que históricamente el escocés es más de izquierdas que los ingleses y han rechazado la política de recortes de Cameron.
Aunquem, para los separatistas, el panorama ideal es una Escocia que siga reconociendo a Isabel II como jefa de estado nominal, tenga la libra como moneda y esté dentro de la UE y la OTAN.
Del otro lado de la moneda, los que apoyan el “No” han recurrido más a los argumentos emocionales para persuadir al electorado, como el propio primer ministro británico que dijo hace unos días que “le partiría el corazón” la separación y suplicaba "que no se rompiera esta familia", que de ocurrir “sería para siempre”.
Pero también señalan que razones que apuntan al bolsillo, por ejemplo, que la salida de la UE (los escoceses parecen mostrarse bastante europeistas), el abandono de la libra, la marcha de grandes empresas, el encarecimiento de las hipotecas y el riesgo para las pensiones serían apenas algunos de los daños que sufriría la economía escocesa.
El gobierno de Londres y el de Edimburgo llevan meses exponiendo informes sobre los desastres y bondades de la eventual independencia y así cada vez que los expertos británicos hacen público un reporte sobre el negativo impacto de la separación en el sistema financiero escocés o la continuidad de Escocia dentro de la UE, la administración separatista convoca a una docena de especialistas que desmienten esos datos.
Incluso Londres dice que los escoceses ganarán 1,400 libras más por persona y año si se quedan en Reino Unido, 400 libras más que lo que el Ejecutivo de Edimburgo promete a sus ciudadanos si optan por la independencia.
Los escoceses no pueden saber a qué carta quedarse, pero al menos para la causa unionista parece ser más efectiva esta propaganda, ya que escoceses y bancos comenzaron a trasladar millones de libras a Inglaterra en los últimos días para protegerse.
¿Pero qué significa la independencia para Escocia? Para el director general de Análisis Económico de Grupo Financiero Banorte, Gabriel Casillas, más allá de un aspecto histórico y de identidad nacional, la diferencia entre ser o no independiente sería contar con su propia política fiscal y monetaria, incluyendo la supervisión bancaria.
Por el lado fiscal, según explica en su columna en el diario El Financiero, la independencia de Escocia significaría decidir la política impositiva y de gasto público en su totalidad.
No obstante lo anterior, también significaría absorber parte de la deuda pública del Reino Unido y hacer frente tanto al pago de intereses como al del principal, con los costos implícitos que impongan las calificaciones crediticias que las agencias como S&P, Fitch y Moody’s decidan asignar.
Por el lado monetario, Escocia tendría que adoptar una moneda y probablemente crear un banco central para conducir las políticas monetaria y cambiaria, así como servir de prestamista de última instancia para los bancos, señala el experto.
“Además, regular y supervisar el sistema financiero. Nada de esto está definido todavía. Así, debido a que falta determinar una gran cantidad de asuntos fiscales, monetarios y financieros si los votantes escoceses deciden separarse del RU, la posible independencia de Escocia está generando mucho escozor (casi valga la redundancia) entre los participantes de los mercados financieros internacionales”, destaca.
Si bien una ajustada victoria para la continuidad de la unión es hasta el momento el principal panorama, si llegara a prevalecer la independencia de Escocia, los mercados y los inversionistas deberían prepararse para algunas incertidumbres generales en la Unión Europea.
¿Qué pasará si Escocia se va?
Ante la situación actual y los resultados de los sondeos previos al referendo, el “Sí” es una opción real y por tanto no se puede obviar el impacto potencial que tendría la independencia escocesa en la economía del Reino Unido.Para esto, Nick Bate, economista para el Reino Unido de Bank of America Merrill Lynch Global Research, señala que es útil considerar los efectos registrados en este grupo de países derivados de la crisis de la zona euro en 2012, que involucró problemas de rompimiento de su divisa y un riesgo de redominación.
En la medida en que la crisis de la eurozona se intensificó de la primavera al verano de 2012, las revisiones a la baja de los pronósticos de crecimiento del Banco de Inglaterra entre los reportes de inflación de febrero y agosto podrían ser representaciones razonables para los efectos correspondientes en el Reino Unido. Ultimadamente, el Banco de Inglaterra bajó sus pronósticos en alrededor de 1 punto porcentual cada año durante ese periodo.
Existen razones por las cuales el impacto de un voto escocés por dejar el Reino Unido podría ser más moderado. Europa representa alrededor de la mitad de las exportaciones del Reino Unido, las cuales mostraron continua debilidad a lo largo de la crisis de la eurozona. Sin embargo, Escocia representa una parte mucho más pequeña de las exportaciones del RU, con alrededor del 10%, por lo tanto amortigua el impacto sobre esta nación de cualquier voto a favor de la separación.
Además, la crisis en la zona euro tuvo efectos significativos sobre los bancos del Reino Unido, aumentando los costos de financiamiento en alrededor de 150 puntos base, lo cual contribuyó a un correspondiente endurecimiento de las condiciones crediticias para su economía en general.
Incluso, agrega el especialista del BofA, con el mercado con un riesgo significativo de separación, los costos de financiamiento de los bancos más expuestos del Reino Unido han subido en 15 puntos base en su mayoría – disminuyendo el riesgo de endurecimiento de condiciones crediticias para el resto del Reino Unido–.
Sin embargo, la incertidumbre sobre una serie de cuestiones escocesas – tal vez la más importante la moneda– podría llevar hacia cierta cautela por parte de una serie de consumidores, negocios y actores del mercado financiero, amortiguando así la demanda en el Reino Unido.
“Si la crisis de 2012 en la zona euro impactó al PIB del Reino Unido en alrededor de 1 punto porcentual, desde nuestra perspectiva la independencia escocesa podría tener efectos más moderados: cercanos a los 0.25 y 0.50 puntos porcentuales, a pesar de las significativas incertidumbres en torno a este tipo de estimaciones”, concluye el análisis.
Así desde las siete de la mañana de este jueves (hora local –1:00 horas en México–) y hasta las diez de la noche (16:00 horas en México) estarán abiertos los 5,579 colegios electorales y se espera que el resultado se dé a conocer a primera hora del día siguiente (19 de septiembre) entre las 6:30 y 7:30 horas.
En caso de ganar el “Sí”, la independencia no se aplicaría de manera inmediata el día siguiente, sino que la formación del nuevo estado escocés sería un proceso lento y complejo que culminaría el 24 de marzo de 2016, con la entrada en vigor de una nueva carta magna y unas elecciones en mayo de ese mismo año.