martes, 30 de septiembre de 2014

La marca personal y los bálsamos milagrosos

Personal branding (IMAGE: Jay Dolan)La evolución de los temas relacionados con la marca personal me parece una de esas cuestiones de las que se empieza hablando de metodologías sencillas y de sentido común para desarrollar una presencia web que refleje lo que hace una persona, y se termina creyendo en bálsamos milagrosos, recetas magistrales y secretos inextricables que provienen de ancianos sabios.
Lo he dicho ya en otras ocasiones: la marca personal es tan sencilla como “trabajar bien y permitir que se vea”, en ese orden. Si alteras el orden y te dedicas a invertir en que se vea antes o en lugar de invertir en trabajar bien, lo que se verá será un autobombo impresentable y muy cargante que terminará por hacerte mucho más mal que bien.
Sobre cómo trabajar bien y hacer cosas interesantes hay ya muchísimo escrito,  en mi caso, perfil motivacional donde los haya, se reduce a “trabaja en cosas que de verdad te gusten y te apetezca hacer”. Llevo casi un cuarto de siglo trabajando en el mundo académico precisamente por eso, porque no conozco ninguna otra industria que te dé la libertad que te da ésta para poder dedicarte a cosas que te gustan, para poder cambiar y reenfocarte cuando quieres.
Si trabajas en algo que te gusta y te mantiene motivado, es infinitamente más fácil que hagas las cosas – o al menos, algunas cosas – bien. Y ya que las haces bien, trata de ser justo contigo mismo, y ponlas en valor todo lo que puedas, para que estén a disposición de todos aquellos a los que les puedan generar valor o encontrarlas interesantes, y tratando de no convertirse en un pesado.
¿Recetas? Pocas. Ser suficientemente ordenado como para que no se te pierdan las cosas, tanto las que haces tú como las que hacen otros y te interesan. Para conseguir una forma de almacenarlas que te aporte algo de valor (aunque solo sea por la facilidad de encontrarlas tu mismo más adelante), y sobre todo, comparte, comparte y comparte. Que no quiere decir “envíaselas a todo el mundo”, sino “déjalas en un lugar donde si quieren, las puedan encontrar”. Poco más. El secreto de la marca personal es que no hay secretos. Solo trabajo. Una reputación se consigue a lo largo del tiempo a base de trabajo duro y confianza: si alguien te dice que tiene un atajo para ti, no te lo creas.
¿Qué cuento a los alumnos en clase sobre estos temas? Básicamente, que las herramientas de la web social pueden servirles para muchas cosas: que un Feedly bien afinado y un Twitter en el sigues a quienes son referencias para ti te servirán para escuchar mejor y de manera más eficiente, porque por muy bueno que seas, no todo lo bueno que hagas va a haber salido únicamente de tu cabeza o de tu cosecha. Que un repositorio online, llámese Delicious, Pinterest o como sea, te servirá para poder rebuscar en lo que guardaste. Que una página personal, sea un WordPress o un simple Tumblr, te servirá como carta de presentación y para exponer lo que vas haciendo, sea un trabajo muy bueno, un estudio relevante, o una simple opinión sobre un artículo de otro. Y que si publicas algo, de nuevo las redes sociales te podrán servir para contar a otros que lo has hecho. ¿Hay que estar en redes sociales? Simplemente, hay que hacerse fácil de encontrar por aquellos que quieran encontrarte: que esto se llame Twitter, LinkedIn, Facebook, About.me o todos ellos a la vez me es indiferente. Al margen de esto, de la lógica y del sentido común, muy poco más.
Daniel Villagrasa, de El Imparcial, me envió algunas preguntas por correo electrónico para un artículo sobre marca personal titulado “¿Ha sustituido el perfil de Twitter al ‘curriculum vitae’? A continuación, el texto completo que intercambiamos:

P. ¿Hasta qué punto se ha vuelto imprescindible la marca personal?
R. Ni más ni menos de lo que era antes, solo que las herramientas de comunicación han evolucionado de tal modo que ahora el boca-oreja es más rápido y eficaz, y lo que dices no solo se ve, sino que se puede enlazar, distribuir, reenviar y compartir. Lo que ahora llamamos marca personal es lo que toda la vida hemos definido como reputación, antes limitada a los círculos profesionales en los que uno se movía, ahora mucho más fácil de exportar a todos los ámbitos de nuestra vida.
P. ¿Se corre el riesgo de anular el efecto al caer en el autobombo? ¿Qué otros riesgos hay para el profesional que se auto promociona en la web?
R. Marca personal y autopromoción en la web no tienen nada que ver. Marca personal es lo que los demás dicen de ti, no lo que tratas de construir tú mismo. De nada sirve que uno tenga muy buena imagen de sí mismo si los demás piensan mayoritariamente que es un idiota o un inepto en su profesión. Por más que monte páginas y páginas dedicadas a mí persona, si lo que digo en ella son estupideces, otros pensarán que soy un estúpido, nada más. Otra cosa es que aprovechemos los medios de comunicación a nuestro alcance para magnificar lo bueno que se dice de nosotros o aquellas cosas que hacemos profesionalmente, o incluso personalmente, que consideramos pueden contribuir a nuestra buena imagen.
P. ¿Cuánto cuesta crear y mantener una imagen de marca personal? No sólo en dinero, sino en tiempo.
R. Ni tiempo ni dinero, se trata de ser profesional y construirse una reputación como siempre ha existido en cualquier sector. Una buena marca personal no depende de la autopromoción que uno se haga o se pague, pues luego hemos de enfrentarnos a la realidad y esa es la verdadera prueba de fuego. Para mí, la marca personal consiste únicamente en poner en valor lo que hago: si invierto una hora en algo, quiero que el resultado esté disponible para otros, y que se pueda compartir. Simplemente trato de ser todo lo transparente que puedo con los demás, y honesto conmigo mismo: si invierto trabajo en algo, quiero que se vea. E.Dans
 

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