¿Cuántas veces has resuelto situaciones fundamentales a partir de juicios espontáneos y decisiones a la ligera? Aprende a tomar mejores decisiones.
Si bien los juicios nos ayudan a tomar mejores decisiones en un futuro, también pueden limitar nuestro aprendizaje.
En ocasiones simplemente se trata de situaciones triviales, pero de cualquier manera nuestra forma de juzgarlas tiene una afectación directa en nuestra identidad y en la manera de relacionarnos con otros.
Los juicios son la antesala a decisiones asertivas que nos brindan seguridad ante un futuro incierto a partir de las experiencias que hemos vivido en el pasado. Por ejemplo si una persona me hizo una promesa y no la cumplió es normal que yo juzgue a esa persona como poco confiable y lo piense dos veces antes de volver a generar un acuerdo con ella.
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El problema surge cuando no cuestionamos nuestros juicios, no buscamos las suficientes evidencias que los fundamenten; cuando generalizamos que esa persona no es de fiar en todos los sentidos y cuando no medimos nuestros juicios de acuerdo a ciertos estándares.
Existen tres estilos principales para emitir juicios. Todos alguna vez hemos caído en ellos, pero hay uno con el que quizás nos identificamos más.
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Observa en cuál te ves reflejado para que puedas empezar a trabajarlo:
La veleta
Aquellas personas que viven de juicios ajenos. No se atreven a cuestionar si sus opiniones verdaderamente les pertenecen a ellos o si son de alguien más. Viven en la inautenticidad.Buscan la aprobación de los demás constantemente por lo que, como una veleta, dirigirán sus juicios y opiniones hacia donde los lleve la corriente.
La desventaja es que estás personas suelen no proponer nada y si opinan es más bien desde el rol del palero. Les cuesta trabajo pensar fuera de la caja, pues su objetivo no es crear e innovar, su objetivo es quedar bien.
Cuando tengas una opinión, reflexiona: ¿Cómo llegaste a ella? ¿A quién le pertenece? ¿Verdaderamente tu experiencia te llevó a ella o es resultado de un automatismo, una costumbre o una imposición?
El cuadrado
Aquellas personas que están sentadas sobre la Piedra de la Verdad. Consideran sus juicios y opiniones como hechos absolutos. “Porque así es”, “Es obvio”, “Más claro ni el agua”.La rigidez y la intolerancia son sus principales características. No dan espacio al aprendizaje y al cambio, pues dejan afuera las posibilidades que se generan a partir de las diferencias de opinión. No hay posibilidades de sumar, el resultado a su manera de ver ya es perfecto e inamovible. A fin de cuentas 2+2=4.
¿Cómo manejarlo? Las claves son flexibilidad y apertura. Saber distinguir un juicio de un hecho. No es lo mismo decir: “Juan es ineficiente”, que “Juan no cumplió con la meta del mes pasado”. Cada juicio genera posibilidades completamente distintas, tanto para quien lo emite como para quien lo recibe.
El arbitrario
Por lo general son personas que no respaldan sus opiniones con evidencias. No distinguen entre un juicio fundado e infundado. Llegan a sus conclusiones porque sí, sin razones lo suficientemente válidas. No profundizan en sus decisiones y en las consecuencias de las mismas.No tienen muy claro que ellos mismos generan ciertos resultados a partir de sus acciones. De manera que no entienden por qué les sucede lo que les sucede.
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¿Cómo fundamentas tus juicios? ¿Qué evidencias tienes para respaldarlos?
Si bien los juicios nos ayudan a tomar mejores decisiones en un futuro, también pueden limitar nuestro aprendizaje y nuestra capacidad de observar las cosas desde otro punto de vista.
Un ejercicio divertido para trabajar nuestros juicios puede ser observar las cosas como si fueras un marciano recién llegado al planeta Tierra, sin predisposiciones ni automatismos.
Intenta escuchar e interactuar con los demás como si fuera la primera vez que los ves y desde ahí registra qué cambios observas en ti y en la manera en que te relacionas con los demás.