“Nunca te pelees con alguien que compra tinta por
barriles”. El origen de la frase es incierto, pero su sentido prevalece,
sobre todo para los que creen que la prensa de tinta, rotativa y papel sigue
siendo la que permite manejar y manipular la opinión pública como ocurría en el
siglo pasado. Ahora, las noticias se mueven de otra manera. Y los que pretenden
tenerlas bajo control se han puesto nerviosos.
“Al Gobierno le entran ahora prisas con la ‘tasa Google’: ha pedido
un pleno extraordinario para aprobarla en verano” (El Confidencial
Digital).
Impresionante. Como leí en
un tweet de Álvaro Domínguez, “no tengo claro para quién
trabajan, lo que es seguro es que no trabajan para los ciudadanos. Es la
democracia que tenemos”.
Ya he comentado en múltiples
ocasiones lo inmoral, alucinante e insano que me parece que el gobierno de
un país legisle para directamente sobornar a un grupo de medios de comunicación
y asegurarse un trato favorable. Una auténtica obsesión del presidente del
gobierno y de las personas más cercanas al mismo desde hace mucho tiempo, que
finalmente se convierte en una realidad. Cualquier convicción democrática que
pudiera quedar sana se resquebraja ante la exhibición de poder de un lobby capaz
de entrar en abierta connivencia con el gobierno de turno, eliminar a los
directores conflictivos que se negaban a pasar por el aro, y dedicarse a partir
de entonces a colaborar abiertamente, a convertirse en auténtica propaganda. Una
verdadera vergüenza.
Cuidado con la tinta. Mancha mucho.
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