Browse » Home
martes, 22 de julio de 2014
Amazon y el atractivo de la tarifa plana: Kindle Unlimited
Amazon anuncia el lanzamiento de Kindle Unlimited, una tarifa plana de $10 al mes a cambio de acceso ilimitado a una biblioteca de más de seiscientos mil libros electrónicos y miles de audiolibros. La idea de la eliminación de restricciones y el acceso ilimitado, puesta en práctica por la empresa que más cambios ha provocado en el panorama editorial y del consumo de libros en los últimos veinte años.
Algunos entusiastas directamente han propuesto que se desmantelen todas las bibliotecas de los Estados Unidos y se entregue a cada norteamericano un Kindle y una suscripción a Kindle Unlimited. Otros, sin embargo, se muestran bastante más cautos, y tratan de plantearse el valor real del servicio planteado como se ha hecho, dependiendo de los hábitos y el consumo de cada usuario. ¿Cuántos libros tienes que leer al mes para que te compense pagar diez dólares en concepto de tarifa plana? ¿Debería contratarlo en función de mi consumo esperado? ¿Podría llegar incluso a provocar un cambio de hábitos de lectura que nos llevase a unas pautas de consumo diferente, como ocurrió con Netflix y el consumo de series, el denominado binge-watching, o visualización de múltiples capítulos seguidos de una misma serie?
¿O más bien debería plantearme que, en realidad, Amazon Kindle Unlimited es poco más que una “tarjeta de biblioteca glorificada“, y que podría ocurrir que muchas de las cosas que intentase leer no estuviesen en ese conjunto aparentemente ilimitado de más de seiscientos mil libros? De entrada, el planteamiento de Amazon tiene un problema: las grandes editoriales como Penguin Random House, HarperCollins, Simon & Schuster, y por supuesto una Hachette en medio de una guerra abierta con el gigante de la red han decidido quedarse fuera del acuerdo en lo referente a sus best-sellers y lanzamientos más recientes, lo que deja fuera una parte importante del catálogo posible, y sobre todo, muchos de los libros que puedes encontrarte sujetos a lo que puedan ser lanzamientos masivos, con impacto en medios. Visto así, y si Amazon no se apresura a llegar a un acuerdo de precios con estas editoriales, la tarifa plana podría ser, para sus usuarios, una fuente constante de frustraciones: “veo tal o cual libro en los medios, oigo comentarios, leo críticas, lo veo en los escaparates de las librerías físicas… pero Amazon no me lo ofrece a pesar de estar pagándole diez dólares al mes por una tarifa plana”. No parece la mejor manera de lanzar nada.
Por el momento, un mes de prueba gratuita para que los usuarios puedan hacerse una idea de si compensa o no pagar por el servicio. A partir de ahi, habrá que ver las tasas de conversión, y hasta qué punto el fenómeno de la lectura puede convertirse en un hábito con una dinámica diferente, sujeto a una reducción de la fricción tan grande, que realmente sea equivalente en todos los sentidos a pagar una suscripción, y cada vez que quieras un libro, simplemente dar un toque con el dedo en la pantalla. En muchos sentidos, ese escenario de reducción drástica de la fricción fue lo que llevó a Jeff Bezos a iniciar su actividad con un producto como el libro: el convencimiento de que el papel era simplemente la manera más eficiente de transmitir información… del siglo pasado, y que pronto se vería sustituido por la pantalla de un dispositivo electrónico. La tarifa plana es el golpe definitivo, el equivalente a lo que en el mundo físico supuso Amazon Prime (con más de veinte millones de clientes), el espaldarazo que el modelo del libro electrónico podría necesitar para su validación completa. Pero como siempre, hay que hacer algo más que anunciar los productos: hay que demostrar a un número elevado de clientes que son lo que realmente necesitan, y que la percepción del valor de su inversión es razonablemente positiva.
Si Amazon consigue un volumen significativo de usuarios dispuestos a pagar diez dólares al mes por una tarifa plana, podrían cambiar muchas cosas en el mundo editorial. Si lo consigue además dejando fuera a las grandes editoriales, podrían cambiar más aún. Pero si esas grandes editoriales demuestran tener aún la sartén por el mango y ser capaces de privar a la oferta de atractivo al mantener lejos de ella sus principales lanzamientos, el efecto podría darse la vuelta, y obligar a Amazon a negociar con ellas en sus términos para evitar así defraudar a los clientes que confiaron en su oferta. Todo un pulso.