Tocar la zona de confort es necesaria para cualquier profesional, pero una cosa es tocarla y otra es instalarse en ella. ¡Alerta si ya frena tu creatividad!
Este es un típico ejemplo: Manuel tiene más de 15 años en la empresa y siete años como directivo del área comercial. Todo parece indicar que la vida de Manuel por fin encontró estabilidad, seguridad y estabilidad económica. Su salario superó el medio millón de pesos al año, tiene más de tres semanas de vacaciones, su equipo llega a su presupuesto y parece que todo está en orden.
¿Manuel es exitoso o ya se instaló en su zona de confort? Para Alejandro Suárez, escritor, business angel y asesor de fondos de capital de riesgo, entrar en un estado o zona de confort no necesariamente es perjudicial, mientras no perjudique las dos palancas esenciales del líder y directivo: la creatividad y la innovación.
Para Manuel, esto ha sido un problema, con una vida tranquila y un equipo de más de 50 personas a su cargo, el directivo del área comercial ha cometido un grave error, desde un tiempo para acá las soluciones salen de su equipo de trabajo más cercano, dejando a Manuel en un estado de confort que no exige mayor esfuerzo.
¿Qué hacer cuando esto sucede? La magia de ser un directivo es enfrentarse, de manera cotidiana, a una serie de retos que exigen solución, señala el también autor del libro ¡Sí! Puedes. Cuando esto ya no ocurre, el área o momento de confort se convierte en un problema.
“El reto es un estímulo, una oportunidad para ser resolutivo, eficaz y creativo. Vivimos en un mundo en el que todo está diseñado para garantizar y mejorar nuestro confort, para que estemos más relajados evitando retos y problemas.
“Eso puede estar bien en determinados momentos, pero sin olvidar que los retos diarios son el principal acicate que nos hace agudizar el ingenio y ser capaces de dar respuesta a las adversidades. Sin retos no hay respuestas. Sin respuestas no hay soluciones. Y sin soluciones no hay creatividad”, indica el autor.
Si bien esto no quiere decir que Manuel debería coger sus cosas y renunciar el día de mañana, la solución radica en encontrar esos retos, ser productivo e incentivar la creatividad y la innovación por la que se han escalado objetivos.
De acuerdo con el autor, tan sólo en España, estudios indican que el 55% de la jornada laboral es improductiva y sólo el 45% se dedica a tareas realmente rentables. Expertos del ITAM señalan que el trabajador promedio tiene sólo 1.5 horas de atención y enfoque, por .5 horas de descanso necesarias para recobrar la atención.
Esto significa que en una jornada laboral de 8 horas, el trabajador sólo cuenta con 6 horas que pudieran ser productivas. La realidad es que el promedio sólo tiene de 2 a 4 horas productivas en su jornada diaria.
Para combatir esta falta de retos y carencia de creatividad e innovación, el autor ofrece algunos consejos que podrían ayudar a encontrar la creatividad que tanto nos hace falta.