“En la próxima rotonda tome la segunda
salida… a continuación avance dos kilómetros…”. Este soniquete se ha
convertido en algo bastante habitual en nuestros viajes. El GPS (Sistema de Posicionamiento Global)
basa su funcionamiento en una red de satélites que, desde diferentes
puntos ubicados en la órbita de la tierra, transmiten su señal a estos
aparatos receptores situados en cualquier lugar del planeta.
A grandes rasgos, en esto consiste un sistema que, como
muchos otros avances tecnológicos, tiene su origen en el campo militar
durante la Guerra Fría.Su nacimiento hay que situarlo en el ejército estadounidense y su TRANSIT, el primer sistema de satélites puesto en marcha por EEUU en la década de los 60. El siguiente paso fue el Timation, a finales de esa misma década, lo que supuso el desarrollo rápido y generalizado de los satélites para uso militar.
Accidente de avión
Se da la circunstancia de que su uso civil aún tardaría en llegar y se debió a un terrible suceso ocurrido en 1984. Un avión de pasajeros coreano (Korean Airlines) fue derribado por la Unión Soviética. A partir de ese momento, el entonces presidente norteamericano, R. Reagan, autorizó la utilización del GPS en medios de transporte (aviones, barcos, etc) con el objetivo de evitar su inclusión en zonas conflictivas.
Es verdad que de aquel desastre se aprendió para su uso civil, pero este sistema de posicionamiento estaba todavía muy verde. A su avance no contribuyó, sino todo lo contrario, el accidente del transbordador Challenger. Sin embargo, la importancia del sistema fue creciendo con el paso de los años.
Guerra del Golfo
Precisamente, la primera Guerra del Golfo es, para algunos analistas, uno de los momentos más importantes para el desarrollo definitivo del sistema. En los primeros usos de un mecanismo parecido a lo que hoy conocemos como GPS, en plena Guerra Fría, el error en la precisión era de aproximadamente 250 metros. Con la primera guerra de Irak, ese margen se redujo a los 3 metros. Sin embargo, por entonces -principios de la década de los 90 del siglo pasado- todavía no había llegado al usuario común con ese nivel de precisión.
Dicen que fue el presidente norteamericano Bill Clinton el que abrió el melón al decidir eliminar un ‘error’ inducido desde el punto de vista militar para que los datos no fueran tan precisos. Ocurrió en el año 2000.
Un ‘electrodoméstico’ más
La medida adoptada o auspiciada por el Gobierno estadounidense provocó la generalización del uso del GPS para cuestiones más mundanas. Algunos datos apuntan a que si a finales de los 90 el número de estos aparatos apenas llegaba a 10.000 en España, ahora su cantidad supera las siete cifras.
En la actualidad, además de producirse el fenómeno de que a estos aparatos destinados a la circulación o navegación se les ha dado el nombre comercial de una conocida marca, la evolución del GPS ha sido notable.
Como ha sucedido siempre en el mundo del desarrollo tecnológico, ahora mismo este sistema en su uso más conocido (navegación terrestre y peatonal) ha sido objeto de numerosos cambios. Por ejemplo, la industria automovilística cada vez lo incorpora más como elemento de seguridad y comodidad en sus vehículos, muchos de los cuales lo incorporan a su vez como elemento de localización. Del mismo modo, la llegada masiva del Smartphone ha supuesto que todos (o casi todos) los ciudadanos con un dispositivo de estas características dispongan de un GPS personalizado.
Hay que decir que continúan las investigaciones para reducir el margen de error a centímetros, aunque mucho nos tememos que cuando esos estudios se materialicen su uso será en principio exclusivo del ámbito militar. Al margen de esto, el sistema de localización se utiliza para el transporte, la agricultura, la medicina, el salvamento o la topografía y geodesia, entre otros campos.
Mientras tanto, cuando nuestro/a guía al volante nos dé sus indicaciones todavía se podrá escuchar en muchos coches aquello de “maldito cacharro… pero si me he perdido por tu culpa”. “¡Ves! Te lo dije. Llevamos 20 minutos dando vueltas. Lo mejor es preguntar”.