Con frecuencia las empresas se preguntan por qué sus esfuerzos en innovación no parecen conseguir el tipo de ideas disruptivas
que supongan un verdadero impacto en el mercado, y dudan sobre lo que
deberían mejorar para generar ideas verdaderamente revolucionarias.
El líder de opinión Rowan Wibson comenta en Innovation Excellence,
que en primer lugar, es necesario entender la forma en que se elaboran
las grandes ideas. De hecho, muchos altos ejecutivos todavía confían en
esos repentinos flashes de inspiración, y no asocian la generación de
ideas con todo un proceso de elaboración. La mayoría de grandes empresas carecen de una teoría de la innovación que se traduzca en una metodología práctica para la producción de grandes ideas.
Durante más de cien años, académicos de diferentes campos
como la psicología, la antropología y la neurociencia, así como
profesionales creativos del mundo de la publicidad, y destacados
estudiosos de la administración, se han dedicado a estudiar la forma en
que la mente humana produce descubrimientos. Sin embargo, a pesar de
contar con importantes equipos que trabajan la creatividad, lo cierto es que son pocos los líderes corporativos
que le prestan atención, prefiriendo centrarse en mejorar la eficiencia
operativa dentro de sus organizaciones, al tiempo que albergan la
esperanza de que - por algún accidente afortunado - a alguno de sus
empleados le llegue un ‘Eureka’ mientras pasea al perro.
Lo que se sabe hasta ahora, es que las ideas creativas no surgen de manera espontánea,
sino que son fruto de una cadena de asociaciones y conexiones que se
han ido desarrollado en nuestra mente durante un tiempo considerable. En
el proceso creativo, el pensamiento innovador por lo general se basa en
una visión nueva (o una serie de visiones) que ilumina una determinada
situación o problema, el cual ha servido de inspiración para hacer
surgir esa idea, fruto de las asociaciones que se dan en la mente y de
las ideas previamente existentes. Y esta combinación de pensamientos
procedentes de diversos conceptos y dominios y quizás no relacionados,
da lugar a una solución totalmente nueva, creativa y conocida como ‘gran idea’.
Cómo reinventó Einstein la física
Cuando Albert Einstein descubrió la
revolucionaria teoría de la relatividad, y poco después E = mc2, no fue
algo que le surgiera de repente, sentado en su mesa de trabajo. Había
estado dándole vueltas durante al menos siete años, desde que comenzó a
estudiar matemáticas y física en la Escuela Politécnica de Zurich. Al
final del siglo XX, cuando Einstein se graduó, el gran enigma de la
física residía en la aparente incompatibilidad entre las leyes de la
mecánica newtoniana por un lado, y la nueva ciencia del
electromagnetismo por otro, pues resultaba que la luz no se comportaba
como habían previsto todas esas leyes clásicas. Este fue el gran
rompecabezas que parecía no tener solución y que, finalmente, terminó
resolviendo el joven graduado Albert Einstein.
Durante los siguientes siete años, estudió las obras de sus predecesores y compañeros: Isaac Newton, James Clerk Maxwell, David Hume, Ernst Mach, Hendrik Lorentz, Henri Poincaré, y Max Planck. Exploró nuevos conceptos radicales a través de sus famosos experimentos mentales, como recorrer el universo en un haz de luz, o caer en un ascensor en caída libre. La respuesta se reveló gracias a una visión esclarecedora que cambió el fundamento de su perspectiva. Y esto sucedió al cuestionar los supuestos convencionales sobre tiempo y espacio, y plantear nuevas preguntas extremas sobre la física que pocos se habían atrevido a formular antes: ¿Y si las leyes de la mecánica de Newton no fueran tan inalterables como se había pensado durante siglos?, ¿Y si el tiempo y el espacio no eran absolutos? ¿Y si eran variables, y la única constante universal era la velocidad de la luz?. ( En el nuevo libro de Rowan Gibson, The Four Lenses of Innovation, esta perspectivas de la innovación se denomina ‘Ortodoxias desafiantes’).
Una vez que esta idea clave le abrió los ojos, pudo ponerse a trabajar de inmediato en los detalles matemáticos, y en tan solo cinco semanas llegó al que probablemente sería el mayor descubrimiento científico del siglo XX: "La electrodinámica de los cuerpos en movimiento”. De aquí se deduce que las grandes ideas necesitan de todo un proceso de pensamiento que no tiene lugar en un momento, y que es un requisito para que surja una idea genial e innovadora.
Durante los siguientes siete años, estudió las obras de sus predecesores y compañeros: Isaac Newton, James Clerk Maxwell, David Hume, Ernst Mach, Hendrik Lorentz, Henri Poincaré, y Max Planck. Exploró nuevos conceptos radicales a través de sus famosos experimentos mentales, como recorrer el universo en un haz de luz, o caer en un ascensor en caída libre. La respuesta se reveló gracias a una visión esclarecedora que cambió el fundamento de su perspectiva. Y esto sucedió al cuestionar los supuestos convencionales sobre tiempo y espacio, y plantear nuevas preguntas extremas sobre la física que pocos se habían atrevido a formular antes: ¿Y si las leyes de la mecánica de Newton no fueran tan inalterables como se había pensado durante siglos?, ¿Y si el tiempo y el espacio no eran absolutos? ¿Y si eran variables, y la única constante universal era la velocidad de la luz?. ( En el nuevo libro de Rowan Gibson, The Four Lenses of Innovation, esta perspectivas de la innovación se denomina ‘Ortodoxias desafiantes’).
Una vez que esta idea clave le abrió los ojos, pudo ponerse a trabajar de inmediato en los detalles matemáticos, y en tan solo cinco semanas llegó al que probablemente sería el mayor descubrimiento científico del siglo XX: "La electrodinámica de los cuerpos en movimiento”. De aquí se deduce que las grandes ideas necesitan de todo un proceso de pensamiento que no tiene lugar en un momento, y que es un requisito para que surja una idea genial e innovadora.
Todo se basa en los conocimientos
¿Significa esto que para llegar a una gran idea siempre se
van a necesitar muchos años de trabajo duro? De ningún modo. A veces
puede surgir en tan solo unos minutos, pero el factor constante en la
creación de esa gran idea es un conocimiento (o una serie de
conocimientos) que cambian fundamentalmente nuestra perspectiva.
¿De dónde le vino la idea a Steve Jobs en 2005 para que Apple
desarrollara y lanzara su propio smartphone? Fue fruto de una visión
sobre las tendencias tecnológicas que tenían el potencial de hacer el
iPod obsoleto. Jobs llegó a la conclusión de que si las compañías de
telefonía móvil hicieran que sus dispositivos tuvieran reproductores de
música fáciles de usar (lo cual era sencillo), entonces el iPod ya no
tendría razón de ser. Después de observar cómo el teléfono móvil
reemplazaba a las cámaras digitales, relojes despertadores, asistentes
digitales personales y otros dispositivos, solo era una cuestión de
tiempo que el iPod siguiera el mismo camino. ¿Quién iba a querer llevar
dos dispositivos cuando podían combinarse ambas funciones en uno solo?
(Este es un ejemplo de la segunda perspectiva de la innovación,
"Explotación de las tendencias").
La idea de una aspiradora sin bolsa no surgió en la mente de James Dyson
inesperadamente mientras tomaba una ducha. Ya había estado
reflexionando sobre el tema tras visitar un aserradero local y observar
como unos grandes separadores industriales eliminaban el serrín del
aire. La visión de Dyson fue que se trataba de una forma mucho más
eficiente de recoger la suciedad y el polvo que una bolsa de aspiradora
(ya que el aparato pierde potencia de succión al llenarse dicha bolsa).
Su gran idea fue intentar reducir un separador industrial para adaptarlo
en una aspiradora doméstica. (Esto ilustra otra de las cuatro
perspectivas de la innovación - "Aprovechar las nuevas formas obtenidas
tras la transformación de recursos").
Gary y Diane Heavin, fundadores de la franquicia Curves,
no se despertaron una mañana y dijeron: "Oye, ¿por qué no abrimos un
gimnasio sólo para mujeres?" La idea les vino a raíz de conocer el
problema existente en los gimnasios tradicionales. Se dieron cuenta de
que muchas mujeres se sentían intimidadas en ambientes dominados por los
hombres, y esta percepción - basada en la empatía - les llevó a
preguntarse si existiría alguna manera de atender mejor las necesidades
de las mujeres. (Esta es la cuarta perspectiva de la innovación - "El
conocimiento de las necesidades").
Todo esto nos lleva a la conclusión de que son los conocimientos o visiones los desencadenantes del pensamiento innovador
- son los pasos clave que conducen a nuevas soluciones novedosas. De la
misma forma en que una piedra grande y plana (o una serie de piedras)
nos permiten cruzar fácilmente de un lado a otro en una corriente de
agua, los conocimientos nos permiten avanzar los pasos de asociación
necesarios para la elaboración de grandes ideas.
Mejorar la capacidad de innovación
Una vez entendido que los conocimientos son como la materia
prima con la que se generan las grandes ideas, es posible plantear una
metodología práctica que haga mejorar nuestra capacidad de innovación.
Lo que las empresas tienen que entender es
que no pueden surgir grandes y revolucionarias ideas a menos que se
generen previamente los tipos de conocimientos o visiones adecuadas. Es
como un agricultor con la esperanza de obtener una cosecha abundante sin
sembrar primero las semillas necesarias. Tenemos que entender que los
resultados dependen de las aportaciones. Invertir tiempo, dinero y
esfuerzo en innovación sin crear primero una valiosa cartera de
conocimientos, es ante todo un ejercicio inútil.
Se le exige a la gente avances gigantescos en el pensamiento creativo,
pero no se les dota de los apoyos intelectuales requeridos para
lograrlos. Las compañías esperan ver surgir nuevas ideas sin desarrollar
previamente las perspectivas novedosas e inspiradoras que ayuden a los
empleados a ver más allá de la propia empresa.Lo que les falta a las grandes organizaciones es una metodología sistemática y un proceso organizado para generar, captar, compartir y dar uso a sólidos conocimientos, como principal apuesta en sus esfuerzos de innovación. Es posible que se invierta tiempo y dinero en la adquisición de algún tipo de conocimientos, pero cabría preguntarse:
- ¿Se trata de conocimientos adecuados para disrumpir en el mercado?
- ¿Proporcionan estos conocimientos retos y nuevas líneas de reflexión para los empleados o se limitan a reiterar lo obvio?
- ¿Sirven para poner al descubierto las implicaciones más profundas y las oportunidades sin explotar propias de coyunturas emergentes?
- ¿Enseñan acerca de las tendencias que hayan sido ignoradas o pasadas por alto por parte de la competencia?
- ¿Persiguen nuevas formas de aprovechar las habilidades y activos de una empresa, u otros recursos que se encuentran fuera de la organización?
- ¿Ofrecen nuevas perspectivas sobre las necesidades del cliente a un nivel que desemboquen en soluciones innovadoras para transformar la experiencia del cliente?