Cuando pedimos perdón nos reconectamos y reconciliamos con el entorno, tomando mayor conciencia de nuestras acciones para mejorar nuestras relaciones.
POR: MARCELA HERNÁNDEZ Y HERNÁNDEZ, COACH EMPRESARIAL Y DE VIDA
Generalmente no vamos por la vida con la intención de dañar a las personas que están a nuestro alrededor –aunque no dudo que haya sus excepciones– y sin embargo, lo hacemos, una y otra vez, sin darnos cuenta rompemos promesas y compromisos, decimos palabras hirientes, tomamos decisiones que afectan a los demás...
Tener diferencias con otros resulta tan sencillo, pues cada uno de nosotros actuamos desde nuestras condiciones personales, y sean o no las mejores son las que tenemos en ese momento y las que influyen en nuestra forma de observar la situación.
El tiempo y la lejanía son un buen remedio para lograr tener mayor perspectiva. A través de las nuevas experiencias, podemos entender mejor cuál era el punto de la otra persona ygenerar empatía para sentir lo que sentía.
Es entonces cuando llega el momento de la verdad; descubrimos que hay varias razones por las cuales pedir perdón, nos enfrentamos a un miedo inminente de ser rechazados, somos vulnerables a la reacción de la otra persona y entramos en una disyuntiva: llevarme el aprendizaje de lo que hice mal; o llevarme el aprendizaje de lo que hice mal y hacerme cargo del daño que hice.
Si tu miedo a pedir perdón es muy grande, aquí te dejo tres buenas razones que te impulsaran a disculparte, cuando sea necesario:
1. Por mí
Independientemente a la respuesta que vaya a tener la otra persona, pedir perdón conlleva eldesarrollo de consciencia y crecimiento. Además de liberarte, te da una cierta sensación de respeto por ti mismo, una vez que fuiste capaz de mostrar tu respeto por alguien más al expresarle tu arrepentimiento.
2. Por ti
“El resentimiento es la emoción del esclavo”. Nietzsche
Aunque el resentimiento es más responsabilidad de la persona que fue agraviada y que decide guardarlo, bien podemos ayudarle a liberarse de éste.
A veces lo único que necesita es escuchar la palabra mágica “discúlpame” para seguir adelante. En otras ocasiones, quizá se requiera más allá de una simple disculpa de diversas acciones que nos ayuden a compensar el mal que hemos hecho.
En pocas palabras: pagar los platos rotos. Aun así, eso no nos garantiza que la relación será como antes, pero si nos garantiza un cierre mucho más sano para ambas partes.
3. Por todos mis compañeros
No estamos solos en el mundo, todos somos parte de un mismo sistema. Como decía la Madre Teresa de Calcuta:
“A VECES SENTIMOS QUE SOLO SOMOS UNA GOTA EN EL MAR, PERO EL MAR SERÍA MENOS SI LE FALTARA UNA GOTA”.
Cuando pedimos perdón nos reconectamos y reconciliamos con nuestro entorno, incluso aunque la otra persona no nos haya perdonado, expresar nuestro arrepentimiento nos permite relacionarnos mejor con los demás, partiendo de una mayor conciencia de nuestras acciones y de la intención de no repetir el mismo daño con alguien más.