viernes, 7 de febrero de 2014

Acéptalo, sientes envidia. Úsala para alcanzar metas

Se dice que no existe la envidia de la buena. Al contrario, es un sentimiento con muy mala fama y muy útil cuando de definir y conseguir objetivos se trata.

Acéptalo, sientes envidia. Úsala para alcanzar metas

La envidia es un sentimiento que refleja tus carencias, úsala para llenar tus vacíos.


Las emociones existen por algo. Sentir envidia, coraje y todos esos sentimientos que normalmente castigamos, es de humanos, sin embargo, la clave está en usarlos a nuestro favor. En esta ocasión hablaremos de la envidia. ¿En verdad es tan malo sentirla?
Afortunadamente en el coaching evitamos todos los juicios de maldad y bondad que etiquetan a las personas o sus acciones. Pretendemos entenderlas a partir de lo que les funciona o no les funciona. Así que veamos para qué sirve la envidia y cómo puedes aprovecharla como un motor para conseguir tus metas.
La envidia sirve para darnos cuenta de nuestras carencias, metas frustradas o inconclusas y de cómo verlas reflejadas en los logros de otros me genera dolor, coraje y en algunos casos malos deseos.
El enfoque puede estar en:
Quien envidia: No soporta lo que el otro tiene y hasta puede desear que lo pierda; y 
En el envidiado: A través del cual se sienten fuertes deseos de obtener lo mismo que el otro tiene para mí.
Nosotros tenemos la capacidad de decidir y de ver las cosas como mejor nos hagan sentir. Puedo amargarme por lo que el otro logra, - su puesto, sueldo, relaciones etc. – o puedo trabajar en mí, en lo que quiero y poner manos a la obra para obtenerlo. No se trata de mimetizarme con el otro y lograr exactamente lo que él tiene, se trata de construir una mejor versión de mí mismo, que me haga sentir satisfecho.
¿Qué tipo de situaciones te causan envidia? ¿Qué sueños u objetivos no has podido cumplir? ¿Qué tan satisfecho te sientes con tu vida? ¿Qué es lo que realmente te molesta? Si tuvieras la posibilidad de despojar al otro de los logros que le envidias o bien de lograrlo para ti… ¿cuál elegirías?

Nuevas perspectivas sobre la envidia

1. No eres tú, soy yo

Cuando no estás satisfecho con lo que tienes o eres, comienzas a ver el mundo desde tus limitaciones y frustraciones. Podría ser funcional que aceptaras que te hace falta algo, que no has logrado ciertas metas; reconocer que hay diversas competencias que puedes desarrollar para ser mejor.
Sin embargo, en muchas ocasiones el ego,  la soberbia e incluso la presión social nos impiden darnos cuenta de nuestras carencias y nos esforzamos al máximo para disfrazarlas y/o esconderlas. Recuerda que echar el polvo bajo la alfombra no hace que desaparezca.
Una vez que las reconoces, no te castigues por lo que no has hecho y mejor piensa que aunque hasta el momento no lo has logrado, tienes el tiempo y la responsabilidad de llevarlo a cabo.

2. El jardín de enfrente siempre es más verde

¿Qué tanto confías en quién eres y valoras lo que tienes? Una percepción limitada de ti mismo y de tu realidad, puede desmotivarte en la búsqueda de  tus objetivos y despertar sentimientos de envidia hacia aquellos que sí lo logran. Inclusive puedes experimentar la intención de sabotear al otro.
Cambia la historia que te cuentas sobre ti mismo. ¿Cómo te ves? ¿Qué no cambiarías por nada en tu vida? ¿Con qué recursos (internos y externos) cuentas para lograr tus metas? ¿Qué te hace único? ¿Cómo puedes utilizarlo para tu beneficio?

3. Llenar el vacío

Cuántas veces nos sentimos frustrados de navegar por las redes sociales y darnos cuenta de lo “maravillosa” que es la vida de todo el mundo y lo “X” que es la nuestra. Cómo sería tu estado de ánimo si mejor enfocarás tu atención y tu tiempo en lo que te llena y te hace sentir realizado.
¿Qué cosas has dejado de hacer que te apasionan? ¿Cuáles son tus metas más importantes? ¿Qué has logrado? ¿Qué no lograste? ¿Qué aprendiste? ¿Qué tienes que corregir para conseguirlo?

4. Cuidado con el autoengaño

Muchas veces evadimos las emociones que nos avergüenzan o que nos hacen “quedar mal” ante otros. Lo más común es justificar nuestra actitud con una razón más aceptable ante la mirada pública: “¿Envidia yo? ¡Por favor! ¿Qué le puedo envidiar? Él es quien me restriega su ascenso cada vez que puede y no lo soporto”.

5. Fíjate en lo que sí tienes

¿A qué le estás dedicando tu tiempo y energía? Es muy probable que muchos de nuestros sueños no se cumplan al pie de la letra, quizá cambiaron en el camino o al final obtuvimos incluso algo mejor.
En donde está nuestra atención están nuestras acciones y también nuestros resultados.
Lejos de vivir la frustración en todo su esplendor, observa lo que has logrado hasta el momento y sigue caminando hacia tus nuevas metas. Deja que la vida te sorprenda con sus planes y ¡¡abrázalos!!
Dwight David Eisenhower, trigésimo cuarto presidente de los Estados Unidos y uno de los más populares militares norteamericanos decía: “Mientras me preparaba para las batallas, siempre confirmé que los planes son inútiles, pero la planeación es indispensable”.

6. El lado amable de la envidia

Si más que envidiar eres el envidiado, comprende que como seres humanos todos podemos experimentarla y que no necesariamente es un asunto personal, sino que tu condición puede recordarle a otros  sus carencias. No te enojes si las personas no reaccionan como esperabas. Cada quien vive un proceso distinto y observan las cosas desde sus propias inquietudes.

La palabra envidia proviene del latín Eu video (yo veo). ¿Qué es lo que quieres ver? Tus carencias o tus posibilidades.

Ahora, haz tu propio ejercicio y define tu propio reto:
"Pecado": La envidia
Te envidio porque ________________
Entonces encuentro que me hace falta _____________
Mi reto no es dejar de envidiarte sino realizar las siguientes acciones para llenar mi propio vacío:
 

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