Nosotros
elegimos a nuestros clientes. Mira, cuando estamos hambrientos por hacer
negocios, lo único que queremos es escuchar cómo nuestra caja registradora hace
“ring”. He estado ahí, y estaré ahí de nuevo. Pero cuando tienes la oportunidad
de considerar tu cliente ideal, es importante tomarte un respiro y trabajar en
ello, para realmente determinar que es lo que te ayudará a decidir quien
trabajará contigo o no.
En el caso
de social media y tu presencia online, todo lo que colocas ahí fuera en la web
social, tu blog o sitio web es lo que la audiencia va a sopesar y ser
considerado en la ecuación cuando elijan si te compran o no. A medida que
escribo este post, hago un pequeño análisis: los últimos 50 tweets que he
publicado no te venden mi negocio o lo que hago. Mi cuenta de Facebook es
completamente personal y no para hacer negocio. Mi LinkedIn experimenta poco
movimiento. Instagram es utilizado para divertirme y conectar con las personas
y mis últimas publicaciones en Google+ son para destacar temas en los que estoy
interesado. ¿Por qué todo esto? Porque uso el ecosistema
digital para destacar mi personalidad y autenticidad más allá de
cualquier negocio.
Tú eliges a tu cliente
¿Qué dices
Isra? ¿te has vuelto loco? Vivimos en la economía más inestable (quizás) de la
historia y tengo que pagar la hipoteca, el colegio a los niños y si me sobra
irme de vacaciones aunque sea cada tres años. ¿Por qué debería elegir quiénes
son mis clientes? ¿Por qué debería importarme elegir y no captar cuantos más
mejor? ¿Por qué debería descartar clientes potenciales? Isra, creo que te has
vuelto loco, definitivamente.
No tanto,
debes hacerlo porque los clientes que no encajan te debilitan.
Simple.
Cuando decides trabajar con un cliente que no encaja con tu personalidad y tu
estilo de trabajo sólo valoras su dinero y cualquier cosa por la que te
comprometas que entregarás a cambio. Esto, en cambio causará (probablemente)
procrastinación, disgusto, malestar y duda, causará una devaluación de tu
excelencia, y te apartará de los clientes que en realidad tienes más
resonancia. Aquellos precisamente que pasarán más tiempo contigo a largo plazo,
los mismos que crearán el núcleo de las relaciones de tu negocio, no ese tipo
de gente que aceptar por “necesitas el dinero”.
Tú eliges a
tu cliente, con tus respuestas, con tu trato, con tu marketing, atención al
cliente, detalle y excelencia. Con tu contundencia, elegancia, prepotencia o
falta de consideración. Cada acción que realizas moldea lo que será tu cliente.
No, no tengo
abundancia de clientes, ni mis ingresos me permiten vivir un año sin trabajar.
No, tampoco me sale el dinero por los bolsillos. No, no me he vuelto loco,
creo. Sin embargo, el día que entendí esto se acabaron mis preocupaciones por
encontrar clientes, en lugar de eso empecé a elegir con quien quería trabajar.
¿Estás parloteando?
Dímelo tú.
Participa. Dime las veces que has optado por trabajar con clientes que no
encajaban con tu particular visión de ver el mundo, la vida, el trabajo o los
resultados. Cuantas veces has dicho, “no me compensa” o “todavía me pregunto
que hago trabajando para alguien así”. Si por lo contrario, has tenido la
experiencia contraria, es genial también. Seguro que hay alguien ahí fuera que
quiere contarte la historia de cómo vivió una experiencia inolvidable
trabajando con un cliente que era lo contrario a sus creencias. Siempre vendrá
alguien y dirá que hay que aguantar y soportar que para eso son los clientes y
son quien nos pagan. ¿En serio? eso será para ti. ¿Mi modo de verlo? la vida es demasiado corta. Isra Garcia