Cómo conectas, por qué lo haces, por qué decides no hacerlo, qué te hace dar el paso al frente para contactar con alguien. Cómo cambia tu forma de pensar respecto a alguien con quien no has hablado nunca pero que un día conoces porque te menciona en Twitter. El grado de empatía que desarrollas con alguien que un día, de repente, comparte un evento contigo. Lo mucho en común que puedes tener con alguien que has visto más de 300 veces en sugerencias en LinkedIn o Facebook y nunca has conectado hasta que esa persona decide contactarte un día. O el blog tan interesante y enriquecedor que tiene esa persona que descubres cuando un día esa misma persona menciona tu blog.
La conducta que ocurre entre líneas
Es cierto, tal y como hay un contrato no escrito en la web social, también hay conductas y comportamientos no mostrados, dichos ni leídos, lo que sucede es que no se habla de ello, porque no interesa airearlo. Aunque no mostrarlo no significa que no exista:- Hablar genial del buen trabajo de otros no es un pecado (aunque no les sigas ni te sigan, no irás al infierno).
- Seguir a alguien, leer lo que dice, apoyarle, compartir sus proyectos, artículos o vídeos y recomendarle a posibles clientes, (aunque esta persona no te siga o te conteste siempre o esté pendiente de ti) no es un delito.
- Decir que alguien con quien compartes profesión (lo que algunos llaman competencia) es realmente brillante y contar con ella/el para un proyecto, conferencia, post o cliente, eso no hará que seas menos respetable, creíble e influyente. Todo lo contrario.
- Leer, compartir, seguir, mencionar, alabar, etc. a alguien por compartir un programa, curso, conferencia, tweet o cualquier mecanismo similar, no dice nada interesante sobre ti y tampoco aporta valor, ni a ti ni a la otra persona, No hay conexión real.
Si reducimos el interés, el ansia, el ego y la prepotencia a aquello que genere cambio, no tendremos que preocuparnos por lo que pasaría si actuáramos honesta y dignamente. Isra Garcia