Si buscas un emprendimiento vía Internet debes saber que los usuarios quieren acceder a los productos para disfrutarlos sin necesariamente poseerlos.
Los usuarios de internet buscan un servicio que les permita disfrutar de forma virtual un producto.
Sin
embargo, la era del conocimiento y
la llegada del internet está cambiando drásticamente este concepto. “Lo que
ahora más interesa no es tener el producto
en sí, sino la oportunidad de disfrutarlo, aunque no lo posea. Es el nuevo capitalismo de los servicios”,
comenta Javier Celaya, experto en negocios en internet, durante el V Foro de
Industrias culturales, llevado a cabo en Madrid, España.
Un elemento que tienen en común estos negocios de los que hablamos es que se llevan a cabo en el terreno de lo virtual; es decir, de internet. De ahí que muchos estén preocupados por su legislación y cobertura global, como es el caso de los grandes llamados Facebook, Google, Apple o Amazon.
“Lo normal es que la realidad siempre le gane a las leyes. Eso no lo veo mal, porque solo así se permite la innovación y el desarrollo tecnológico; sin embargo, una vez que se detecta un nuevo problema de competencia desleal en los negocios, es importante subir al tren a las leyes para ponerlas al corriente”, explica Celaya.
Lo anterior viene al caso porque una de las mayores preocupaciones ante esta nueva realidad, donde parece que la propiedad cobra menos importancia, existe un conflicto de intereses en materia de derechos de propiedad intelectual. “La guerra está dada entre los mismos; esto es, entre los intermediarios, no entre los creadores y su audiencia”, comenta Naxto Rodríguez, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, y experto en Creative Commons.
Para entender mejor el conflicto, pensemos en lo que ha sucedido en la industria de la música. En términos simples, la desaparición del formato físico de distribución y venta de música, no solo produjo nuevos competidores por parte de la oferta, sino que abrió o fortaleció (según se quiera ver) otras fuentes de ingreso del artista, como son las presentaciones en vivo. Al final, con esta conversión tecnológica, los más afectados fueran los intermediarios tradicionales: las disqueras, que no supieron transformar su negocio a tiempo para adaptarse a estas nuevas realidades del mercado.
El comercio del acceso
Empresas como Netflix han entendido muy bien este cambio en la industria audiovisual: la gente ya no está tan interesada en poseer una película o una serie de televisión en un formato físico, pues a veces el almacenaje se vuelve un problema.El cliente se conforma con solo pagar un servicio que le dé acceso al entretenimiento, aunque no poseea el producto.Otro ejemplo de este fenómeno es la empresa Nubico, dedicada al préstamo de libros, bajo el mismo concepto que lo hace Netflix, y ya no digamos lo que está sucediendo con empresas como Spotify, que a cambio de una cuota te permiten escuchar un universo infinito de canciones.
Un elemento que tienen en común estos negocios de los que hablamos es que se llevan a cabo en el terreno de lo virtual; es decir, de internet. De ahí que muchos estén preocupados por su legislación y cobertura global, como es el caso de los grandes llamados Facebook, Google, Apple o Amazon.
“Lo normal es que la realidad siempre le gane a las leyes. Eso no lo veo mal, porque solo así se permite la innovación y el desarrollo tecnológico; sin embargo, una vez que se detecta un nuevo problema de competencia desleal en los negocios, es importante subir al tren a las leyes para ponerlas al corriente”, explica Celaya.
Lo anterior viene al caso porque una de las mayores preocupaciones ante esta nueva realidad, donde parece que la propiedad cobra menos importancia, existe un conflicto de intereses en materia de derechos de propiedad intelectual. “La guerra está dada entre los mismos; esto es, entre los intermediarios, no entre los creadores y su audiencia”, comenta Naxto Rodríguez, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, y experto en Creative Commons.
Para entender mejor el conflicto, pensemos en lo que ha sucedido en la industria de la música. En términos simples, la desaparición del formato físico de distribución y venta de música, no solo produjo nuevos competidores por parte de la oferta, sino que abrió o fortaleció (según se quiera ver) otras fuentes de ingreso del artista, como son las presentaciones en vivo. Al final, con esta conversión tecnológica, los más afectados fueran los intermediarios tradicionales: las disqueras, que no supieron transformar su negocio a tiempo para adaptarse a estas nuevas realidades del mercado.