El anuncio de resultados de Apple del segundo
trimestre, por encima de las expectativas de los analistas, ha generadp un
incremento sustancial en la cotización de las acciones de la compañía.
Cualquier empresa capaz de poner en el mercado 44
millones de smartphones, 16 millones de tabletas y 4 millones de
ordenadores con un margen sensiblemente más elevado que el resto de la industria
merece el respeto de los mercados. Y si además mima a sus accionistas
con stock splits y recompras masivas de acciones, más aún.
Pero lo que más llama la atención es la caída del
iPad. Apple vendió muchos más iPhones que los que esperaba vender, 44 millones
frente a 38 proyectados. Pero vendió únicamente 16 millones de iPads frente a
los casi 20 que figuraban en sus presupuestos, un enfriamiento importante de la
tableta de la marca de la manzana.
¿A qué se debe esa caída? En primer lugar, a la escasa
tasa de renovación de ese mercado. Las tabletas tienden a utilizarse menos de lo
esperado, y se renuevan muchísimo menos que los smartphones. Se han
quedado un poco “pilladas en el medio”: ni tan portátiles como un teléfono, ni
tan cómodas en el uso como un ordenador, ni tan divertidas como una consola. Un
dispositivo en el que predomina el consumo de contenidos, que no canibaliza
realmente el uso de otros, sino que únicamente los sustituye puntualmente en
algunas situaciones.
Un mercado ya saturado, en el que otros competidores
ya se han situado muy bien. Para muchos usos y usuarios, las tabletas de Android
y los Kindle de Amazon son más que suficientes. Llegados a este punto, Apple
necesita urgentemente una nueva categoría que reinventar. ¿Llegó el momento del
iWatch? E.Dans