Seguro que te ha pasado alguna vez: un día llega alguien y te
pregunta como estás. No sabes muy bien que decir, destrozado, feliz, perdido,
realizado o qué sé yo. Hay tantas emociones que pueden encajar en una pregunta
tan generalista, predeterminada y en muchas ocasiones sin intención, que
obviarla podría ser la
Solución.
Te voy a decir lo que a mi me funciona cuando esto sucede. Cuando alguien me
pregunta “¿Cómo estás?”, tengo dos alternativas:
1. Contra-preguntar, ¿Cómo estás tú? Y entonces seguir con una pila de
preguntas, que finalmente me permiten saber cómo está realmente esa persona. Y
si su pregunta era un mero formalismo o una manera enrevesada de acabar
contándome aquello que necesitaba soltar de alguna manera y no sabía muy bien
cómo.
2. Busca una respuesta excelentemente poco usual, que realmente exprese la
sensación que vivo y que bueno cree un impacto considerable en la persona que
pregunta. Algo como esto (ejemplo real): “Enamorado del presente, despreocupado
sobre el futuro, viviendo en exceso, saltando alto, apasionándome por la gente
que amo, arriesgando como si el mundo terminara mañana, abrazando la
incertidumbre y permaneciendo ciego a lo imposible”. Isra Garcia
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