Después de conocer a Nacho Ibernón y
su desbocada pasión, vasta experiencia y exultante insania sobre la
comunicación y poder seguir más de cerca cómo este tipo ve, interpreta y
reproduce el mundo, sentí estrictamente necesario que escribiera para
este blog. Hoy te dejo en manos de Nacho, una de las personas que
actualmente me impactan.
NO escribas un post sobre el mundo de la comunicación, imagina MEJOR un mundo postcomunicación.
No
yo probablemente, que soy ya tan mayor que cuento treinta y siete años
escritos en letra, pero sí desde luego algunos de los profesionales
púberes que vienen persiguiéndonos como hienas salvajes. Puede que ellos
sean ya mestizos mañana y no conozcan la comunicación como la ha
conocido yo, es decir presa en compartimentos más o menos impermeables,
escrita en letras mayúsculas, con más o menos propensión a filtrarse y
contagiar y cambiar departamentos y áreas y familias y profesionales de
su alrededor. Hoy hay un área de Comunicación de piedra, regia, que se
levanta sobre profesionales de la comunicación, periodistas en muchos
casos como yo, pero puede que mañana logremos que la comunicación sea
aún más, se convierta en un veneno que llevemos todos dentro, que
sepamos manejar o esconder a demanda.
Porque
todos somos una trama que contar. Qué obviedad. Y “todos” es una marca
personal, una compañía transatlántico, una start up, una start down, una
nueva novela, una serie documental, un artista flamenco, un ganador de
un premio del que nadie se acuerda, una heladería offline, una tienda
online de submarinismo, un conferenciante, una secretaria de estado que
quiere ser superhéroe o una ong dirigida por superhéroes invisibles de
verdad.
Hay que dar primero con el tono, acertar por tanto con el género, y después saber interpretar el tempo. Saber ver el momento, el timing,
los distintos partidos que hay dentro de un partido de fútbol. Mirar
dentro, escuchar mucho, pensar, tomarse el tiempo para mascullar cuál es
la historia que hemos de contar, con qué asuntos rima, imaginar qué
ideas pide, cuánto puede crecer o menguar. Encontremos la historia y
acertaremos. Desde luego no yo, que cuento ya casi cuarenta años y sigo y
sigo envejeciendo, pero sí todos aquellos jóvenes profesionales que van
a ser creativos o wild marketers o
autores o emprendedores empresarios emprendimientos o agentes del
cambio o deportistas o curiosos o artistas o promotores o abogados o
parlamentarios.
Hienas
feroces, aterradoras, agresivas, tremendas: encontrad la historia que
queréis contar y decidid qué coloratura tiene, cómo queréis bramarla o
sugerirla, si con titulares de prensa o con acciones en bolsa, si más
bien sonido envolvente o susurro, si es mejor o no letra impresa, o
líquido, como Internet. Escuchadme, alimañas. Deteneos un instante y
pensad en la historia vuestra, en la que habéis trazado ya y en las
nuevas trayectorias que queréis dibujar. Pensad mucho en vuestra
historia y en contarla. Hay cuentos que se cuentan primero y después se
protagonizan. Bebed veneno comunicación. Entrad velozmente en el mundo
de la postcomunicación. Adelantad a los dinosaurios como yo. Engullid
comunicación para desarrollaros más porque el gen comunicación es más
que vuestra propia carrera, así seréis más rápidos y más listos, y
averiguaréis qué trabajo sois en realidad.
Hacerlo
sin contarlo no sirve. Contar la historia de otro no vale. Dejar que
otro cuente a su modo lo tuyo, no. Pedirle ayuda a otro, no, qué va. Ni
buscar patrones fáciles. No.
Mirad
esto que pasa hoy, niños velociraptores, y adelantadlo. Sed valientes.
No leáis un post, vivid en el mundo post de la semana próxima.
Nacho Ibernón, jefe de comunicación de CANAL+.
Isra Garcia